En uno de los muchos comentarios que está suscitando la entrevista al científico Javier Peteiro le escribía que me gustaría conocer su opinión sobre el psicoanálisis (yo no sé del tema). Él critica lo que denomina “pseudociencias” y existen personas con la suficiente falta de respeto como para incuirlo en su lista inquisitorial. Lo que sigue es su respuesta:
Al respecto tengo el mayor respeto por el Psicoanálisis. Es cierto que no puede catalogarse como ciencia en el sentido en que lo sería la Física, por ejemplo. Pero tampoco es en absoluto una “pseudociencia”, como afirma Mario Bunge (creo que también lo asegura de la teoría de cuerdas).
Es un método terapéutico que supone una teoría de lo psíquico. Ha surgido de la Ciencia, con Freud, en un tiempo en que la Ciencia acogía todo lo observable y no sólo lo medible y es fundamentalmente empírico, lo que supone que se puede dar también entre analistas una objetividad intersubjetiva relacionada con aquello de lo que hablan. Ha de recordarse que Freud fue un hombre muy respetado en su época (basta con recordar su correspondencia con Einstein, entre otros) y reconocido por la Royal Society (en donde no entra cualquiera). Pero el Psicoanálisis no se ha quedado en Freud ni aun menos en Jung, como el lector superficial puede pensar. Ha habido toda una evolución teórica contrastada por la práctica clínica. Es decir, estamos ante algo vivo y que evoluciona.
Un aspecto que conviene tener en cuenta es que, como cualquier otra disciplina, tiene una terminología propia; eso puede generar alguna dificultad a la hora de aproximarse a él desde la mera lectura. Pero nada en esta vida es fácil.
Insisto en que se trata esencialmente de una práctica clínica relacionada con la subjetividad y que la teoría sirve esencialmente para interpretar, para dar cuenta de lo que es constatable en ese encuentro analista-analizante. En cierto modo, podríamos decir, simplificando, que el psicoanálisis habla de lo que la ciencia no puede hablar: de la subjetividad. Ello no significa, por supuesto, que carezcan de valor las aproximaciones científicas al conocimiento del ser humano, principalmente las neurobiológicas, pero sí que hay un exceso de simplificación en el acceso a lo psíquico por parte de otros enfoques psicológicos, especialmente los conductistas.
Podríamos hacer una comparación con la Historia. El psicoanálisis se ocupa como ésta de una narración pero en este caso es lo inconsciente de la persona quien narra, en su vida y en el encuentro analítico. No cabe duda de que aceptar la bondad del Psicoanálisis supone asumir la realidad de lo inconsciente en nosotros mismos.
Lógicamente, la utilidad del Psicoanálisis es la que es, clínica y referida a lo psíquico (aunque pueda haber manifestaciones somáticas implícitas a ese sufrimiento psíquico). Convive perfectamente con las demás ramas de la Medicina, especialmente la Psiquiatría (muchos psiquiatras y médicos son también psicoanalistas).
Hay algo que me interesa subrayar con respecto a lo clínico (y el Psicoanálisis es algo esencialmente clínico). La Medicina no es una ciencia sino relación clínica, diagnóstica y terapéutica, relación de dos, aunque a veces se precisen incluso grandes grupos como sucede en operaciones complejas. Pero no es una Ciencia. Lo que ocurre es que sí vive de la Ciencia, la precisa absolutamente, porque es lo que le permite avanzar en sus medios diagnósticos y en el desarrollo de terapias.
Hago un paréntesis para recordar que la industria farmacéutica no es la encarnación del mal, aunque haya abusos por su parte. Desarrollar un nuevo fármaco eficaz contra alguna enfermedad es extraordinariamente laborioso y caro y suele ir acompañado de muchos fracasos. Negar en estos tiempos la bondad de la insulina recombinante, de los antibióticos o de tantos y tantos medicamentos útiles de los que disponemos, a pesar de que haya habido algunos abusos, supone retroceder a Paracelso, si no más atrás.
Gracias a la Ciencia tenemos la Medicina moderna; el problema reside en olvidar que la Medicina en sí no es sólo mera aplicación del conocimiento científico, sino que implica siempre un encuentro de subjetividades, una relación clínica.
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