Revista Ciclismo
Hace ya casi tres años y medio que me compré la que -por ahora- es mi última bici de carretera: Una BH Contour 6.4. Desde entonces he publicado varias pruebas en este blog: Nada más estrenarla, al cumplir 400, 800, 1300, 2000, y creo recordar que también a los 8.000 kilómetros. Hoy, cuando volvía de darme una vuelta por Almaraz de Duero, vi que le habían caído los 12.000 y que tocaba la siguiente prueba.
La BH Contour, fabricada sólo en 2009, fue el último modelo de carretera de BH que tenía el cuadro de aluminio y los tirantes traseros de carbono. La 6.4 era el modelo más económico, con piezas del grupo Shimano 105 y un peso según catálogo (sin pedales) de 9,2 kgs. Es una bici con una geometría claramente orientada al cicloturismo y que, precisamente por el poco tiempo que estuvo en catálogo, se ve poco en el pelotón de las marchas cicloturistas. Yo recuerdo haber visto sólo una en la Bilbao-Bilbao de hace 2 años, otra también en la Perico de 2010, y una en el Trofeo Iberdrola de 2011, en la que se habían sustituido bastantes piezas para hacerla más competitiva. Vamos, un modelo exclusivo.
Repasemos qué ha pasado con ella durante estos 12.000 kilómetros:
Cuadro: La pintura parece haberse hecho más resistente a los arañazos con el paso del tiempo. No presenta grietas ni fisuras. La zona más dañada es la vaina derecha, por los arañazos de la cadena, supongo que al transportarla para llevarla a las marchas básicamente. También se ha marcado en la pipa de la dirección y en los puntos en que hacen contacto las fundas de los cables. Como el otro día sustituí el del desviador aproveché para ponerle una esponja de protección que dicen que es efectiva.
Manillar y potencia: No parece que les ocurra nada. Siguen siendo los mismos de fábrica. También la cinta del manillar.
Dirección: Ni un solo problema. Quizás tendría que pensar en irla engrasando, lo mismo cualquier día de estos me atrevo. Ya sacamos la potencia y el manillar en una ocasión para subirlo. Creo, de todas formas, que al cortar la horquilla la dejamos un poco baja.
Frenos: Cambié los que venían de fábrica por unos Shimano 105 cuando la bici tendría unos 6.000-7.000 kilómetros. La razón de la sustitución fueron las curvas de la bajada a Navaluenga en la Carlos Sastre, en las que las frenadas dejaban mucho que desear. Al principio los 105 me dieron un buen susto bajando Navacerrada porque mordían demasiado la rueda, pero ahora van muy suaves y resultan tan eficaces como esperaba de ellos. Definitivamente los frenos de fábrica no estaban a la altura.
Cambio delantero: Tuve problemas con el desviador delantero desde nuevo, llegando incluso a cambiarlo por un modelo con abrazadera (también Shimano 105) porque la cadena se salía constantemente por el lado del plato grande, durándole los ajustes poco más de 200 kilómetros. Hace unos 120 kilómetros que he cambiado el cable porque vi que estaba pelado en el punto en que se apretaba en el desviador. Ahora, con cable nuevo, funciona impecablemente. No hay nada como ajustar las cosas uno mismo...
Cambio trasero: Con 11.800 kilómetros se me rompió el cable. Antes notaba bastante imprecisión en lombios, pero lo achacaba a un desajuste de esos que ocurren de vez en cuando. Lo malo es que me ocurrió en plena Marcha Cicloturista Villa de las Ferias, en la que tuve que subirme a la furgoneta escoba en el kilómetro 34, y lo peor es que cuando me puse a cambiar el cable (estoy aprendiendo bricolaje a pasos agigantados) la bola del final se había quedado dentro de la maneta y no había manera de encontrarla. Cuando la saqué, y siguiendo los pasos del video de Ciclismo a Fondo sobre el tema, regular el cambio fue coser y cantar. Ahora va muy bien aunque creo que debería darle un poco más de tensión.
Sillín: Venía con un Selle San Marco Ponza. Al año o año y poco se había hundido y pelado unas partes de tela que tenía (como 5.000 kilómetros, más o menos). Reclamé por la garantía y me dieron otro que no duró ni 100 kilómetros sin hundirse. A un amiguete le sobraba un Prologó Scratch Pro que llevo desde entonces y con el que estoy encantado. He visto más Ponza como los míos hundidos, y por mucho que nos lo digan eso no es normal, no os creáis lo de que se vuelven más ergonómicos que es mentira. Un sillín no tiene que hundirse. Me parece vergonzoso que cobren lo que cobran por los sillines y los hagan en Asia de mala calidad. ¿No os parece que 40 euros, casi 7.000 pesetas ya es una pasta por un asiento para la bici?
Tija de sillín: Se ha arañado de subirla y bajarla, pero cumple su función. Como he cambiado de sillín varias veces he comprobado que es fácil de regular. El cierre también es eficaz, la he llevado mucho tiempo con una cinta aislante para ver si se bajaba o no y ha permanecido exactamente en la misma posición.
Ruedas: Venía con unas Rodi Stylus, fabricadas en Portugal. En pruebas anteriores os conté el problema de las vibraciones, la bici vibraba y las dos cubiertas no quedaban metidas en la llanta de modo uniforme. El mecánico me decía que la circunferencia era perfecta, cambié la cinta del fondo de llanta un par de veces y conseguí una mejoría apreciable con el Michelin verde que venden en Decathlon, pero nunca desaparecieron del todo. Además sólo podía utilizar cubiertas Michelin (nunca he usado cubiertas sin aro), probé también con Vittoria pero había que meterlas con desmontables con el riesgo de pellizcar la cámara. Decidí cambiarlas por unas Mavic Aksium que merecen una prueba aparte y con las que estoy contentísimo aunque también tienen el problema de la dificultad para meter las cubiertas.
Pedales: Look Keo. Ni un problema. Quizás que las calas tienen una vida corta, más que nada porque todavía no han inventado una forma de caminar con ellas. Es inevitable darse unos pasitos cuando te bajas de la bici en el garaje o cuando paras en el avituallamiento de las marchas, pinchas, te tomas algo en una terraza por el camino, etc. etc. En ese sentido son mucho más prácticos los de la bici de montaña por mucho que sean menos racing y las zapatillas más aparatosas.
Cuentakilómetros: Sigma 2006. Se le ha roto una de las patillitas que enganchan en el soporte y de vez en cuando sale volando. Podían hacer la carcasa un poco más resistente. Por lo demás, sus mediciones son razonablemente precisas y es fácil de utilizar.
¿Que si estoy contento con la bici? Mucho. Pero he de reconocer que he tenido demasiados fallos mecánicos y demasiado material que no ha estado a la altura de las circunstancias. Por mucho que nos quieran hacer creer los que se compran bicis de 9.000 euros, creo que por los 900 que costó esta no vamos a pedir que pese 6.850 gramos pero sí que los sillines no se hundan, las ruedas no generen vibraciones extrañas y los cables duren algo más. Será eso de la obsolescencia programada.
En unos días os pongo la prueba de la Trail Racer 9.4, que ya ha cumplido 2.300 kilómetros.