Gestionado por el CIEMAT, el programa ON Cultivos lleva funcionando desde 2005. Con un presupuesto de 62 millones de euros, dicho proyecto ha llevado a cabo diferentes estudios, experiencias, ensayos y difusión de resultados relacionados con la obtención de biomasa a partir de cultivos energéticos en España, o lo que es lo mismo, en el área de la AGROENERGÍA.
On Cultivos cuenta actualmente con más de una veintena de participantes, aunque han llegado a formar parte del proyecto unas 39 entidades, siendo en su mayoría empresas del sector energético, centros de investigación y universidades, entre los cabe destacar al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Acciona, Abengoa, Endesa o la Universidad Pontificia de Comillas.
El proyecto se ha abordado desde 4 puntos:
- Un programa experimental de cultivos, sobre un total de 12.000 hectáreas, en las que se han llevado a cabo estudios sobre las diferentes especies y variedades de plantas herbáceas (anuales y perennes) y leñosas.
- Desarrollo y demostración de la biomasa procedente de cultivos en diferentes aplicaciones energéticas, como la producción de calor, electricidad o de biocarburantes.
- Evaluación de la sostenibilidad a través de la evaluación de ciclos de vida (ACV´s), desde el punto de vista energético, medioambiental y económico.
- Difusión y explotación de los resultados.
La meta final del mismo es situar la producción de energía en España partir de biomasa de cultivos específicos, desde su actual situación de muy bajo desarrollo, hasta un estado precomercial, definiendo y creando las condiciones que promueven el mercados sostenible de esta alternativa.
Será una de las últimas oportunidades, sobre todo a partir de la reformad e la PAC que entre en vigor en 2014, de desarrollo comercial serio de la agroenergética en España, sobre todo si la Administración es capaz de impulsar entre el sector la denominada Explotación Agraria Productora de Energías Renovables (EAPER)
Estos cultivos pueden ser complementarios e incluso sinérgicos, bajo un punto de vista medioambiental y económico con los cultivos agrícolas tradicionales o convencionales y por su rusticidad suponen un importante ahorro de fertilizantes y agua con relación a agricultura tradicional, disminuyendo el impacto medioambiental negativo e ésta.