Desde hace algunos años hay noticias de Próxima B, el planeta extrasolar más cercano a la Tierra, que parecía estéril debido a la super llamarada generada por Próxima, pero estudios recientes indican lo contrario. El bombardeo de rayos ultravioletas (Uv) al que está sometido por su estrella, de hecho, sería mucho menor que el que golpeó la Tierra primordial hace miles de millones de años, en la que la vida ya estaba presente con formas simples, y de la que, bajo la presión de los procesos evolutivos, nosotros también y toda la biodiversidad que conocemos nos originamos. Para determinar esta importante característica de Próxima B, que se encuentra a «sólo» 4,2 años luz de nuestro planeta, fueron dos investigadores del Instituto Carl Sagan de la Universidad de Cornell de Ítaca, Estado de Nueva York (Estados Unidos).
Próxima B es muy similar a la Tierra
Entre los exoplanetas que orbitan en la llamada zona habitable de su estrella, es decir, la que permitiría la presencia de agua líquida en la superficie, Próxima B es la cuarta para el «índice de similitud terrestre» (ESI), una medida que, como su nombre dice, indica cuánto se parece un planeta extrasolar al nuestro (los tres primeros son los famosos TRAPPIST-1 D, Gliese 3323 B y Kepler-438 B. El problema de estos cuerpos celestes radica en el hecho de que orbitan alrededor de estrellas enanas rojas, más pequeñas y frías que nuestro Sol, pero capaces de producir verdaderas llamaradas (explosiones de radiación) que pueden afectar a los planetas más cercanos. Se cree que estos bombardeos de rayos UV son incompatibles con la vida porque pueden dañar las moléculas biológicas, también pueden barrer cualquier atmósfera, haciendo que los cuerpos celestes sean estériles y calientes. Ahora los dos científicos Jack T O’Malley-James y Lisa Kaltenegger de la universidad estadounidense han demostrado que la Tierra primordial fue golpeada por bombardeos de radiación UV mucho más enérgicos, pero esto no ha resultado en el exterminio de la vida y no ha impedido que ésta se desarrolle y evolucione. De ello se deduce que la vida podría estar presente y prosperar incluso en el fascinante Próxima B.
Sin observaciones directas, ¿cómo llevaron a cabo esta investigación?
Pero, ¿cómo demostraron que la radiación UV no debería ser un factor limitante para la habitabilidad de planetas como Próxima B? Los dos científicos llevaron a cabo simulaciones por computadora para calcular el impacto de los rayos UV en varios modelos de planetas, desde aquellos con atmósferas pobres y sin oxígeno y nitrógeno (como la Tierra primordial) hasta condiciones similares a las que vivimos actualmente. Pues bien, los resultados mostraron que estos bombardeos de rayos UV, incluso durante las famosas llamaradas, son siempre inferiores a los que sufrió la Tierra hace miles de millones de años, que ya estaba habitada. Es por eso que Próxima B y otros exoplanetas como TRAPPIST-1E, Ross-128B y LHS-1140B siguen siendo uno de los principales objetivos donde buscar vida en el Universo. Estos cuerpos celestes también son importantes porque en un futuro lejano podrían representar un nuevo «hogar» para la humanidad, teniendo en cuenta que en unos 5.000 millones de años la Tierra será destruida al final del ciclo vital del Sol. Desafortunadamente, en este momento, no tenemos la tecnología para llegar a ellos, e incluso el envío de sondas en tiempo aceptable todavía está siendo estudiado. Los detalles de la investigación americana han sido publicados en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Fuente | Scienze
Imagen portada | Jack O’Malley–James/Cornell University