Publicidad canalla
¿Qué pasa que nos están tupiendo a anuncios que nos hacen llorar? Los de lágrima fácil estamos sufriendo. No es suficiente con las películas, las canciones y las series, ahora también lloramos con la publicidad. No tenemos ni cinco minutos de descanso y como los anuncios que apelan a los sentimientos enseguida se hacen virales, los encontramos hasta en la sopa.
Primero llegó el spot de la lotería de Navidad, que más que un mensaje comercial parece un culebrón. El detalle de Antonio me deja destrozaita y las imágenes del final, con la gente brindando y celebrando, me recuerdan a los telediarios de cada 22 de diciembre y las llantinas de emoción asociadas debido a mi habitual empatía.
Luego vino Coca Cola con su “Haz feliz a alguien”, que entre el mensaje, la música y que me siento identificada con cada uno de los protagonistas, pues eso, nudo en la garganta que te crió. Los personajes son tan fáciles de contentar como yo, una sonrisa, un gesto amable, un detalle y hala, conquistada para siempre.
Y en lo más alto del podio está, sin lugar a dudas, Ikea con “La otra carta”. Y es que aquí los cabritos han sabido jugar con muchos sentimientos al mismo tiempo: el amor, la ilusión, la alegría, la curiosidad, la expectación y finalmente, la culpa. ¿Cómo no vamos a llorar si las criaturitas prefieren que sus padres les dediquen tiempo a recibir todos los regalos del mundo? Y es en ese momento cuando me acuerdo de las veces que mi hija me pide que juegue con ella, que la deje cocinar conmigo, que baile a su lado y cientos de peticiones más, cuya respuesta normalmente es un ‘no puedo’ o un ‘luego’. Son unos desgraciados, en vez de que estas sean unas Navidades felices, van a conseguir dejarnos a la altura del betún. Aunque si lo pienso bien, estoy segura de que hicieron la prueba de las cartas a 500 niños y eligieron a los 5 que prefirieron a sus papás, porque si yo les pregunto a mis hijos si prefieren la Play 4 o pasar más tiempo conmigo… creo que lo tendrían muy claro.