Carlos Ilián, Marca
Había muchas ganas de ver de nuevo a Manzanares después de su triunfo del sábado. El ambiente era de máxima expectación y los tendidos se llenaron a reventar. La gente quería otro triunfo del alicantino como fuera. Parecía como si el público estuviera dispuesto a aupar a José Mari, a empujar, a ovacionar todo. Es lo que pasa con estos toreros singulares cuando conquistan Sevilla. Se produce un fenómeno de sugestión colectiva que termina por convertir lo malo en bueno y lo normal en excepcional.
Ayer Manzanares, no fue, ni por asomo, el del toro del indulto. Más bien se pareció al del segundo toro de su lote de los cuvillos. Es decir, el Manzanares despegado, de patita retrasada, de no cruzarse con el toro ni un milímetro. Tuvo la virtud de administrar con sabiduría las escasas fuerzas de sus dos toros, de no molestarlos y dejar tiempos bien dosificados para que recuperaran el resuello. Gracias a ello pudo sacar partido de los inválidos jandillas. En cuanto a su toreo, insisto en las distancias exageradas y en esa forma de colocarse fuera de cacho. Hizo pues un toreo de mando a distancia, intercalando muletazos lentos y templados con trallazos y enganchones. No importa, todo se lo jalearon. Lo mejor: la estocada al quinto. Un soberano volapié. Y me pregunto: ¿cuándo se cruzara Manzanares con un toro?
El francés Castella se llevó el mejor ejemplar, el único de triunfo grande de la corrida, lidiado en primer lugar. Pero Castella hizo un toreo de tiralíneas, frío y sin alma. El toro era para una muleta exquisita, no para ese trapo de pegar pases que utiliza Castella. En el cuarto, una borrega que trataba de huir, estuvo mucho rato en la cara del mismo para justificarse a base de insistir. Nadie recordará un solo muletazo de cierta entidad.
El peor lote de la deslucida de corrida de Jandilla se lo llevo Talavante. Su primero estaba en estado moribundo y el sexto, sin un gramo de fuerza, se defendía entre hachazos. Talavente insistió hasta el aburrimiento y ya al final ligó una tanda de naturales de frente que maquillaron la faena.