Viernes 5 de febrero, estación Sol del Metro de Madrid, a las 21:30 está previsto que empiece la aventura de los conciertos/desconciertos de Fran Fernández. Antes de empezar, el panorama lo conforman gentes que hacen exactamente lo que se espera de ellos: personas que se mueven apresuradamente de un lado para otro tengan o no prisa, unos cuantos guardias de seguridad arrugando la nariz y paseando con aires de autoridad, unas "Jenis" que se han colado y creen que por desgarrarnos los tímpanos a gritos mientras menean con vulgaridad sus oros pueden convencer a su improvisado público de que tienen razón, un percusionista pesado que nos hace llegar sus repetitivos ritmos desde un pasillo cercano y un "Michael Jackson" que no se parece al verdadero ni en lo de ser negro (esta, porque además es mujer, sí lo es). En este ambiente se va a desarrollar el concierto. Todo un reto hacernos hueco, colocar a la gente que viene a propósito, congregar a los que pasan por allí, hacerse oír y evitar que nos echen. Pero para eso está la magia de la música y nada más empezar a cantar Fran se creó un ambiente digno de una sala de conciertos, la gente, organizada para molestar lo menos posible, escuchaba atenta, en silencio y entusiasmada, coreando los que nos sabíamos las canciones y algunos de los nuevos que se iban animando con los estribillos. La gente que pasaba por allí no podía evitar pararse a escuchar y todos guardaban los flyers que repartíamos. Me pareció significativo porque normalmente solemos tirar casi todo lo que nos reparten por el Metro, señal de que Fran logró captar su interés.
La gente nos preguntaba por el "chico" que estaba cantando, querían saber si tenía discos, quién era, dónde solía actuar. A mi me encantó el momento en que al darle un flyer a una chica me dijo que había tenido un día terrible, pero que según llegó y empezó a escuchar se le olvidó todo. Se llevó el disco y se fue con la intención de no perderse el próximo concierto. Si yo fuese cantante, simplemente un comentario como ese ya me alegraría.... y de esos escuché muchos esa tarde.
Entrañable fue también una señora mayor que al acercarse y no ver un lugar donde echar una moneda, detuvo el concierto para darle unas monedas en mano.
Justo cuando Fran anunció que la siguiente sería la última canción, se acercaron los guardias de seguridad para interrumpirle, se escuchaba demasiado, había demasiada gente para las "normas de Metro", pero, al fin y al cabo, son humanos y nos dejaron disfrutar de la última canción (yo creo que en realidad ellos también estaban disfrutando del concierto).
¿No es emocionante ver a toda esa gente coreando el "nananananaaaaa naaana" en un lugar como el Metro?
Si queréis más canciones el 20 de febrero hay concierto en el Barcelona 8 ¡No os lo perdáis!
Os seguiré informando de los siguientes (des)conciertos de Fran pero también podéis pasar por www.franfernandez.com