Revista Psicología
VUELVO PORQUE VOLVER ES MI FUNCIÓNHoy hablaré de un nuevo continente que, como todo nuevo continente, debe todavía concluir su producción y que, por otra parte, no puede, todavía dar cuenta de sí mismo. Un continente que antes de pensar en su autonomía, tuvo que padecer, para poder ser aceptado en la comunidad de continentes, de todos los imperialismos imperantes. Desde la medicina hasta la poesía. Pasando por la estupidez y la magia y en algunos territorios, también, la policía luchó en contra de cualquier crecimiento desmedido de este nuevo continente.Estamos hablando del psicoanálisis, aparentemente una cosa tan individual, tan de diván y, sin embargo, poderosos sistemas sociales se oponen a su socialización.¿No es acaso, la propia familia del loco, la que retira al paciente del tratamiento, aduciendo que los cambios que el psicoanálisis requiere en la familia entera, para que el paciente cure, son demasiados cambios y que es preferible que internemos al enfermo y con algunas pastillas para los nervios, seguimos tirando y dejamos a la familia tranquila?¿No es acaso la democrática Universidad que impide de mil maneras la enseñanza metódica, en sus aulas, de esta nueva disciplina del hombre?¿No es acaso, el cuarto poder, la prensa, que selecciona de tal manera los hechos psicoanalíticos, que por ejemplo, para algunos diarios madrileños; es mejor hacer karate para curarse las enfermedades mentales que psicoanalizarse. Según notas aparecidas en estos periódicos, el psicoanálisis sería algo parecido al alcohol y a la heroína? La pregunta sería, ¿quién no reprime el psicoanálisis?¿No son acaso las instituciones psicoanalíticas, internacionales o no, que interrumpen el psicoanálisis de sus miembros, porque, la política no lo permite?Y si nos preguntáramos ahora, quién le teme al psicoanálisis? Podríamos responder, en general, todos.Más difícil nos ha de resultar, responder a la pregunta de por qué se le teme al psicoanálisis. Y aquí, debemos saberlo, el miedo tocará toda reflexión.