El saúco es un árbol que puede llegar a medir hasta 10 metros de altura, muy abundante en Europa y de aspecto imponente por sus numerosas flores de color blanco amarillento y muy aromáticas. A nivel terapéutico se usan sobretodo sus flores y frutos, aunque en algunos casos también se recurre a las hojas y a la corteza del árbol.
Las propiedades medicinales del saúco son sobretodo depurativas. Es un excelente sudorífico que estimula la transpiración y diurético, con lo que colabora de manera muy eficaz en la eliminación de toxinas de la sangre. También tiene un importante poder contra las inflamaciones y las afecciones del sistema respiratorio. Se usa en forma de infusión para tratar resfriados, gripes y catarros, e incluso se puede tomar como medicina preventiva.
La infusión de flores de saúco se realiza mezclando dos cucharaditas en ¼ de litro de agua hirviendo y dejándolo reposar unos minutos antes de su toma tres veces al día. De la misma manera se prepara el té de hojas que tiene propiedades muy parecidas, aunque su olor no es muy agradable.
A nivel externo se pueden aplicar compresas de saúco para aliviar los síntomas de las hemorroides, las quemaduras leves y algunos problemas de la piel, como eccemas y dermatosis. También tiene propiedades como coadyuvante en el tratamiento de la conjuntivitis realizando lavados de los ojos con la infusión de las flores.
El saúco es una planta medicinal con muy pocas contraindicaciones, aunque en ocasiones muy concretas puede tener ciertos efectos secundarios. Por ejemplo hay que evitar tomarlo cuando se está bajo medicación de diuréticos, para no aumentar sus resultados de manera excesiva. Tampoco se recomienda comer frutos crudos del saúco, ya que sin haberlos cocido previamente pueden provocar trastornos intestinales como diarreas, vómitos y dolores. De igual manera está prohibido tomarlo a las mujeres embarazadas, ya que podría provocar problemas en su gestación.