Estaba mucho más que harto de la publicidad que aparece en las páginas web. Los bloques publicitarios que de golpe aparecen a los lados o en la parte superior de la página web y que con mucha frecuencia provocan errores cuando estamos subiendo o descargando algo o efectuando cualquier otro tipo de operación en la página, o aunque simplemente interrumpan nuestra lectura de algo interesante que probablemente tendremos que volver a buscar por culpa del maldito anuncio, que ha desplazado todo el contenido de la página, o lo peor de todo: cuando el maldito anuncio aparece en una nueva página web que se superpone de golpe a la que estábamos usando y aparte interrumpir lo que estamos haciendo nos obliga a recuperar la página en que estábamos antes de que el maldito anuncio se lo cargase todo.
He dicho estaba porque ya he solucionado el problema gracias a mi buen amigo Dani, que es un sabio con mucha experiencia, sobre todo en señoras, pero también en informática. La recomendación de Dani fue instalar el programa Adblock ó Adblock Plus, que aunque es de pago tiene alternativa gratuita que es la que he utilizado, y realmente funciona. No os transcribo el link correspondiente porque el programa es distinto según el tipo de navegador al que se aplique, pero si hacéis una simple búsqueda en Internet lo encontrareis y tendréis instalado en poquísimo tiempo.
No tengo nada contra la publicidad y comprendo perfectamente que sin ella la mayor parte de los servicios que recibimos por Internet serían inviables, y por esto no me molesta la publicidad en páginas web que podríamos denominar “estática”, por más que ocupe parte de la página y por más que la reduzca, pero la publicidad móvil o activa, que aparece sin llamar y puede llegar a provocar graves errores no la soporto.
Creo que es de totalmente idiotas inventarse y utilizar un medio publicitario que la mayor parte de las veces provoca de entrada un profundo cabreo en el receptor del mensaje publicitario. En mi opinión los publicistas se están equivocando gravemente con su obsesión de localizar nuevos soportes a sus mensajes publicitarios donde sea, desde el culo de los jugadores de futbol a las llamadas telefónicas en horas intempestivas para intentar vendernos algo que nos importa un rábano. Obsesión que alcanza el nivel de grave y peligrosa locura contagiosa cuando llega al mundo virtual.
Creo que la Idiocracia (ver Idiocracy, film del 2006 que desarrolla de manera mediocre un sensacional guión) está cada vez más cerca.