úsica, en silencio, besándose, bailando, escracheando, conduciendo, tapándose o destapándose, de noche o de día, dentro o fuera, es decir, protestar es utilizar cualquier forma de expresión humana para manifestar públicamente que no se está de acuerdo con algo.
No se por qué le llaman protesta pacífica, si todas lo son de hecho, y cuando no sucede así, se le llaman de otra manera, por ejemplo revolución, vandalismo o barbarie. A través de la historia, el hombre ha expresado su descontento con determinadas situaciones de todas las maneras en que la imaginación y la creatividad se lo han permitido, algunas muy originales y otras más comunes, pero siempre ha encontrado oposición en algunos sectores de la sociedad y por supuesto entre los directamente implicados; muchas veces es el gobierno, una empresa o un sector con poder económico o con gran peso social al que va dirigida la protesta.
En un juicio los abogados suelen utilizar la expresión: "Protesto su señoría"; a veces se les acepta la protesta y otras no. En las mal llamadas democracias se suelen escuchar las demandas de los que protestan; en los regímenes totalitarios no, simplemente se les reprime de manera violenta, como si en el juzgado le pegasen con la porra al abogado que dice: Protesto su señoría. ¿Pero sirven de algo las protestas?
Si nos remitimos a la historia encontraremos por ejemplo que en Wahsington en 1917 se rodeó la casa blanca para exigir el derecho al voto por parte de las mujeres:
Desde el 10 de Enero de 1917, las sufragistas decidieron concentrarse diariamente frente a la Casa Blanca. Sus protestas no tuvieron apenas repercusión durante los primeros meses, pero el 20 de Junio de 1917 estalló el escándalo. Durante la visita de una delegación rusa a la Casa Blanca, las sufragistas exhibieron una pancarta que decía: “Nosotras, las mujeres de EEUU podemos afirmar que EEUU no es una democracia. A los 20 millones de mujeres que vivimos aquí se nos niega el derecho al voto”. Más de 200 activistas fueron detenidas.
Aquella protesta hizo el movimiento visible a nivel nacional. El gobierno de EEUU se había embarcado en la 1ª Guerra Mundial y exigía a las mujeres unirse al esfuerzo de guerra. “¿Entonces por qué no podemos votar?”, respondieron las feministas.
El presidente Wilson, que hasta entonces se había opuesto al sufragio femenino, cambió su postura en 1918. Al año siguiente el Congreso aprobó la Enmienda 19 a la Constitución, que prohíbe la discriminación de voto por razón de sexo.
En la India, en 1930, se llevó a cabo la llamada Marcha de la sal que condujo a la independencia de la India.
Londres había instaurado un impuesto sobre la producción y la venta de sal en la India. Gandhi comenzó una caminata de 390 km, y en ella pronunció multitudinarios mítines donde utilizaba este impuesto como ejemplo de la injusticia colonial. Miles de jóvenes se unieron a la protesta.
La marcha convirtió a Ghandi en una referencia política mundial y desencadenó la primera ola de desobediencia civil masiva contra el poder británico. Sería necesaria aún una lucha de más de 17 años para que la India obtuviese finalmente su independencia, pero esta protesta fué el inicio. El 16 de junio de 1976, los estudiantes del barrio negro de Soweto en Sudáfrica, salieron a la calle a protestar cuando el gobierno instauró una ley que obligaba a que la mitad de la enseñanza se realizase en lengua afrikáans. El gobierno reprimió la protesta con dureza y murieron cientos de jóvenes, pero significó el comienzo de la lucha organizada contra el Apartheid, aglutinada en torno al “Congreso Nacional Africano” de Nelson Mandela.
En recuerdo de los hechos en Soweto, cada el 16 de Junio se celebra en Sudáfrica el “Día de la Juventud”.
En 1980, una huelga de más de 17.000 trabajadores en los astilleros de Gdansk forzó al gobierno comunista de Polonia a legalizar “Solidarnosc”, el primer sindicato independiente. Pocos meses después, la organización contaba con más de 10 millones de miembros y jugaría un papel fundamental en las primeras elecciones polacas.
Lech Walesa, electricista en los astilleros de Gdansk y uno de los fundadores de “Solidarnosc” fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1983 y fué Presidente de Polonia entre 1990 y 1995.
En Liberia, en 2003, miles de mujeres, -cansadas de una guerra que se había cobrado más de 50.000 vidas-, salieron a las calles a protestar y forzaron un acuerdo de paz entre el gobierno y las dos fuerzas rebeldes.
La activista Leymah Gbowee fue galardonada con el Nobel de la Paz en 2011 y, ese mismo año, Liberia se convirtió en el primer país africano que eligió a una mujer como presidenta del gobierno.
Actualmente se llevan a cabo protestas por todo el mundo, y algo tiene que cambiar; en algunos lugares serán grandes cambios dependiendo de la presión ejercida y de la urgencia, en otros serán simples paños de agua tibia, pero normalmente cuando el pueblo habla se le debe escuchar. Es muy fácil quedarse en casa sentado y juzgar la manera como otros protestas, lo difícil es salir y hacerlo de alguna manera. Hoy no tenemos a Gandhi, ni a Mandela, ni a Walesa, ni a Gbowee, pero seguimos teniendo jóvenes y no tan jóvenes que aún no han claudicado ante el caos en que se ha convertido este mundo todavía habitable; tenemos la redes sociales para convocar, desenmascarar la mentira y denunciar; y tenemos -aún- nuestra voz.