
Ahora le toca el turno a la carrera de su hijo Jaden, para quien su padre ha producido un filme a su medida: desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, The karate kid (2010) es un filme de argumento plano y maniqueo que escarba en los sentimientos más primarios del espectador, una experiencia cuidadosamente diseñada para provocar las reacciones esperadas en cada situación. Una película que se propone conmover, y a ese objetivo supedita todo lo demás, absolutamente todo. Rodada en una aparentemente moderna y normalizada China comunista, narra la historia de un jovencito que encuentra en el kung-fu la solución de todos sus problemas (familiares, escolares, sentimentales, socializadores). Y poco más: personajes y escenas construidos exclusivamente a base de tópicos, bonitas y sugerentes secuencias de montaje, escalada de emoción tan previsible como eficazmente dosificada, simplicidad, entretenimiento funcional, emotividad visceral...
The karate kid adapta un éxito ochentero que atraerá a más de un retrofan despistado, incluye a un consagrado Jackie Chan en el papel de desengañado maestro, un argumento basado en el imaginario adolescente capaz de enganchar a la audiencia juvenil, un poquito de superación de traumas del pasado (fortalecimiento de lazos familiares, establecimiento de objetivos vitales) y, de nuevo, bla, bla, bla... El resultado: un cúmulo de blandenguería socializante más próximo al libro de texto que a la ficción narrativa que sólo convencerá a quienes --por edad o por nivel de maduración-- creen que es posible manejarse en el mundo a base de autenticidad y simplicidad.
