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“PRÓTESIS” de Andreu Martín.

Publicado el 14 enero 2021 por Marianleemaslibros
“PRÓTESIS” de Andreu Martín.
"No hay nada más siniestro que la sonrisa de una calavera. Es un rictus petrificado, frío, inexpresivo e inmutable. Dientes apretados en un mordisco feroz. Es un cepo que se cerró de golpe, clap, y nunca jamás soltará a su presa. Es una carcajada contenida y sin alegría, sonrisa de compromiso, sonrisa de dolor, amenaza de crueldad. Mueca forzada de verdugo que finge ser tu amigo antes de hacerte daño, mucho daño.
La sonrisa de una calavera sugiere cuencas vacías, que son ojos que miran hacia el interior del cráneo y se regodean en la visión de pensamientos putrefactos. Sugiere corrupción, y gusanos, y huesos que se oxidan lentamente mientras esperan la hora de la revancha.”
“PRÓTESIS” de Andreu Martín.
En "Prótesis" todo comienza una noche en un desvío de la carretera de Vallvidrera, lugar al que una pandilla ha llevado a una pareja para abusar de ellos. Allí son atacados por la policía, el líder muere y Miguel, "el Migue", después llamado "el Dientes", se enfrenta a la brutalidad del Gallego, el policía que le machaca la boca a golpes para que no cuente el secreto que puede hundirle. Desde ese momento el Dientes vive con un solo propósito que los llevará a ambos a forzar todos los límites humanos: venganza. Novela de total virtuosismo en que no sobra ni una palabra, "Prótesis" sostiene una tensión a lo largo de sus páginas que mantienen al lector sin aliento y que le hacen asistir con fascinación a una espiral de violencia degradante que culmina en un final apoteósico.
“PRÓTESIS” de Andreu Martín.“PRÓTESIS” de Andreu Martín.“PRÓTESIS” de Andreu Martín.Andreu Martín (Barcelona, 9 de mayo de 1949) es guionista de cómic y cine y aficionado a la literatura de aventuras y al cómic. Durante el bachillerato empezó a escribir guiones de cómics, actividad que será su principal fuente de ingresos durante más de diez años. También siente interés por el teatro. En 1965 comienza a estudiar Psicología en Barcelona y se licencia en 1971. No ejerce la profesión, pero su obra demuestra en la construcción de los personajes y los argumentos el profundo conocimiento que el autor tiene del mundo de la locura y la obsesión.
Ha ganado varios premios de importancia: en 1979 ganó el premio Círculo del Crimen, con la novela “Prótesis”; en 1989 el Premio Nacional de Literatura Juvenil; ha ganado tres veces el Premio Hammet, concedido cada año durante la Semana Negra de Gijón por la Asociación Internacional de Escritores Policíacos, a la mejor novela negra publicada originalmente en castellano en el año; en 1992 ganó Deutsche Krimi Preis, premio a la mejor novela policíaca publicada en el año en Alemania. También ha obtenido el Premio Ateneo de Sevilla en el 2000, con la novela “Bellísimas personas”; el premio «La sonrisa vertical» en 2001, con “Espera ponte así”; el II Premio Alandar de Narrativa Juvenil de la editorial Edelvives y en 2004 ganó —junto a Jaume Ribera— el Premio Brigada 21 a la mejor novela del año escrita en catalán, con “Amb els morts no s’hi juga”. En el año 2011 se le concedió el premio Carvalho en el marco de BCNegra y también el Sant Joan Unnim por la novela “Cabaret Pompeia”, ambientada en la Barcelona de la primera mitad del siglo XX.
Mi propio resumen-síntesis sin spoiler
Todo empieza con el sonido de una persistente llamada telefónica en una pensión zaragozana de mala muerte. Un sonido largo tiempo ansiado por parte de Miguel, “el Migue” como le llamaban antes, “el Dientes” como ahora se hace llamar, tres años esperando esa llamada, estremeciéndose cada vez que escucha el timbre a la vez que observa su sonrisa de calavera metida en un vaso de cristal. Buenas noticias, es el Marujo que por fin ha dado con el Gallego, en Barcelona, y sabe a qué se dedica ahora que ya no es policía, después de que lo echaran del cuerpo por culpa de Miguel.
Se pasa horas y horas mirándola, cada noche, desde que se la arranca de las encías hasta que la devuelve a su sitio, en la boca. La mira con sus ojos rasgados, felinos y desagradables y, mientras lo hace, respira por la nariz acompasadamente, a un ritmo quizá más acelerado de lo normal. Noches enteras con la vista fija en ella y pensando que ha pasado mucho mucho tiempo.

Sí, ha pasado mucho tiempo, demasiado, pero siempre hay tiempo para la venganza, nunca es demasiado tarde para una venganza reposada, ocho años maquinándola, soñándola dormido, soñándola despierto remontándose cada día a ese día, reviviendo cada instante de aquella noche, 

fumando, mirando la sonrisa de calavera encerrada en el vaso de agua y murmurando entre dientes, la mala leche vibrando en cada célula de su piel. «Te voy a joder, hijoputa, te voy a arrancar los dientes uno a uno, te ataré a la cama y te daré patadas en los huevos y te pasarás el resto de tu vida en una silla de ruedas y meando sangre, cabrón. . .».

La noche de los tiros, el pánico, los llantos, los chillidos y la cabeza del Cachas, el jefe de la panda, destrozada por un balazo, con el ojo colgando. La noche en que el Gallego les echó el guante y a golpe de culata, le arrancó al Migue todos los dientes y dibujó su cara de cicatrices, que hoy son fieles recordatorios de lo sufrido. De los cuatro miembros de la Banda del Barrio de la Mina, El Chava fue el único que consiguió escapar, que se libró.

No había visto la pistola en la mano del hombre. No supo que la tenía hasta que empezó a recibir golpes en la boca. «¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!». Y cada «Cállate» era un golpe que le aplastaba los labios, que le llenaba la boca de sangre y de dientes, dientes que se iban desprendiendo uno a uno, que se iban rompiendo, dientes que le ahogaban. Y Miguel dejó de gritar para escupir, pero el otro lo perseguía y pegaba, pegaba, a la boca, a la boca, a la boca, y gritaba «Cállate, cállate, cállate», y luego patadas a la cabeza, y luego. . . y luego. . .

La paciente espera no ha sido en vano, por fin parece que ha llegado la hora de la verdad, el momento, su momento y allá que se va Miguel, “el Migue”, “el Dientes”, a Barcelona, él y sus escasas pertenencias en busca de sangre, como si ya estuviese oliendo la sangre del Gallego, escuchando los aullidos de dolor del Gallego.
Se acabó, por fin, después de ocho años, ocho larguísimos años de moverse a toque de pito, a toque de corneta, siempre contra reloj. Parecía que nunca iba a llegar este día. La rancia atmósfera de la habitación, de repente, huele a libertad. De repente, se ve lleno de vitalidad. Libre. Libre después de cuatro años de cárcel, uno y medio de mili y tres de esclavitud. Ha llegado la hora de la verdad. La hora de entrar a matar.

Y hasta aquí puedo contar, no os digo más, no puedo decir más. Tendréis que leerlo vosotr@s para descubrir si todos los sueños de Miguel se cumplen, o solo algunos, o ninguno.
“PRÓTESIS” de Andreu Martín.¿Conocéis a Andreu Martín? ¿No? Hasta ahora yo tampoco. Os diré que es un autor muy versátil, que ha tocado y triunfado en muchos y variados palos, libros infantiles y juveniles, guiones y dirección de cine, novela erótica, y lo que mas me atrae a mí, la novela negra. Pero más que triunfar, lo curioso es que se le considera uno de los maestros de la novela negra española y yo sin saberlo. . . Pero lo supe, y supe de “Prótesis” (publicada por vez primera en 1980, para que luego no digáis que no leo clásicos, jeje) y que iba a intentar conseguirla cuanto antes y literalmente, poco más de un día me ha durado. Vale que solo tiene 252 páginas, no son muchas, pero es que este hombre, Andreu Martín sabe como agarrarte y no soltarte, sabe como pegarte a esas páginas hasta dejarte horrorizada-fascinada, alucinada con ese final. Pero vayamos por partes:
Desde el principio ya te hueles lo que está por venir, lo presientes. Conoces al personaje principal, Miguel, y hueles su odio, el odio que destila, que exuda por cada uno de sus poros, y entiendes que ese odio es el bastón que le sostiene, que le ayuda a seguir con vida. Y entiendes que Miguel es un mal bicho de esos que sobran en el mundo (también su enemigo el Gallego lo es), un tipo hambriento de violencia, sediento de venganza. No hay más que conocer uno de sus libros preferidos para poder hacerse una idea: “Suplicios orientales del siglo XIX”. Y no te vayas a confiar, no, porque si en algún momento te parece vislumbrar una pizca de ternura o sentimiento por su parte, como cuando recuerda a La Nena, aquella mocosa de trece años que pululaba en torno a la pandilla y de la que secretamente estaba enamorado, ¡falsa alarma! no será más que un espejismo. Porque en este libro, todos los personajes masculinos sin excepción, son unos machistas redomados, misóginos que tratan fatal, física y verbalmente a las mujeres. 
Miguel piensa que aquello no le gusta, que la Nena no tiene ningún derecho a hacerle aquello, la muy hijaputa, no he pasado ocho años en el trullo para que ahora le enseñes el coño a todo el mundo, cabrona, te voy a baldar a hostias, te voy a dar un revés que te vuelvo la cara, puta barata, puta de mierda, y yo pensando en ti durante ocho años, y ahora. . .
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
“Prótesis” me ha gustado mucho, a pesar de (o más bien debido a. . .) su argumento bestial y sus personajes carentes de escrúpulos. Y curiosamente, la prosa del autor, su estilo, también me ha gustado, su truculenta imaginación. Digo curiosamente porque aunque abundan los insultos, y se utiliza un lenguaje extremadamente coloquial, muchas veces soez, al mismo tiempo está muy bien escrito (¿es eso posible? sí, lo es). Lo he disfrutado, me he enganchado desde el principio a esa trama y a esos personajes que dan miedo, sobre todo Miguel, da mucho miedo. 
Y Miguel decide matar al Chava, ese cabrón, ese hijoputa, tío mierda, que no quiere ayudarle contra el Gallego. Sí, lo matará. Se follará a la Carmiña y luego les abrirá la garganta a los dos. Y beberá su sangre.

Y casi se podría decir que lo he leído del tirón, lo he devorado, no lo he soltado hasta llegar al final, un final espeluznante, de esos que te dejan los ojos como platos y vuelves a leer porque no te lo acabas de creer. Y sé que repetiré con el autor, tengo dos en mente: "Si hay que matar se mata" y "La violencia justa", para más adelante. ¿Habéis leído algo de Andreu Martín?
Resumiendo: si tuviera que definir “Prótesis” con dos únicas palabras, serían “venganza” y “rencor”, porque esta novela es sobre todo, eso, la historia de una venganza planificada, largo tiempo premeditada. Y al fin y al cabo el rencor suele llevar a eso, a la venganza que lo llena, lo inunda todo. Una novela brutal, que no me atrevería a recomendar a todo el mundo, porque no creo que sea apta y vaya a gustar a todo tipo de lectores.
Mi nota esta vez como no podía ser de otra manera, la máxima:
“PRÓTESIS” de Andreu Martín.

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