He de reconocer que me ha costado volver a escribir después del periodo de inactividad que ha supuesto el verano. Ha sido una cuestión de disciplina mental y de rescatar el deseo de hacerlo, ayudado por la actividad de los lectores del blog.
Por otro lado, nos hemos embarcado en lo que puede ser la mayor y mejor inversión de nuestras vidas, y es también una cuestión de disciplina mental.
La mejor inversión de nuestras vidas no es un inmueble para alquilar, ni una acción que reparte un alto dividendo ni siquiera un bono del tesoro de un estado generoso con economía estable. Técnicamente, no es ni siquiera un activo.
¡Hemos dejado de fumar! Esa ha sido nuestra gran inversión y no está siendo fácil. Todavía nos asaltan tentaciones en algunas circunstancias, en las que por algún complicado mecanismo psicológico echas de menos sujetar entre tus manos un cigarrillo.
¿Por qué dejar de fumar es una buena inversión?
Teniendo en cuenta que ambos podríamos haber sido considerados como fumadores empedernidos, el ahorro de gasto mensual es apreciable. Una cajetilla al día, cada uno, es una cantidad nada despreciable de dinero en computo mensual. En nuestro caso ascendía casi al 30% de nuestros gastos en metálico. Por lo tanto, esta decisión tendrá un alto impacto en nuestras finanzas, si lo logramos del todo, claro está.
Esa cantidad ahorrada podría destinarse a aumentar las inversiones en activos o a ahorrar, pero al tener un reparto ya tan bien estructurado y dado la componente de esfuerzo personal, seguramente la invirtamos en mejorar nuestra vida familiar: permitirnos algún viaje de fin de semana, actividades para los niños, desarrollar algún hobby o simplemente, como ayuda para alguno de nuestros planes de futuro, por ejemplo, mudarnos de piso.
Es un ejemplo de dejar de utilizar tu dinero en algo que aporta un dudoso valor (o ninguno) y dedicarlo a otras cosas que aportan un tipo de valor más beneficioso.
Además, no hace falta comentar el deterioro paulatino de la salud que supone ser fumador: envejecimiento de la piel, deterioro de la dentadura, dificultades respiratorias, etc. Esto se traduce a lo largo de tu vida en un aumento progresivo de los gastos relacionados con la salud. Es como ir creando un pasivo futuro, algo que quitará dinero de tu bolsillo el día de mañana, que crecerá exponencialmente con el paso de los años.
No todo es cuestión de dinero
Ni que decir tiene, que la única ventaja de esta inversión no es de índole económica. Desde el primer día comienzas a sentir cierta mejoría en tu salud, recuperas algunos sentidos como el olfato y el gusto, descansas mejor mientras duermes (yo incluso necesito dormir menos horas) y eres capaz de subir las escaleras de una carrera sin asfixiarte.
Pero lo mejor… lo mejor es la libertad. No tener la sensación imperante de que necesitas fumar un cigarrillo, te hace estar más concentrado en tus tareas y te confiere una profunda sensación de libertad.
Recuerdo algunas situaciones en la que no habría salido a la calle por nada del mundo, ya sea por cansancio o por que el tiempo no acompañaba, pero en las que me he puesto algo decente sólo para salir a buscar un paquete de tabaco ¿No es eso esclavitud?