Con la llegada del Año Nuevo todos nos planteamos una lista de propósitos y cambios en nuestra vida. Para muchas personas cuando un año termina y otro comienza, se produce una especie de fin de ciclo o de época que da paso a otro nuevo. Y en ese nuevo ciclo, nos planteamos estos propósitos con la intención de sentirnos mejor con nosotros mismos y de mejorar y crecer como personas. Sin embargo, la mayoría de las veces esos todos esos propósitos quedan reducidos a una simple lista.
Algunos de los propósitos más comunes de Año Nuevo son perder peso y adelgazar, apuntarse al gimnasio, llevar un estilo de vida saludable, dejar de fumar, empezar a practicar un deporte, dedicar más tiempo a nosotros mismos, conocer gente nueva y diferente, aprender nuevos idiomas o incluso empezar una nueva carrera universitaria, encontrar pareja, casarse o formar una familia.
En una época de cambio como es el inicio de un nuevo año y más después de unas vacaciones, nos planteamos nuevas metas en nuestra vida profesional y personal. Muchas veces de manera poco reflexiva establecemos unos propósitos que ni siquiera nos motivan o tienen que ver con nosotros, solo porque es lo que el resto de personas a nuestro alrededor hace.
Consejos para cumplir nuestros propósitos de Año Nuevo
Para que estos nuevos propósitos no queden en meras promesas olvidadas, a la hora de plantearnos estas metas y cambios debemos adoptar una perspectiva realista y determinar objetivos alcanzables. Debemos priorizar y elegir aquellos que nos motiven y nos apasionen más y, de esta manera al centrarnos en pocos objetivos sin querer abarcar demasiados, tendremos más opciones de éxito.
En relación con lo anterior, es importante concretar nuestros propósitos. Es decir, delimitar bien cuál va a ser nuestro objetivo puesto que a veces tener expectativas demasiado altas solo servirá para obtener una mayor frustración si fracasamos. En lugar de establecer un propósito tan genérico como “adelgazar y ponerme en forma” debemos plantearlo de otro modo: “salir a correr martes y jueves y tener una alimentación saludable”, por ejemplo.
A la vez que fijamos y determinamos estos objetivos más concretos, debemos tener un plan de acción. Tener una buena organización y planificación es fundamental a la hora de conseguir resultados. Un aspecto fundamental es ser constantes y no abandonar nuestros propósitos, según los estudios un hábito se convierte en rutina tras 21 días.
La mayoría de las veces estos propósitos son difíciles de cumplir y podemos tener momentos de debilidad. Esto es absolutamente normal y debemos ser tolerantes con este proceso, si asumimos esta premisa nos será mucho más fácil poder continuar con nuestros objetivos. Además, en relación a este aspecto, es conveniente también premiar el esfuerzo realizado. Esto nos motiva a seguir esforzándonos y hace el objetivo final esté más cerca.
Por último, puede ser eficaz elaborar una lista con las ventajas y los motivos que nos han llevado a plantearnos estos cambios y estos objetivos. De esta forma, en los momentos de debilidad podemos recurrir a esta lista y ser “nosotros mismos” los que nos concienciemos de seguir adelante con nuestras metas.