Pura Valencia

Este domingo, un año más, se celebra la Cridà: el tradicional aviso de la Fallera Mayor desde las Torres de Serranos que anuncia que las fallas tendrán su inicio nuevamente. Un evento para mostrar en todos sus colores la aclamada Valencia. Ciudad de la luz, de las artes y las ciencias, de las fallas, de las naranjas dulces, del running… de historia corrupta.
Y es que, aunque destaca en belleza y por la celebración de sus elogiadas y singulares fallas, tradición arraigada que se ha ganado el título de Interés Turístico Internacional, tampoco deja indiferente su memoria política. Con sus trapicheos, despilfarro, mentiras cubiertas de ‘favores’, prevaricación en todas sus formas, dinero negro, muy negro. Tierra del caloret y del soborno. Capital de la cultura del almuerzo y del cohecho.
Capital tocada y hundida por el caso Erial, el caso Gürtel, el caso Terramítica, el caso Fitur… y así hasta 17 casos que han corrompido y han puesto a prueba la paciencia de más de medio millón de habitantes y de más de cuatro millones de ellos en toda la comunidad.
Todo tipo de acciones que no han hecho más que manchar la imagen de una ciudad acariciada por el sol mediterráneo y alimentada de tradiciones centenarias y dichos valencianos. De sus coloridas calles del Carmen y de su arquitectura modernista. Por encima de ella ha quedado una penumbra que consigue tapar su cielo azul cian. Lo cubre una sombra ennegrecida por la avaricia de quienes han presidido durante años su gobierno. Ha traído tras de sí un ambiente enrarecido y cargado por enzarzamientos y disputas entre partidos. Y de una irritación de ciudadanos humildes y leales.
Pero después de la tormenta siempre llega la calma. La ciudad parece ahora empezar a despejar la nebulosa en torno a ella y a despertar de un mal sueño. Ahora sale a relucir todo lo que realmente es. Toda su cultura, música, arte y raíces que marcan su sello de autenticidad sin ser todo ello una excusa para tapar la suciedad que había detrás, sino por ser el motivo real de ser tan conocida internacionalmente. Los valencianos muestran con orgullo sus fiestas y su ‘València bonica’. No quieren revocar tiempos anteriores. Quieren enterrar tanto daño durante tantos años, elogiar los esfuerzos de su gente, quien ha reunido su energía durante décadas por hacer de ella un lugar de gran oferta gastronómica con su cerveza de calidad, de calles cortadas para celebrar “verbenas”, de recolectores de sus huertos, de sus horchateros, de sus modistas que labran un arduo trabajo en brillantes telas de trajes falleros … y de su pólvora. El sonido que hace recordar que vuelven días de festividad, de alegría…de pura Valencia.