No hay juicio exterior que pueda prevalecer sobre el proceso creador.
Es decidir dónde bajamos el censor y dónde le damos rienda suelta a que siga sacando lo que quiera.
En el caos creativo podemos no notar dónde empieza nuestra formulación y dónde la de algo que leímos ¿Importa? ¿Quién veda el paso del flujo de reproducción de lo que queramos hacer eco? Si algo lo limita, conciente o inconciente, es que lo que nos rodea nos está dando el mensaje de limitación. Salirse, desprenderse, y seguir viaje, es lo aconsejable.
Más en estos tiempos internéticos, donde lo que hacemos es compartir lo que nos resuena, expandir posibilidades y dejar que vuelva lo que tenga que venir. A raíz de lo que saquemos, sino no hay vuelta que valga.
¿La lógica dónde queda? En la entrañable idea de que por sometimiento a lo racional algo más concreto saldrá. Falso. Lo racional y estructurado impide que salga la cantidad, para que luego podamos ver qué nos satisface y qué no de lo que producimos.
Normalmente, si salió es parte de lo que hay que pasar. No merece ser sacado, retirado, eliminado, porque el proceso es ese, salió de ese modo, y hay que compartirlo. La comunicación a borbotones hace que llegue como se quiera tomar.
Tomátelo con soda.