Grandes comparsas de hombres y mujeres atravesaban la ciudad de puerta a puerta (desde la de Alcalá hasta la de Toledo), blandiendo hachones encendidos, tocando cencerros y golpeando sartenes y cacerolas. Todos al unísono vociferando y cantando, marcando la ruta a unos atolondrados con escalera al hombro.
Museo de las Familias. Tomo VII Pág. 20
25 de febrero de 1849
Se supone que cargaba la tosca escalera un engañado, un recién caído del guindo, quien, bajo la promesa de los doctos en inocentadas, podía ver la llegada de sus Majestades de Oriente encaramado a ella. Lo cierto es que el engañado solicitaba un trago cada poco -unas veces de bota, otras de frasca-, y dejaba sin cuartos a los espabilados.
"A pesar de lo desapacible de la noche de anteayer fué grande la animación entre la gente aficionada á esperar los Reyes Magos. Algunos fueron engañados sin saber a qué: la mayor parte volvieron sin saber donde, por haberse dejado la memoria en la taberna."
[La España. Madrid, 7 de enero de 1863]
Aquella noche de hace ciento cincuenta y dos años -recién cumplidos-, fue apoteósica. Una de las comparsas que discurrían por las calles madrileñas estuvo formada por cien personas. Algunos iban montados a caballo, otros en el coche de San Fernando, y todos, en conjunto, conformaban una turba enloquecida emanando ruidos y gritos. En total se contaron unas dos mil personas entre comparsas y seguidores.
El Madrid Cómico
Madrid, 10 de enero de 1875
Tradición perdida, asociada a las comunidades asturianas y gallegas residentes en la Villa y Corte -especialmente ligadas al ramo de los mozos de cuerda y aguadores-, aquella costumbre había nacido en la primera mitad del siglo XIX. Aunque en principio no era del agrado de los madrileños, con el tiempo muchos se fueron sumando al singular festejo.
"Anoche andaban gallegos y asturianos por calles y plazas, cargados de escaleras, de antorchas y cencerros, con el objeto de ver venir á los Reyes Magos.
Al pasar una comparsa por la calle de Alcalá, uno de los acompañantes se subió en la escalera para ver si distinguía á los ilustres viajeros, y cuando estaba empinando la bota, una mano que salió de un balcón le quitó el recipiente de cuero con el sabroso contenido..."
[El Contemporáneo. Madrid, 6 de enero de 1863]
"Los gallegos en el pleno ejercicio de sus derechos,
en el instante de ir á esperar á los Reyes Magos."
Periódico para Todos. Madrid, 20 de febrero de 1874
Denostados por algunos sectores de la prensa, que los denominaba "bobos" o "bárbaros", y que difamaba tal fiesta diciendo que "al amparo de ella hacen su agosto los rateros", lo cierto es que se trataba de una simple manifestación de alegría, rescoldo de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
Tampoco era una cabalgata improvisada -aún faltaban sesenta y cinco años para que Madrid tuviese una (5 de enero de 1928)-, sino una exaltación de felicidad por la venida de los regios sabios de Oriente.
"La felicidad tiene muchas formas, y para el que en estas noches de enero corre como un desesperado desde la puerta de Alcalá á la de Toledo en busca de los Reyes, la felicidad se reduce á encontrarlos en su camino. [...] Correr lleno de fé y de esperanza detrás de un absurdo, pudiera ser una cosa no vista y digna de llamar la atención cuando todos los hombres estuvieran tan en su cabal juicio que ninguno hiciese por su parte lo que tanto asombra y divierte en los protagonistas de estas correrías nocturnas."
[El Contemporáneo. Madrid, 7 de enero de 1863]
A finales del año 1882, el entonces alcalde de Madrid, D. José Abascal y Carredano, aprueba una ordenanza por la que se cobra un impuesto a las comparsas y prohíbe la utilización de hachones, escaleras y todo tipo de ruidos y escándalos que causasen molestias al vecindario.
Con este bando el alcalde intentaba abolir el festejo... y desde luego que lo consiguió. La noche del 5 de enero de 1883 reinó la paz y la armonía en las calles y plazas de Madrid.
Sólo en algunos barrios de la periferia se manifestaron los adeptos a la celebración; lo hicieron con sus hachones encendidos, pero en silencio y cabizbajos.
"El Alcalde de Madrid ha impuesto una especie de contribución á los subditos de los Reyes Magos.
Este año, los que quieran salir á esperarlos con hachones encendidos tendrán que abonar cinco pesetas, mediante cuyo pago recibirán una licencia que acreditará su monarquismo.
La medida nos parece acertada, y más aún si el producto de las licencias se destinase á un objeto benéfico piadoso, pues este sería un medio de desagraviar á los Santos Reyes de los desacatos y profanaciones que entre cierta clase del pueblo suscita su memoria.
Hay costumbres, que en épocas de piedad pueden ser, si no plausibles, por lo menos tolerables; pero esas mismas costumbres en tiempos como los presentes y en poblaciones como Madrid son motivo de escándalo, que deben desaparecer en obsequio de la moral y de la religión.
En Madrid, las fiestas de Navidad son, por lo menos en sus manifestaciones públicas, fiestas enteramente paganas: las tabernas, los cafés y las fondas hacen su agosto, y mientras se piensa en comer y beber, se abandonan, acaso más que en el resto del año, las prácticas religiosas.
De este modo la vida moderna sabe convertir en días de Pasión los de Navidad; sacando del sagrado pesebre al Niño Jesús para crucificarle en estos días con el ultraje de tantos escándalos y liviandades."
[La Ilustración Católica. Madrid, 5 de enero de 1883]
Veinte años mediaron desde la primera noche de Reyes de Galdós en Madrid hasta la abolición de la costumbre de andar corriendo por las calles con una escalera.
"¡Qué consuelo para los miserables poder creer tan lindos cuentos! Y si es verdad que hubo Reyes Magos que traían regalos a los niños, ¿por qué no ha de haber otros Reyes de ilusión, que vengan al socorro de los ancianos, de las personas honradas que no tienen más que una muda de camisa, y de las almas decentes que no se atreven a salir a la calle porque deben tanto más cuanto a tenderos y prestamistas?"
Misericordia. Benito Pérez Galdós, 1897.
ALEGORÍA DE LA FIESTA DE LOS REYES MAGOS
(Composición y dibujo de J. Riodavets)
La Ilustración Española y Americana
8 de enero de 1881
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