Revista Viajes
PUNODATOS DE INTERÉSPLAZA DE ARMAS DE PUNO. 1668. EL CONDE DE LEMOS FUNDA LA VILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN Y SAN CARLOS DE PUNO. EN ÉPOCA PREHISTÓRICA ESTE LUGAR O ENCLAVE SERÍA DENOMINADO "PUÑUY" O "PARAJE DE ENSUEÑO". EN EL CENTRO DE LA PLAZA PODEMOS VER AL HÉROE PERUANO EN LA BATALLA DE ARICA, FRANCESCO BOLOGNESI, QUIEN LUCHÓ EN LA CONTIENDA CONTRA EL EJÉRCITO DE CHILE. LA PLAZA ES OBRA DEL ARQUITECTO SIMÓN DE ASTO. ES CONSIDERADA PUERTA DE ENTRADA AL LAGO TITICACA Y DENOMINADA "CAPITAL DEL FOLCLORE".
Llego a una villa con bastante animación y tinturas evidentes de trazado turístico. Fundada en 1668, Puno está a unos 3827 metros sobre el nivel del mar, a orillas del Titicaca, en la meseta del Collao. Con la mirada busco la presencia inevitable del lago titicaca y esas curiosas embarcaciones turísticas, un tanto extravagantes, que se fabrican con totora. Me recibe jubilosa la Plaza de armas, donde destaca la catedral del año 1747 erigida por el arquitecto Simón de Asto. Aunque la luz parece reacia a colarse por sus muros añosos, parte de su esplendor parece querer quedarse alojado y residente en su fachada, así como en los altares, que reclaman mi atención. Puno es coqueto y bonito, sin aspiraciones épicas. De ello son testigos la plaza y el palacio de justicia de portada carmesí. Bonita, discreta en su belleza, sin traza alguna de vanidad. Sobre un púlpito con sueños de grandeza adheridos a su ornamentación dorada, se erige muy fatuo el héroe Francisco Bolognesi. Una marea humana se dirige errática hacia la calle Lima, donde proliferan las tiendas y locales para la manduca (comer). Un aspecto de esta ciudad, que no es exclusiva, que descubro a cada momento como si fueran las pústulas de una epidemia, es el estado deplorable de algunas viviendas inacabadas. Les faltan los techos, recubrimientos en fachadas, etc… No se trata de un despiste imperdonable ni de una guarnición de albañiles muy gandumbas (vagos, perezosos) que hayan descuidado sus labores. La explicación es bien diferente. Presuntamente son casas en estado de construcción, sin habitar, sin registrar, futuros hogares con clanes familiares que han de llegar. Esa es la “leyenda”. La realidad nos cuenta que quienes viven ahí prefieren dejar sus moradas inacabadas para así evitarel pago de impuestos. La imagen en sí misma me recuerda un poco a los escenarios post apocalípticos de la mítica película “Mad Max”. Nos rodea una turba humana que se dirige a alguna parte, como hormigas en un banquete nupcial. También las motos-taxi, que son “cajas de cerillas” por liliputienses (enanas), o sea, transportes públicos donde uno puede moverse por la ciudad como si fuese una sardina enlatada.
Singular también son unas inscripciones enormes en las cumbres montañosas. Después de conjeturas dispares la exégesis o explicación sale a la luz muy cristalina y esclarecedora. Los lemas allí expuestos no son otra cosa que propaganda de colegios,institutos, nada que ver con proclamas ni salmos bíblicos ni temas de trascendencia social o ecuménica (mundial).
Un cambio de rumbo radical me asoma ya a los balcones naturales de La Raya (4335 metros sobre el mar). Paisajes de póster con cumbres albinas cubiertas de nieves eternas.
Puedo imaginar la edad de estas montañas observando sus cicatrices y arrugas rojizas y pardas. A lo lejos nos observan los “apus” o cordilleras sagradas y la cumbre del Chimboya. Acaso en esta parte del viaje tiene más sentido experimentar en todos los poros de tu piel la idea de la “Pachamama” o “madre tierra”.
Antes hablaba de las casas inacabadas, que son una pauta rutinaria en el paisaje, así como las pequeñas estatuas de toros en los tejados, simbolismo de la fortaleza, el trabajo duro y la cooperación o solidaridad, reciprocidad en las labores más arduas, un poco la idea de: “Hoy por ti, mañana por mí”. Y para concluir la jornada, una travesía por carretera un tanto alocada que puso en cuestión el manual de normas obligatorias de circulación, quienes viajaron conmigo ese día sabrán a que me refiero, para llegar “in extremis” a la maravillosa e imprescindible “Capilla Sixtina” andina, la iglesia parroquial de Andahuaylillas, (1618).
IGLESIA DE SAN PEDRO EN ANDAHUAYLILLAS
Dedicada a Santiago apóstol, es una maravilla barroca y mudéjar, espectacular, difícil de describir en ornamentos y colorido. Por todas partes descubro parábolas celestiales e infernales. Huele a madera inveterada que adquiere vestiduras policromadas en el techo. Rezuma en sí misma la iglesia influencia española del siglo XVII. Madera policromada en la techumbre magistral. En los cuadros, laminados con pan de oro, descubro a San Pedro, verdadera inspiración de este prodigio colorista. Las pinturas son vanidosas y egocentristas, quieren consumir el espacio con sus colores y no dejan resquicio al espacio desnudo. Me anega la retina el barroco, el mudéjar y el sincretismo, esa ideología andina tan esperpéntica que viste a Cristo con faldones de colores o coloca en el cuadro de “La última Cena” un cuy como plato principal.
La madera de cedro deja sin embargo una parcela existencial a la plata laminada, pretendiendo colarse en ese mar colosal del artesonado mudéjar.
El sincretismo que antes mencionaba nos rodea, así como imágenes gemelas de “Pachamama” o “Madre tierra”, simbolismo de fecundidad, fertilidad.
Ahora que cavilo sobre ello, me resulta inconcebible, en cierto modo me alegro, pues soy detractor del turismo masivo que embute mil turistas en un metro cuadrado, inconcebible, decía, que esta iglesia no sea mundialmente famosa y conocida por propios y extraños. Una experiencia visual y espiritual alucinante que alea (mezcla) ideología cristiana y andina. Al frente de la parroquia pondrán al filósofo, pensador y maestro evangelizador Juan Pérez de Bocanegra. En cuanto a los murales, tanto del interior como del exterior, pintados al temple, se le adjudicaron a Luis de Riaño. Inicialmente la iglesia estaba cubierta de pan de oro, un derroche ornamental a la altura de este “templo” de oración mayestático. Las pinturas, que son una gloriosa experiencia visual, nos muestran en la parte más alta de estos muros escenas de la vida del apóstol San Pedro. Mucha profusión de barroco mestizo en escenas pictóricas sublimes como: “San Pedro y San Juan curando al tullido” o “La decapitación de San Juan Bautista”, tema tan horripilante como luctuoso. Siguiendo esta estela de ensimismamiento colectivo que nos sobrecoge al grupo no dejo de admirar los increíbles retablos, como el de la Virgen del Carmen, tras el altar, o los retablos laterales al prebisterio, si tengo que decantarme por alguno. Contemplados en el CD que nos han suministrado al ingresar en la iglesia, me hacen evocar las impresiones prístinas de aquel día único en Andahuaylillas. Si clavas la vista en ese techo colorista puedes quedar allí atrapado, entre ornatos mudéjares y de temática natural, floral o frutal. Como colofón de oro y lentejuelas, Asunción, integrante de nuestro grupo, nos sorprende con un canto litúrgico de coro celestial que nos hace acariciar por un instante la divinidad, trascendemos como seres etéreos hipnotizados con su voz angelical.
Una huelga de profesores nos retiene en carretera una hora aproximadamente. Esto se me antoja incluso peor que los soroches o “males de altura”. No avanzamos, la huelga es legítima y hasta estoy de acuerdo con ellos, pero mientras debaten y unos policías retiran del camino unas rocas monumentales, yo rezo para que nuestro periplo siga adelante sin más demoras. Estamos detenidos en Sicuani, una población muy destartalada donde las casas sin terminar y la precariedad son el “dialecto” más común a la vista.