Sede de Prisa en la Gran Vía de Madrid.
Hace ahora 32 años, cuando se produjo la primera gran venta de estas características (la adquisición por Matra-Hachette del grupo Salvat), la operación necesitó el placet del Consejo de Ministros, y nada menos menos que Jorge Semprún, a la sazón ministro de Cultura, tuvo que emplearse a fondo para justificar y dar cobertura legal a una decisión que en muchos aspectos resultaba incomprensible. Hoy aquellas “resistencias” resultan incluso risibles. Habría que analizar con tiempo y amplitud si este triunfo de la globalización y la lógica de los rendimientos no es también el resultado de una pérdida que no se mide sólo en términos de propiedad o economía.
Hace ya mucho que vivimos en otro mundo. Lo que no sabemos es por cuánto tiempo podremos seguir llamándolo vida. O, como sugiere el autocorrector (un verdadero cabroncete), guasa.