Este año, sin lugar a dudas, estoy más centrado en lo que me gusta. Sí, en mi área, en Educación Física. El año pasado tuve que ser tutor, y aunque fue una experiencia enriquecedora por todo lo que aprendí, he de reconocer, que donde realmente disfruto es en el patio.
Como principal objetivo este año, me propuse, probar nuevas experiencias. Durante el verano estuve ojeando diferentes temáticas para poder llevar a cabo en mis clases, y en eso andamos, probando.
A principio de curso, apareció la posibilidad de inscribirme a la quinta edición del proyecto de "Hormigas cooperativas", coordinado por mis compañeros Sonia, Tony y Manuel, había escuchado de su existencia en el Congreso de Actividades Físicas cooperativas de Vélez Málaga, pero en realidad, no sabía muy bien en que consistía eso de las "hormigas".
Investigué por la red en su web, os dejo aquí el enlace: Hormigas cooperativas, y me informé de todo el proyecto. Su temática principal son los retos o desafíos cooperativos, un tema que me gusta mucho y que funciona bastante bien en las clases, como pudo comprobar mi compañero @kiscovazquez hace poco y que expuso perfectamente en una de sus entradas en su blog "El valor de la Educación Física". ¡No lo dudé! Me inscribí y posteriormente se lo comenté a mis alumnos de sexto de primaria, los elegidos para llevar a cabo el proyecto. A todos ellos, les entusiasmó la idea.
En dicho proyecto, debes proponer una unidad didáctica sobre retos, utilizando la metodología del aprendizaje cooperativo. Por ello es necesario hacer grupos heterogéneos y definir los roles de cada uno, los cuáles irán rotando en cada una de las sesiones propuestas.
En un principio, lo ideal es hacer grupos de cuatro o cinco, sobre todo si los alumnos no tienen mucha experiencia en este tipo de metodología. Al principio suele haber dificultades, pero forma parte del "paquete". En mis clases, salieron seis grupos de alumnos, tres estaban formados por cuatro alumnos y otros tres formados por cinco alumnos (clase de 27 alumnos). Antes de realizar los equipos, realicé un pequeño sociograma para conocer afinidades y rechazos, con la meta de que trabajaran correctamente. Pretendía que todos los alumnos estuvieran contentos con los grupos que les había tocado. Es la opción que yo utilicé para minimizar los posibles problemas que suelen surgir, hay muchas más.
Posteriormente, preparé cuatro sesiones de retos cooperativos, en las que colocaba en el patio once retos distribuidos por diferentes zonas con su material correspondiente y una tarjeta de este tipo debajo de un cono:
El secretario de cada grupo era el encargado de leer el reto a los demás compañeros, con el objetivo de que todos lo entendieran, una vez entendido, cada uno debía aportar su idea para resolver el reto, ahí es donde entraba en juego el moderador para regular el turno de palabra y que todos los miembros del equipo aportaran su idea. Una vez claro lo que tenían que hacer, se ponían a practicar, entraba en juego el animador, que era el encargado de animar a los compañeros cuando las cosas no salían como estaban previstas. Una vez realizado con éxito varias veces el reto y probado las diferentes ideas de los compañeros, me llamaban para verificar su superación. Yo en primer lugar, pedía a cualquiera del grupo que me explicara el reto a realizar, y posteriormente observaba como se desarrollaba el reto, si lo hacían correctamente, se los daba por válido. Iban al punto de control a rellenar su hoja de equipo, apuntaban el número del reto superado y entraba en juego el rol de material, que era el encargado de colocar el material correctamente para que otros grupos pudieran desarrollar el reto propuesto.
Siempre es recomendable colocar más retos que grupos, yo opté por colocar once retos, y en cada clase tenía seis grupos de alumnos. de esta forma siempre había cinco retos que quedaban libres, para que los alumnos no tuvieran que esperar cuando conseguían superar algún reto.
Una vez llevadas a cabo las cuatro sesiones de retos, pasamos al siguiente nivel. Estuvimos dos sesiones, los mismos grupos, intentando inventar retos para los demás colegios participantes en el proyecto. Para ello, los diferentes equipos, podían utilizar el material que fuese necesario, inventar el reto correspondiente y seguidamente ponerse a practicar. Durante la práctica de su propio reto, verificaban si el reto era adecuado o había que realizar modificaciones. Todos y cada uno de los miembros del grupo aportaban su granito de arena. En un primer momento, la primera sesión, fue un poco desastre. Los grupos se dedicaron a sacar material, pero sin tener muy claro el reto que querían proponer. En la siguiente sesión, en función de las ideas que habían expuesto el día anterior, limité el material a utilizar. Dando a cada grupo el material que yo intuía se podría necesitar. Las clases salieron mucho mejor, tenían más claro el objetivo de la sesión.
Una vez que tenían claro el reto y lo practicaban, se ponían en contacto conmigo para mostrármelo. Cuando yo les daba el visto bueno, el grupo tenía que rellenar una ficha, donde explicaba el reto propuesto, el material a utilizar y las normas del mismo. Estos retos inventados, se tendrán que subir a la plataforma del proyecto para ser valorados por otros alumnos de otros centros.
En las posteriores sesiones, que son en las que nos encontramos ahora, la dinámica de la clase es la misma, pero ahora los retos expuestos son los que ellos mismos han creado. Ahora mismo estamos inmersos en este tipo de sesiones, solucionando los retos que ellos mismos han propuestos. Algunos ejemplos de retos propuestos por mis alumnos son los siguientes:
En el siguiente nivel nos tocará realizar varias sesiones de retos y valorarlos, puestos, que esta vez, serán retos mandados por otros colegios pertenecientes al proyecto. Por lo tanto, tendremos que probarlos para rellenar la hoja de evaluación del reto, comentando nuestras sensaciones. Una vez tengamos todas las hojas, enviaremos a la web del proyecto nuestras valoraciones. Aportando en cada uno de los retos, nuestro feedback correspondiente, con el objetivo de que el hormiguero se mantenga activo y pueda nutrirse en años venideros de nuevos y novedosos retos cooperativos.
He intentado explicar a grosso modo, mi vivencia en el proyecto, de hecho, todavía estoy inmersa en ella. En las sesiones que he llevado a cabo, he disfrutado como un niño pequeño. He de decir, que en ocasiones he tenido algunos problemas(conflictos en los grupos, enfados, frustraciones por no superar un reto), pero venían bien para luego poder trabajar esos aspectos, y los alumnos tomaban conciencia de esos problemas y en sesiones posteriores mejoraban su actitud y comportamiento. Pero a nivel general, la clase ha funcionado bastante bien y los niños han disfrutado mucho. Pienso que ellos han aprendido pero yo también he aprendido de ellos. Muchas veces me quedo asombrado de sus capacidades creativas.
Para terminar he realizado un #visualthinking del proyecto, para que os hagáis una idea de su organización. Muchas veces una imagen vale más que mil palabras.
Desde aquí mi agradecimiento a los coordinadores y a todas las hormigas que formamos parte del hormiguero. Un placer cooperar y compartir con vosotros.
¡Larga vida a las hormigas cooperativas!