El Allen Telescope Array (ATA) del Instituto SETI que busca señales de vida inteligente. Crédito: Instituto SETI.
La Vía Láctea puede ser el hogar de unas 3.000 civilizaciones extraterrestres, pero las enormes distancias entre sus habitantes hacen que el contacto entre dichas civilizaciones sea extremadamente raro, concluye un nuevo estudio.
Los datos reunidos por el Telescopio Espacial Kepler de NASA y otros observatorios que buscan planetas fuera del Sistema Solar indican que la Tierra es uno de aproximadamente 40.000 millones de planetas potencialmente habitables en la galaxia, con alrededor de un nuevo planeta amigable para la vida formándose cada año, dijo el astrónomo Mike Garrett, director de la fundación holandesa de investigación astronómica ASTRON, en el Congreso Astronómico Internacional celebrado en Toronto.
Suena prometedor, hasta que se considera el enorme tamaño de la Vía Láctea, que mide más de 100.000 años-luz de diámetro. La luz viaja a unos 300.000 km/s, pero una señal tardará más de 4 años en alcanzar el sistema vecino conocido como Alfa Centauri desde la Tierra y 100.000 años en atravesar la galaxia de un extremo al otro.
“En promedio, esperaríamos que la civilizaciones estén separadas por al menos 1.000 años-luz en la Vía Láctea. Es una gran distancia, y para propósitos de comunicación se necesita permitir el doble de la distancia de viaje, debido a que estamos hablando de civilizaciones que deben existir [en el mismo periodo] por al menos unos pocos miles de años a fin de tener la oportunidad de hablar una con la otra”, dijo Garrett.
“En realidad no conocemos las escalas de tiempo que sobreviven las civilizaciones”, añadió.
El único ejemplo disponible –la Tierra- indica que la vida, esencialmente, se desarrolló tan pronto como las condiciones fueron las correctas, pero la vida inteligente surgió relativamente tarde.
“En realidad, es fundamentalmente en los últimos minutos de la evolución completa de la vida en el planeta”, señaló Garrett. “No quiero ser demasiado pesimista sobre esto, pero… mi conclusión básica es que las señales SETI son raras en la Vía Láctea”.
Eso no significa que los astrónomos no deberían buscar las señales, añadió. Muy por el contrario, dados los enormes saltos tecnológicos en radioastronomía y técnicas de procesamiento de datos en comparación con lo disponible para los programas SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) hace unos 60 años.
SETI también se beneficia de los proyectos de radioastronomía hermanos, tales como la actual búsqueda para encontrar la fuente de misteriosos estallidos de radio transitorios.
“[La búsqueda] SETI no es fácil, pero es una búsqueda que vale la pena realizar. La pregunta es demasiado importante”, dijo Garrett. “Todos están interesados, no solo los científicos y entusiastas del espacio. La gente en la calle está interesada en saber qué más hay allá fuera”.
Mike Garrett espera publicar su estudio antes de fin de año.
Fuente: SPACE