La cineterapia es el uso de películas, escenas o cortometrajes como herramienta de apoyo a la terapia psicológica. Así lo explica Fernández, que es coordinadora del grupo de trabajo de psicología y artes audiovisuales y escénicas, del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid: “Las películas actúan como metáforas de la vida, al igual que los cuentos, las novelas, o las representaciones teatrales. Pero el cine tiene un mayor impacto emocional, ya que utiliza muchos recursos técnicos para atrapar al espectador de una forma muy potente”. Se refiere al sonido, la música, los diálogos, los paisajes naturales, los primeros planos, e incluso los efectos especiales.
Las emociones suscitadas por las películas pueden servir al terapeuta y al paciente para reflexionar juntos y hacer analogías sobre las decisiones, emociones, personalidad o formas de relacionarse de los personajes. Con alguien que trata de procesar el duelo, Fernández hablaría de películas como Manchester frente al mar, Gente Corriente o Despedidas. Mientras que Historia de un matrimonio sería una alternativa para alguien que trata de superar una ruptura, Secretos y mentiras lo sería para quien afronta una traición o Vidas cruzadas, para quien se siente solo. Con una víctima de bullying, la psicóloga usaría Cobardes o El país del miedo. Y con alguien que sufre violencia de género, probaría con Te doy mis ojos o con el cortometraje La loca y el feminista.
El artículo explora los beneficios y limitaciones de la cineterapia. Como psicólogo, no lo considero una forma de “terapia”, sino más bien un recurso terapéutico que puede ser útil para transmitir un proceso que trabajamos en la consulta.