Revista Tecnología
Primer Concurso de RetroRelatos de RetroManiac - Retrorelato RetroManiac
Publicado el 19 julio 2013 por Retromaniac @RetromaniacMag1º Concurso RetroRelatos de RetroManiac
Retrorelato RetroManiac, por Jaume Biterhoff
Llaman a la puerta. Por fin. Llevo toda la mañana esperando y han apurado hasta casi la hora de comer para devolverme una parte de mi vida. Una parte importantísima de mi pasado. De mi tiempo. De mí. Por fin vuelve a casa. Vuelve mi mejor amigo durante tantas horas y tantas noches. Vuelve mi Amstrad CPC 464. Vuelve mi infancia.
O eso deseo.
No quiero engañarme, y sé lo que pasa con estas cosas... que mucha ilusión y mucho recuerdo idealizado sobre los juegos que jugábamos, y luego vas... los rejuegas 20 años después en un emulador, y nada, no sientes nada. No aguantas ni un minuto, ni las 3 vidas. Y te decepcionas. Pero sigues pensando que algo falla porque TE TIENE que gustar. Pero con el ordenador físicamente presente ahí será distinto. Nada de pantalla LCD de 24” panorámica, ni cargas instantáneas desde una ROM, ni teclados ergonómicos ni joypads sin tacto... No. Esta vez las sensaciones será exactas. Estará mi monitor CRT en fósforo verde, con esos píxeles iluminados con LUZ REAL, con ese altavoz cutre en el mismo teclado. Con las teclas y su sonido... con su textura característica. Nada será distinto esta vez. Repetiré las sensaciones. Todo será igual. Todo menos yo, que he cambiado físicamente pero por dentro -y me avergüenza reconocerlo- soy el mismo que hace 25 años.
O eso desearía también.
Mi madre ha sido muy paciente guardando todos estos años en su trastero el viejo ordenador. Y ahora ya tengo una casa más espaciosa, y un hijo pequeño aprendiendo a usar tablets y Smart TVs a lo loco (será cosa de los genes, quiero pensar yo, sin modestias, que de eso no tenemos los padres) que no sabe lo que es ver los píxeles y poder contarlos en la pantalla. Estos críos van demasiado rápido y deben aprender de dónde viene todo esto. Las raíces. El AMSOFT de toda la vida y los juegos hechos en Locomotive BASIC. ¡Los joysticks! Todo eso no se puede perder, y las nuevas generaciones deben aprender cómo nació. Voy a enseñarle lo bueno del poder de la imaginación frente a las generaciones next-gen graphic whore de hoy en día.
Vamos allá.
A enchufar todo eso. Parece que no hay ningún problema... y todos los pins del cableado siguen en perfecto estado. Los cassettes pintan bien, y tampoco han sufrido mucho el paso de los años. Lo enchufo todo, le doy al botón de Power... y.. ¡FUNCIONA! Y no me refiero al ordenador. Me refiero a mi proceso de flashback, al fin de todo esto, a recordar sensaciones. ¡FUNCIONA! ¡Me está dando resultado! He notado algo, algo muy sutil y fugaz, pero ALGO en mi estómago que ningún emulador había conseguido emular. Sensaciones. Nervios. Poquitos, pero ahí están. Esto seguro que funcionará, cada vez estoy más convencido. Esta noche, cuando esté tranquilo y la casa sea para mí, volveré con más tiempo. Ya tengo mi copia del Livingstone, supongo encima de la mesa, al lado del reproductor, y me he prometido que no pienso jugar a nada más, como hacía en su día. Uno o dos juegos, a lo sumo.
Y llega la hora.
He estado impaciente como un crío toda la tarde. He comido rápido al mediodía, de manera totalmente inconsciente, y por la tarde sólo pensaba en enchufar al niño en la cama y a la madre en la tele, lo más rápido posible, para tener ese momento secreto e íntimo con mi ordenador. Los dos, esa sensación idiota e infantil que no se le puede explicar a nadie, porque ni te entienden ni lo necesitas, porque tiene un punto vergonzante. Pero hay algo en mi reloj interior que lo necesita. Quiero volver a ser tan feliz como lo fui en esa época, y seguro que esa es la manera. Es lo único que me queda por probar. Ayúdame, CPC, eres mi única esperanza. Pero ahora ya estoy aquí. Hasta he mirado un capítulo de Dragones y Mazmorras (casi) entero en YouTube esta tarde con mi hijo al lado. Estoy a tope. On fire, que dicen los chavales. Y yo voy a ser eso otra vez. Un chaval.
Clic.
Perfecto. Todo funciona otra vez como el primer día. Un poco de olor a quemado, aunque supongo que es normal, tras tanto tiempo con el ordenador apagado. Y el ruido del monitor haciendo ese CLACK característico al encenderse. Eso no hay emulador que lo imite. ¡Que nervios, que contento! Abro el reproductor de cintas, saco el juego de la caja (¡ese tacto!) y lo pongo en el reproductor, recordando cada sensación mil veces vivida, y saboreando la presión de mis dedos sobre la caja de la cinta, la textura del lateral de la caja, y el placentero click de la tapa del reproductor al cerrarse. Escribo RUN” porque no recuerdo la combinación de teclas del atajo que usaba, pero no pienso mirar internet para recordarlo, hoy sería pecado. Y antes de apretar ENTER recuerdo que en el manual del cassette solía ponerlo. Y ¡voilà! Control + Intro y luego PRESS PLAY THEN ANY KEY... ¡ahí voy!
Bueno, pero con calma.
Surge un enorme contraste ahora entre mis nervios e impaciencia creando grandes expectativas, y la lentitud de carga del cassette. Pero bueno, incluso eso me parece extrañamente romántico e íntimo. Escucho cada sonido, mirando las barras de carga del borde (¡Mode 0, aún lo recuerdo!) y esperando a que haya completado la pantalla de carga. Sigo esperando, y esperando. Y por fin llega el momento. Empieza a sonar la canción del juego. Esos timbales que me parecen mejores que cualquier sistema 7.1 Surround que exista en el mundo. El sonido de lo digital, lo comprimido, lo sintetizado. Incomparable al sonido falso e irreal del emulador. Sólo por el conjunto de alegrías que me ha otorgado este corto rato de reencuentro ya decido que ha valido la pena, y estoy a punto de levantarme para ir a poner un disco de Sabrina, pero bueno, no me voy a pasar tampoco y me centraré en lo que he venido a hacer. JUGAR. O mejor dicho, RECORDAR.
Pero... hay algo mal aquí.
Algo no me encaja. Hay un fallo, algún error de hardware supongo, que hace que los sprites no se vean. Mierda. Joder. MIERDA. MIERDA PUTA. Tengo hasta ganas de golpear la mesa fuerte, pero me saldría forzado. Unas ganas tontas de llorar en forma de nudo en la garganta, eso sí. Eso sí que me ha dolido. Pero no puede ser. Todo iba tan bien, tanto... que no me lo quiero creer. Que pereza extrema me provoca todo esto ahora de golpe. Qué bajón. Me siento muy mal porque ya lo quiero meter en la caja otra vez, no para tirarlo, sino para guardarlo como guardamos a los muertos. Enterrado, pero sin perderle el rastro. En su caso, enterrado en su caja, muerto, en el trastero. Tanta ilusión y ya lo estoy enterrando. Soy un impresentable. Tengo que hacer otra prueba. Voy a poner otro juego a ver si... ¡ESPERA! ¿Qué ha sido eso en la pantalla? Un bug, seguramente, algún fallo de la gráfica... pero... raro.
Un poco raro.
Me ha parecido ver a Stanley, el protagonista del juego, apareciendo por la parte derecha de la pantalla, pero sólo la cabeza, un instante fugaz, casi como para pensar que me lo he inventado. No puede ser un error de la gráfica, y para ser un bug del juego, es un poco peculiar... ¿en un cassette protegido contra escritura? No sé. Probaré otro juego, decidido, que no estoy para perder toda la noche con esto. Ahora la ilusión si se pudiera medir en una barra de energía estaría parpadeando en rojo, apurando y casi al 0%. Pero quiero recuperar ese subidón que he tenido hace menos de 5 minutos. No puedo estar tan abajo cuando hace tan poquito estaba ahí arriba. Voy a probar por ejemplo... hum... el Green Beret mismo, que se me daba muy bien, y recuerdo que era de los que no tardaba mucho en cargar. A ver... la cinta... sí, sí, la textura, la toco ya como un poco forzado, y el click y todo eso... venga venga, voy a mirar el facebook en el móvil mientras esto carga, que tampoco hay que pasarse.. jeje... Pili ha hecho Me Gusta en la foto del otro día en la fiesta esa. ¿A ver, quién es este de al lado? Vaya, y ahora que me acuerdo, llevo días sin mirar Pinterest, voy a echarle un ojo... ajá... ajá... Bueno... ¡Oh! Pero si no me he dado cuenta y ya ha cargado el Green Beret. Qué rápido me ha pasado la carga, vaya, si es que tampoco hay que sufrir la espera, con las opciones que tenemos hoy en día para pasar el rato. Voy a darle al START a ver... y...
Y un poco más raro.
No lo entiendo. Aquí tampoco veo los sprites del protagonista. ¿Será algún fallo con el Modo 0 de las narices? Yo qué sé. La verdad es que todo esto está perdiendo la gracia. Voy a probar un último juego, uno que use otra resolución a ver si es eso. Em... ese. El Batman de OCEAN servirá. Venga, lo pongo a cargar. Facebook. Pinterest. Hasta me ha dado tiempo de consultar RedTube, que en casa todos duermen. Para cuando vuelvo al ordenador, el juego debe llevar un buen rato cargado. A ver, empiezo y... otra vez. Bah. No hay muñeco protagonista. Una sala vacía y no baja Batman por la barra a la Batcueva ni nada. A la mierda. Voy a apagar esto y a partir de ahora haré ver que lo recuerdo con melancolía, pero a esto va a jugar su puta ma-
Luz. Oscuridad. Primero ha sido un leve destello de luz azulada detrás mío, que me ha hecho girar más por instinto que por otra cosa. Y al segundo siguiente estaba intentando gritar de terror pero de mi garganta no salía nada. El protagonista del Camelot Warriors se encargó de eso. Mi cabeza estaba rodando por un certero golpe de su espada ya no podía gritar. Pero durante unos segundos en que aún mi nervio óptico enviaba señales a mi cerebro los vi a todos ahí detrás de mi silla. De pie. Estaban desde el explorador del Oh, Mummy hasta Ronald, en su versión pulga y su versión aventurero. Estaba Stanley, estaba Batman, estaba Sir Fred y los Ikari Warriors, los dos soldados del Gryzor (que en persona no se parecían tanto a Arnold ni a Sylvester), Dustin, Goody, Mot, el comecocos gigante del Mad Mix Game, Lorna, el bicho ese del Abu Simbel, el minero Willy del Manic Miner... Estaban todos mirándome con cara de odio, de rencor infinito. Y todos repetían la misma palabra al unísono, que me dolió más que mi propio asesinato:
Venganza. Venganza. Venganza. Venganza.
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