Revista Psicología
La idea de realizar un estudio psicológico de la religión es relativamente nueva, no ha de pasar los doscientos años. Anteriormente la religión era estudiada a partir de la teología o la metafísica y se preocupaban por el aspecto de la verdad de las características de lo divino, por ejemplo se investigaba las causas para justificar la existencia de Dios, el problema de Dios con el mundo y de ahí con la maldad que existe en éste, se trataba de saber cómo Dios se manifiesta a los hombres, qué cosa es Dios, ontológicamente qué estatus le doy, cómo puedo conocerlo, cuál es su voluntad, etc. Tomaban a Dios como algo que no depende del poder imaginario del hombre, sino como algo que se da y que debe ser estudiado. Salvo algunos escritos muy esporádicos en la historia de los tratados religiosos, el estudio psicológico de la religión se inicia principalmente con Hume, es él quien nos apertura una desconfianza hacia lo divino, lo que se traduciría por esta frase: ¿acaso Dios en verdad no es una fantasía de los hombres? Esta interrogante, con unos cuantos aderezos más, desencadenaría en la pregunta más filosófica y más moderna: ¿por qué el Ser y no más bien la Nada?
La desconfianza de que el mundo no está regido por Dios y que no existe algo así como un fundamento absoluto, como pensaron los detractores de la metafísica, dio la bienvenido a un tipo de cosmovisión, un tipo de weltanchaung, que poco a poco se insertó en nuestras vidas y que Nietzsche denominó “nihilismo”. La idea de que “Dios ha muerto” nos indica que la antigua cosmovisión en que se creía que había un fundamento espiritual para el mundo en el que vivimos es falsa. Lo que ahora vivimos es un tipo de “irreligión masificada”, y muestra la preocupación especialmente de las religiones que cada vez se hacen de menos adeptos.
Si no existe algo así como un Dios que sea fundamento de nuestras vidas, entonces los estudios sobre religión se preocuparon más por el lado del origen de ese “gran engaño”, engaño que por siglos nos impidió ser más libres y que obstaculizó muchas veces los avances científicos. Fue así que la humanidad, como un mozalbete creído ya maduro, haciendo ínfulas de su libertad, renegó de los estudios metafísicos y teológicos muy practicados en el Medioevo, para dedicarse con más predisposición a los estudios científicos. El positivismo del ochocientos dio origen a un Freud, a un Marx, a un Frazer… Estos personajes y muchos más hicieron de la religión una patología humana, avocaron su interés al campo de la mente, pues es la mente quien crea esa idea de Dios. Con la crítica a la creencia en Dios, producto de la época de nihilismo, se criticaba en el fondo la cultura del pasado, del mundo jerárquico, del mundo de los mitos, de los dioses y de la metafísica.
“Psicología de la religión” menta un estudio que es producto de una forma de vida “irreligiosa”, que nos lleva a entender lo sagrado como el producto de una capacidad humana que sacraliza los objetos, que en el fondo no son sagrados. Los resultados de estas investigaciones que se dieron en forma de psicología religiosa, en base a una mentalidad individual o colectiva, fueron muy importantes para la historia del conocimiento y nos sirvió de mucho para deshacernos de ciertas supersticiones que más que ayudar engañaba a los hombres sobre ciertas realidades. La superstición fue tomada como falsa religión, pero vista a partir de una religión específica. Tal es así, que las religiones amerindias o africanas eran consideradas supersticiones por el hecho de tener creencias o mitos productos de una mentalidad arcaica, infantil y que no está acorde con el progreso humano. Estas ideas, sin tomar parte de ellas, las decimos para situarnos mejor en la forma de pensar de la época en que surgió el estudio tipificado como filosofía de la religión.
Esto nos servirá como un primer paso para entender lo divino en todos sus aspectos, es decir, primero fijándonos en el lado subjetivo, el lado psicológico, pero no nos quedamos ahí, luego profundizaremos el lado objetivo de lo divino, la realidad de lo sagrado más allá de la mente humana; a este fin corresponde un estudio metafísico de la religión. Jaime PereyraLima, octubre del 2010 http://antoniopereyra.blogspot.com