La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes y, a pesar de ello, su diagnóstico puede llegar a ser un poco complejo de realizar. Por esta razón, los especialistas de la salud mental se valen de recursos disponibles y estandarizados para realizar esta labor.
Las pruebas para evaluar la depresión son muchas e incluso puedes encontrar varias versiones en línea. Pero es importante tener en cuenta que los resultados de estos instrumentos no son de manera alguna un diagnóstico infalible. Esto requiere de la valoración de un experto en el área.
Algunas de las pruebas más utilizadas en la psicología clínica para evaluar la depresión:
Escala Heteroaplicada de Hamilton para la Depresión (HRSD)
Se trata de un instrumento clínico creado en 1960, que fue diseñado para evaluar los síntomas relacionados a la depresión en los pacientes, además de servir como estándar para indagar su evolución. Es actualmente uno de los test más utilizados para la evaluación de esta psicopatología debido a su confiabilidad y validez.
Consta de 21 ítems estratégicamente postulados para evaluar la depresión. En revisiones posteriores se redujo el número de ítems a 17, pero también se las puede encontrar de 24 e incluso de 6, siendo todas validadas. Cada respuesta se puntúa y se realiza una sumatoria final que indica la gravedad de los síntomas de depresión que presenta el paciente al cual se le aplica la escala.
Según los resultados obtenidos se considera que un puntaje entre 0 y 7 equivale a la no presencia de depresión en el paciente, mientras que una puntuación entre 8 y 13 puntos indica depresión ligera/menor. Con 14 a 18 puntos se trata de depresión moderada, mientras de 19 a 12 sería depresión severa y un puntaje superior a 23 indica depresión muy severa.
Inventario de Depresión de Beck (BDI)
En 1961 Aaron T. Beck desarrolló un inventario que consta de 21 preguntas con opciones de respuesta múltiples, destinadas a evaluar la presencia y severidad de depresión en los pacientes, siendo este test uno de los aportes más importantes de este investigador psiquiatra que se conoce como el padre de la Terapia Cognitiva.
Actualmente se trata de uno de los test más utilizados debido a su confiabilidad. Ha sido validada en varios países y cuenta con traducciones en varios idiomas. A lo largo del tiempo pasó por diversas revisiones y mejoras hasta llegar a la versión del año 1996 que sigue siendo utilizada hoy en día para evaluar la depresión.
Cada uno de los ítems se puede contestar con una escala valorativa del 0 al 3 que indicarán la severidad de los síntomas que se experimentan por parte del paciente con una temporalidad de al menos dos semanas. La puntuación final varía entre 0 hasta 63 puntos que indicarán el grado de severidad de la depresión.
Montgomery Asberg Depression Rating Scale (MADRS)
La Montgomery Asberg Depression Rating Scale es uno de los instrumentos más utilizados para evaluar la depresión por parte de los profesionales de la salud mental, y es que se trata de una escala heteroaplicada que ha demostrado ser muy eficaz para evaluar los síntomas y severidad.
Cuenta con 10 ítems que deben ser presentados por un especialista mediante una entrevista. A través de ellos se indaga acerca de la presencia de síntomas emocionales y físicos que indican depresión y la severidad de los mismos en cuanto a su impacto en el desarrollo de la vida cotidiana de los pacientes.
Existe una versión que se puede autoaplicar, y aunque ha demostrado ser bastante efectiva, es recomendable que su aplicación sea por parte de un profesional clínico experto en el área de la salud mental. A diferencia del test anterior, este no cuenta con límites de puntuaciones específicas que determinen un diagnóstico.
Cuestionario sobre la Salud del Paciente (PHQ-9)
Es un instrumento autoaplicable que ayuda a evaluar la presencia de síntomas relacionados a la depresión. Es una breve parte de la evaluación del módulo de depresión del Primary Care Evaluation of Mental Disorders Procedure, también conocido como PRIME-MD.
Cuenta con 9 ítems que indican síntomas, severidad y temporalidad. Evalúa la presencia de síntomas depresivos positivos, si se experimentan 1 o 2 en menos de la mitad de los días, mientras que habla de síntomas depresivos negativos cuando no hay presencia de tales.
Indica síndrome depresivo mayor (SDM) en los casos en los que existan más de 5 síntomas durante más de la mitad de los días y otro síndrome depresivo (OSD), cuando los síntomas son entre 3 y 4 con una temporalidad menor. En ambos casos se evalúa la presencia de anhedonia.
Inventario de Salud Mental de 5 reactivos (MHI-5)
Este instrumento consta de 5 criterios evaluativos en una escala autoaplicable que permite determinar la presencia de indicadores de depresión en los pacientes.
Este test se trata de una forma resumida del SH-36, en el que se evalúa una de sus 8 dimensiones. Es aplicable en poblaciones adultas y adolescentes con resultados confiables y actualmente se están realizando validaciones en diversas poblaciones en todo el mundo para su uso.
Este inventario cuenta con 6 opciones para responder que indican la intensidad con la que se experimentan los síntomas que va desde nunca hasta todo el tiempo.
Información importante a tener en cuenta
La depresión es una patología mental que puede ser grave y debe ser tratada de manera correcta pues, en caso contrario, las repercusiones pueden ser muy negativas. Es importante tener en cuenta que los instrumentos de evaluación representan solamente una guía para el especialista pero por si solos no representan ningún tipo de diagnóstico.
Resulta imprescindible la evaluación e intervención de una persona calificada en salud mental para poder hacer el abordaje e indicar el tratamiento correcto de la depresión. Esto va mucho más allá de la aplicación de instrumentos clínicos, requiere de entrevistas y otras evaluaciones.
Si tú o alguien a quien conoces presentáis síntomas relacionados a la depresión, busca ayuda en los especialistas de la salud mental (psicólogos y psiquiatras), quienes pueden ayudarte no solo con un diagnóstico, sino también con el tratamiento adecuado y comprensión de lo que está sucediendo.
Referencias bibliográficas:
- Buela-Casal, G. y Sierra, J.C. (1997). Manual de evaluación psicológica. Ed. Siglo XXI. Madrid.
- Cohen, R.J. & Swerdlik, M.E. (2002). Pruebas y evaluación psicológicas. McGraw-Hill: Madrid.