Revista Ciencia

¿Pueden las nuevas formas constructivas ayudar frente a pandemias?

Por Francisco Nebot Edo

Los materiales antibacterianos ofrecen una gran resistencia a la proliferación de microorganismos y los virus ya existían desde hace años, pero no se valoraban lo suficiente, quizá porque no era una cuestión de salud pública global. Ahora que la pandemia nos ha obligado a poner en primer plano la salud, este tipo de materiales están más que justificados en su empleo.

¿Pueden las nuevas formas constructivas ayudar frente a pandemias?

El virus ha cambiado la arquitectura, la construcción, la decoración, la distribución de espacios y de los elementos puesto que se ha de garantizar una correcta circulación de aire: la prioridad en este momento es proteger a las personas sobre todo aquellas más vulnerables (ancianos y personas con problemas de salud) en espacios tanto públicos como cerrados, en bibliotecas, cines y espacios de ocio, hospitales, oficinas y también en sus respectivos hogares.

Pero toda ayuda es poca en esta época que nos toca vivir con tanta incertidumbre, por eso ahora interioristas, arquitectos y constructores están poniendo muchos esfuerzos para conseguir edificios más saludables. Una tendencia que hace unos años podría parecernos de ciencia ficción, se ha convertido en el presente y en nuestra cruda realidad que nos toca vivir.

Desde la aparición del SAR-Covid-19, nuestras vidas han cambiado para siempre. Nuestro concepto de vulnerabilidad ha subido hasta unos picos nunca vistos. Es innegable el increíble cambio que ha supuesto la aparición del coronavirus en nuestra vida rutinaria y no sólo por el confinamiento, sino por nuestros hábitos domésticos y nuestra forma de sociabilizarnos y todo ello a tan sólo un año. Desde marzo de 2020 en nuestro país, venimos siguiendo la normativa que prioriza la distancia de seguridad, la ventilación de espacios cerrados para garantizar la renovación del aire interior, la desinfección de superficies existentes en nuestras casas y locales  y extremar el lavado de manos entre otras muchas medidas.

Entre las tendencias principales podemos encontrar la apuesta por materiales poco porosos y fibrosos, puesto que limitan la actividad del virus y su bio acumulación. También se empiezan a valorar los espacios flexibles y abiertos y, la orientación, el confort interior y las nuevas tecnologías.

Sin duda, nos encontramos en un punto de inflexión en relación de las carencias de que adolecen nuestros hogares, pero también los espacios de uso laboral, que son donde pasamos un ben porcentaje de nuestro tiempo. Por eso son importantes propuestas como el Observatorio 2030, un proyecto del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España que reúne a las administraciones públicas y a los grupos industriales y del tercer sector para analizar el diseño de las ciudades.

La desinfección es la principal vía para combatir el coronavirus, pero muchos de los productos comúnmente utilizados por su carácter agresivo pueden dañar las paredes y techos. Por eso se apuesta en multitud de espacios (hospitales, restaurantes, residencias…) por pinturas que por su composición química son capaces de suponer una barrera contra las bacterias y virus.

En su estructura se encuentran unos minerales que, a través de un catalizador, generan iones que oxidan la bicapa lipídica en las bacterias, rompiendo las paredes celulares y por lo tanto acaban muriéndo. Este fenómeno se debe a que generan un entorno alcalino que impide que los microorganismos vivan y aniden en las superficies donde se encuentra este tipo de imprimación.

Así mismo empiezan a utilizarse pinturas con una composición libre de disolventes y plastificantes, bajas en emisiones que aguantan la abrasión húmeda y resisten los desinfectantes.

Paralelamente al uso de pinturas, existen unos yesos que capturan los compuestos químicos simples producidos por cualquier forma de vida y los convierte en compuestos inertes, acabando con ellos.

La ventilación adecuada y frecuente de los espacios cerrados es a veces un desafío, ya que es mejor evitar la recirculación del aire y renovar con aire exterior. Sin duda, una propuesta bastante difícil especialmente durante la temporada de frío, en climas húmedos donde tiende a llover o nevar y en edificios inteligentes que no cuentan con ventanas practicables. Para solucionar este problema, se están investigando tecnologías que sean capaces de purificar el aire mediante sistemas de filtración.

En fachadas también se están empleando productos antibacterianos que no permiten la penetración de virus y bacterias, y que sean también resistentes a los productos de limpieza eficaces contra la Covid-19 y los rayos ultravioleta que ayudan en la desinfección.

Las innovaciones también vienen en el campo textil, especialmente para las cortinas, ya que son el primer elemento con el que se encuentra el aire procedente del exterior. Y es que se están confeccionando cortinas cuyo tejido de poro cerrado es libre de sustancias nocivas, ya que inhibe la actividad bacteriana, como es el caso del polyscreen. Una ventaja que ofrece es que son fáciles de desinfectar, empleando para ello jabón y agua, sin que el tejido se pudiese dañar.

Y es que con toda esta crisis sanitaria, nos hemos vuelto más conscientes que nunca de los espacios que habitamos y sobre todo de cómo lo hacemos. Nos hemos tenido que adaptar por la fuerza a esta situación que nos está tocando, por desgracia vivir.

La distribución de los espacios es otro punto sensible a la hora de buscar soluciones que busquen minimizar los contagios. Para mantener la distancia social y evitar aglomeraciones suele haber dos soluciones en cuanto a la distribución de interiores: retirar lo innecesario o bien reorganizar los espacios existentes.

En espacios de cara al público se están utilizando, desde el comienzo de la pandemia, protectores de materiales no porosos como el vidrio o el metacrilato. El problema de este tipo de materiales es que se degradan muy despacio y son muy difíciles de reciclar, por lo que generamos un problemas medioambiental no deseado.

Otra de las apuestas es la automatización de las superficies comunes para evitar tocarlas: grifos que se controlan con pedales, dispensadores de jabón y secadores automáticos, ascensores activados por voz, interruptores con manos libres, autolimpieza regular, etc.

Como consecuencia directa del teletrabajo y de tener que permanecer más tiempo en casa, el consumo energético en el hogar se ha alterado por completo: la factura de la luz se incrementó en casi un 30%. Para contrarrestar esta situación, es importante que la vivienda del trabajador tenga un buen aislamiento térmico, contar con electrodomésticos de bajo consumo u otras soluciones de ahorro.

Quién sabe, quizás el coronavirus nos haga apostar por la rehabilitación energética de viviendas hasta ahora no considerada como una prioridad. Mientras tanto, se incrementan las búsquedas de viviendas más eficientes.

El futuro es incierto con todas las nuevas variantes que están surgiendo. De momento no podemos comprobar la eficacia de todas estas propuestas ni el efecto que tendrá el Covid-19 en el sector de la construcción porque aún es demasiado pronto, y no hay demasiados estudios e investigaciones en cuanto a nuevos materiales. Por lo tanto es un campo por explorar.

Pero lo que sí es seguro es que todos los actores implicados (constructoras, arquitectos, promotores y usuarios) tendrán que ajustarse y apostar por la transformación, la innovación y la eficiencia energética, en línea con los principios de la economía circular.

En este viaje todavía por ver muy lejano el destino, seguiremos conociendo las necesidades de la arquitectura y el urbanismo postpandémicos teniendo en cuenta el factor salud. Estamos en un momento único que sentará las bases de nuestro futuro en todo lo que a arquitectura, diseño e ingeniería se refiere.

Foto: Fuente propia del autor del blog


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