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Prisioneros. La otra cara del terror

Publicado el 10 octubre 2013 por Banacafalata
PRISIONEROS Prisioneros. La otra cara del terror
Prisioneros. La otra cara del terror Título Original: Prisoners Director: Denis Villeneuve Guión: Aaron Guzikowski Música: Jóhann Jóhannsson Fotografía: Roger Deakins Intérpretes: Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo, Paul Dano, Mike Gassaway, Dylan Minnette, Len Cariou, Wayne Duvall, Jane McNeill, Sandra Ellis Lafferty, Tiffany Morgan, Todd Truley Distribuidora: Warner Fecha de Estreno: 11/10/2013 Hace unos años Denis Villeneuve asaltó el panorama internacional con una soberbia película que se llamaba Incendies. En aquella, contaba la historia de dos hermanos que tras la muerte de su madre, descubren la existencia de un hermano y que su padre al que creían muerto seguía vivo. Esto les enfrascaba en una vuelta a través del mundo para encontrarlos. Lo poderoso de Incendies es como Villeneuve llevaba a sus personajes a una situación límite, para examinar su condición humana en una situación completamente imprevista. Todo además se narraba de una forma tensa y agobiante y se resolvía al sonido de un suspiro atronador que se sentía como una puñalada en el pecho. En su lógico asalto a Hollywood, Villeneuve sigue fiel a este estilo, y con Prisioneros sigue una evolución natural en ese estudio del comportamiento del ser humano enfrentado con situaciones inesperadas que le hacen de dudar de su propia condición. Prisioneros nos cuenta la historia de dos familias a las que les han secuestrado a sus hijas, y mientras un inspector de policía haga todo lo posible por resolver el caso, ellos trataran de enfrentarse a una situación para la que no podrían estar preparados.
La primera parte de Prisioneros me resulta sobresaliente, no sólo me recuerda a Incendies, sino que también, me trae a la cabeza otro drama de unas características similares y narrado con la misma frialdad como es La Caza. La película se acerca especialmente a la odisea de un padre que no sabe cómo actuar. Un personaje, al que da vida Hugh Jackman, en la que es de lejos la mejor actuación de su carrera, con unos matices tan ricos que permite entender todos los dilemas morales con los que se tiene que enfrentar. Este hombre llamado Keller Dover es un hombre que cuida a su familia, creyente y que siempre se encuentra preparado para combatir cualquier situación. Cuando vea como el que todo parece indicar que es el asesino de su hija, es liberado por no tener pruebas contra él, tratará de tomar la justicia por su mano, secuestrándole y torturándole con el afán de encontrar una respuesta. En esta primera mitad de la película, muy distinta a su segunda parte, Villeneuve habla de muchas cosas. Habla del miedo, de la ira, de pedir perdón y de aprender a perdonar, de la fe, de cuestionarse a Dios y preguntarse cómo actuar. Lo cuenta de una forma que me da muchísimo miedo, consigue aterrarme por completo, con el rostro de Paul Dano (¡qué magnífico actor!) escondido tras unas enormes gafas. El enfrentamiento moral con el que tiene que luchar Keller Dover es algo que se apodera de mi por completo, y me exprime hasta el mismo sufrimiento del personaje. Además, nunca se olvida de los demás personajes, de cómo cada uno aprende a lidiar con esto de una forma distinta. Del hundimiento de su mujer, a la sobriedad con la que trata de afrontarlo la madre de la otra niña. O lo completamente perdido, sin saber muy bien cómo actuar del otro padre que también ha perdido a su hija. Prisioneros. La otra cara del terror Pero mientras esto ocurre, el realizador va preparando el terreno para toda la parte final de la película. Piezas sin demasiado sentido van esparciéndose sobre la mesa, como el que pone un puzzle sobre la mesa, y para el espectador es imposible encajarlas. Poco a poco, según el caso empieza a abrirse, los dilemas morales se apartan, y la película se convierte en un enrevesado thriller en el que poco a poco las piezas empiezan a encontrar su sitio. Todo esto me recuerda mucho a Fincher, y aunque lo disfruto, nunca llega a ser tan sobresaliente como lo es en su inicio. Pero la incertidumbre de ver como todo va pasando sin verlo venir, pero una vez que pasa, el espectador entiende a la perfección como ha ocurrido todo me resulta altamente adictivo. La película nunca vuelve a recuperar ese nivel mostrado en la primera parte. Pero cambia la visceralidad de los actos que ocurren en la primera mitad, por la sobriedad de un magnífico thriller. En esta mitad es Jake Gyllenhaal el que toma el protagonismo de la película. Gyllenhaal es uno de los mejores actores que hay a día de hoy en Hollywood, y lo demuestra en todas y cada una de sus escenas. Sus ojos azules se clavan en el espectador y es una suerte encontrar a un actor así para un personaje de estas características. Porque si hablábamos de lo perfectamente definido que está ese padre que lucha contra sus demonios, si siento que necesito saber más del detective al que interpreta Gyllenhaal. Es cierto que el director nos deja pequeñas pistas, sus tatuajes indican que posiblemente tuvo una juventud complicada. La cruz tatuada en su mano, también nos habla de un hombre religioso. Pero necesito alcanzar a comprender la tenacidad que imprime a su trabajo, la importancia de esa perfección buscada y que parece, que pese a lo grave del caso, nadie más en la comisaria parece tener. Me gustaría llegar a comprender a que responde la ira que imprime en sus acciones. Pero por suerte, el dolor que es capaz de mostrar un actor como Gyllenhaal en el personaje, hacen que estos pequeños vacíos se disipen, que él sea capaz de llenar esos huecos y anteponerse a las propias líneas de guión. Prisioneros. La otra cara del terror
Prisioneros son dos películas en una. Por un lado, uno de los dramas más aterradores que hemos presenciado en los últimos años, en una historia que recuerda al Adiós pequeña, Adiós de Ben Affleck, de una forma mucho más fría y calculada.  Y por el otro, uno de los thrillers más sobrios que hemos podido ver últimamente. Por desgracia, esta parte, pese a que resulta inteligentísima y está perfectamente trazada, no está tan pulida como la anterior, y empaña, ligeramente, el resultado de la que podría haber sido, con diferencia, la película del año. Porque aquí todo funciona, comenzando por su acertado casting, y no nos podemos cansar de alabar a gente como Paul Dano, Jake Gyllenhaal, Viola Davis o Melissa Leo en cada trabajo que realizan, si no que el realizador, además, exprime a Jackman, a Maria Bello y a Terrence Howard haciéndoles realizar la mejor interpretación de sus carreras. Villeneuve es un fantástico director obsesionado por observar el comportamiento humano, y viendo el resultado de sus dos últimas películas, sólo podemos esperar de él en el futuro muchas cosas buenas.

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