Revista Política

Putin y el relanzamiento de Rusia como nueva potencia mundial

Publicado el 30 marzo 2014 por Ruben Lara @laproximaguerra
la-proxima-guerra-putin-gafas-de-sol-kgb-rusia-potencia-mundialVladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo y el desarrollo de la industria militar como herramienta estratégica de poder, ya relanzó a Rusia como la nueva gran potencia del siglo XXI rompiendo la supremacía hegemónica del eje imperial EEUU-Unión Europea en el control del mundo globalizado por el sistema capitalista.
En este contexto internacional, la llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque aliado de la Unión Europea) es principalmente por áreas de influencia comercial y competencia por los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema capitalista occidental de libre mercado, liderado por EEUU como potencia locomotora.
Emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, y luego de expulsar del poder al lobby capitalista occidental infiltrado con Yeltsin tras la caída de la URSS, la Rusia de Putin se proyectó hacia la consolidación de un Imperio forjado a partir de la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
Se trata de un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre dos sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre dos potencias capitalistas que se disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "guerra fría" de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema capitalista occidental.
Como consecuencia irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la "revolución socialista" por vías del poder armado, o del poder político (exportada por la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado" (exportada por EEUU y sus aliados).
Con la derrota y desaparición de la URSS en la década del 90 (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución socialista" y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden mundial" convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
Por lo tanto, a la contradicción fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucede la "guerra intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como consecuencia irradiadora, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de "sistemas diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de libre mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta
En este contexto internacional, la llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque aliado de la Unión Europea) es principalmente por áreas de influencia comercial y competencia por los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema capitalista occidental de libre mercado, liderado por EEUU como potencia locomotora.
Pero, para entender la nueva "guerra fría" por áreas de influencia que mantienen Rusia y EEUU, es necesario entender primero la guerra de Putin con el lobby occidental ruso-europeo-estadounidense.
El plan de apoderamiento de Rusia
Tras la desaparición de la URSS, en la década del 90, la administración Boris Yeltsin desmanteló por completo al ex Estado soviético para ponerlo en manos de la mafia interna (la "nueva oligarquía") aliada a las transnacionales y bancos capitalistas, con terminales en Europa y EEUU, que intentaban integrar a Rusia y a las ex repúblicas socialistas al "gran mercado capitalista".
Severamente disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte de las áreas de influencia que en su momento detentó la URSS, los nuevos líderes e ideólogos nacionalistas rusos, con Putin a la cabeza, apostaron a la estrategia y la táctica como armas para redefinir su futuro (no en balde Rusia es la sociedad ajedrecística por excelencia en el mundo).
El Gobierno de Yeltsin, con Putin de primer ministro, consolidó las "reformas" y el ingreso al poder de los "oligarcas" entre los cuales brillaban con luz propia Boris Berezovksy y Mijaíl Jodorkovski (dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy encarcelado, y que aspiraba a la presidencia). Ambos eran señalados como cabezas emblemáticas de lo que se conocía como el "lobby sionista" de la Rusia pots-soviética.
Luego de asumir como presidente interino por la enfermedad de Yeltsin, Putin (con su entorno conocido como la "camarilla de la KGB") inició una purga feroz contra el lobby de los oligarcas que se profundizó cuando llegó a la presidencia de Rusia por elecciones, convertido en el nuevo "líder fuerte" del país.
Una vez que Putin (y tras ejercer el gobierno interino por enfermedad de Yeltsin) asumiera la presidencia en el 2000, restauró la burocracia soviética convertido en "nacionalismo ruso" con un fuerte control sobre las FFAA y el aparato de seguridad y con la hipótesis de "guerra contra el terrorismo checheno" infiltrado por la CIA.
Desde esa posición de poder, Putin y su grupo iniciaron una persecución contra el poder de los oligarcas , en primer lugar contra los dos multimillonarios Berezovksy y Khodorjovksy, hoy exiliado en Londres uno, preso el otro, acusado de evasión y fraude contra el Estado.
Desde allí Putin inició la purga y la cacería de los operadores pro-Washington, cuyas representaciones más emblemáticas eran los mencionados oligarcas potentados
Berezovksy y Mijaíl Jodorkovski, el dueño de Yukos, el gigante petrolero luego comprado y nacionalizada por el gobierno ruso en el 2004.
El arresto de Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de Wall Street, y el lobby mediático capitalsita lanzó una ofensiva internacional para conseguir su liberación.
La prensa británica llegó a especular sobre una posible conexión entre Jodorkovsky y Jacob Rothschild, cabeza emblemática del sionismo británico.
Jodorkovsky, según la prensa británica, habría solicitado apoyo a un grupo neoconservador de EEUU conectado con el lobby capitalista que controla la Casa Blanca.
Roman Abramovich y Boris Berezovsky, se exiliaron en Reino Unido luego de trasladar parte de sus fortunas a Londres.
Luego de acceder al poder con Yeltsin, Putin y el grupo nacionalista de la ex burocracia soviética refugiada en la KGB atacaron los dos frentes operativos de los "oligarcas" para apoderarse de Rusia:
1) La oligarquía y el lobby capitalsita ruso con terminal en el lobby capitalita de Washington y Wall Street que, infiltrada en el gobierno de Yeltsin, propiciaba la sociedad de consumo y el "libre mercado" para apoderarse de la economía rusa tras la caída de la URSS.
2) La guerrilla fundamentalista chechena infiltrada por la CIA que había colaborado con la mafia rusa y los oligarcas para desestabilizar y derrocar al régimen soviético, y que ya actuaba para el lobby ruso con terminal en Washington-Wall Street.
El cerco a Rusia
Una vez que Putin y los nacionalistas rusos expulsaron del gobierno a los oligarcas, el lobby europeo-estadounidense (que fracasó en su proyecto de controlar el mercado y el sistema económico productivo ruso con un modelo capitalista trasnacional con terminal en Washington y Wall Street), operó en tres frentes para derrocarlo.
1) las "revoluciones naranja" que buscaban controlar los gobiernos, el mercado y el sistema económico-productivo de las ex repúblicas soviéticas integrándolas al modelo capitalista trasnacional con terminal en Washington y Wall Street.
2) La mafia (armas y drogas) y el "terrorismo checheno" controlados por la CIA que buscaban desestabilizar el espacio postsoviético creando las condiciones para el ingreso de gobiernos títeres de Washington y el lobby sionista.
3) La inclusión en la OTAN (y en la Unión Europea) de las ex repúblicas soviéticas del Pacto de Varsovia para trazar un cerco militar alrededor de Rusia.
La estrategia "otansista" del lobby EEUU- Unión Europea intentaba aislar a Rusia por medio del establecimiento de un cordón de repúblicas ex soviéticas con gobiernos pronorteamericanos y sumisos a Europa alrededor del cuello económico de ésta (petróleo y gas).
Las redes de la droga y el tráfico de armas infiltradas por la CIA y los servicios secretos rusos, así como las disputas estratégicas entre Rusia y el eje EEUU-Unión Europea por áreas de influencia, son factores esenciales que cuentan en las "revueltas populares" -salvo Uzbekistán y Bielorrusia- han terminado con gobiernos pro-Washington en la región.
Las protestas y los movimientos de caos planificado y de desestabilización callejeros (Georgia, Ucrania y Kirguistán) fueron organizados por las ONG financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID, según informes de la inteligencia rusa expuestos en el Parlamento moscovita.
Todas las "revoluciones de terciopelo" en aquella región sirvieron a los intereses financieros globales de Washington –representados por la Open Society de George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) cuyos fondos provienen de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID)- para fracturar y desmembrar las fronteras nacionales de sus más importantes rivales geoestratégicos: China, Rusia e India.
En opinión de expertos rusos las llamadas "revoluciones de terciopelo" de Georgia, Kirguistán y Ucrania no fueron tales sino movimientos golpistas "democráticos" orientados a sustituir gobiernos fieles a Moscú por otros que respondieran a los intereses de Washington.
Con políticos que responden incondicionalmente a las directrices de la Casa Blanca, como es el caso de Viktor Yushchenco en Ucrania, cuya campaña fue organizada y financiada por el Departamento de Estado, a través de su esposa, quien fuera secretaria de George Bush padre.
Parte de las ex repúblicas comunistas de Europa del Este que conformaron la Unión Soviética -y el Pacto de Varsovia-, ahora son miembros de la OTAN., la fuerza militar liderada por Estados Unidos que nació para combatir la expansión militar del ex Imperio Soviético del que formaban parte estos flamantes miembros de la alianza atlántica.
Desde el fin de la Guerra Fría, la estructura militar controlada por Estados Unidos primero, incorporó a Polonia, Hungría y la República Checa, y ahora se extiende a Rumania y Bulgaria. Además, con las tres repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, llega casi hasta Finlandia.
Con la ampliación de la OTAN con "socios confiables" de las ex repúblicas soviéticas de Europa del Este, Estados Unidos consiguió la consolidación de su poder geopolítico y militar estratégico en la región, en desmedro de Rusia, y China que ven afectadas y desestabilizadas sus fronteras y áreas de influencia.
El caos y la desestabilización planificada con las "revoluciones de terciopelo" en el Asia Central forman parte del mismo proyecto estratégico, cuyo objetivo central apunta a desestabilizar las fronteras y áreas de influencia de Rusia con el propósito del control militar y geopolítico sobre las ex repúblicas soviéticas.
En este marco, y luego de asumir la presidencia en el 2000, Vladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, ponía en marcha su proyecto de relanzar a Rusia como la gran potencia del siglo XXI
El contraataque petrolero de Putin
A principios del 2000, ya convertido en presidente de Rusia, Putin, formado en el mundo del espionaje (KGB) y con un curriculun que incluye una tesis doctoral sobre la utilización del petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, comenzó su proyecto de reposicionar a Rusia como gran potencia mundial, utilizando como herramienta sus colosales reservas de petróleo y gas y su condición de país pivote entre Asia oriental y Europa.
Favorecido por los altos precios del petróleo, con $200.000 millones en reservas de oro y divisas duras, y con su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, el gobierno de Putin comenzó a desafiar a la hegemonía imperial estadounidense en relación a los países situados por Washington en el "eje del mal", como Irán, Siria, Venezuela, Libano, Corea del Norte y las organizaciones y países anti-EEUU de Medio Oriente y el mundo islámico.
Dispuesto a imponer su condición de gran potencia energética del siglo XXI, el gobierno de Putin negoció acuerdos con otros países para el desarrollo de una red de oleoductos y gasoductos que convirtieron a Rusia en el gran árbitro del suministro de petróleo y gas para Europa y los grandes centros económicos y demográficos del Asia oriental (China, India, Japón, Corea del Sur).
Putin (quien compite por áreas de influencia con el llamado "Imperio unipolar") ya se posicionó en el mercado de la "carrera armamentista" convirtiéndose en principal proveedor de armamento y tecnología de guerra a escal a mundial, incluidos los países situados en el "eje del mal".
Guerra y negocios: el viejo axioma que hizo grande a los Estados Unidos de Bush y al lobby sionista capitalista europeo, también vale para la Rusia capitalista emergente del gobierno nacionalista de Vladimir Putin que reestatizó las empresas públicas de la ex URSS, particularmente las de energía y de armas.
Con Rusia severamente disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte de las áreas de influencia que en su momento detentó la URSS, Putin y su gobierno nacionalista apostaron a la estrategia del desarrollo energético con el petróleo y el gas como herramientas tácticas fundamentales.
Siguiendo esa línea estratégica la administración de Putin ha recuperado sistemáticamente el control de las empresas que explotan los recursos petroleros y gasíferos en su territorio, y actualmente cerca del 80% de las reservas mundiales de hidrocarburos le pertenecen a compañías de propiedad estatal.
Rusia posee las mayores reservas de gas natural en el mundo a la vez que posee las séptimas reservas petroleras en magnitud y es el actual segundo productor mundial de petróleo.
Sus reservas gasíferas y petroleras de los Urales y Siberia, al igual que las de Venezuela, son las únicas grandes reservas mundiales de hidrocarburos fuera del inestable triángulo Mar Negro-Mar Caspio-Golfo.
Gazprom -el monopolio estatal ruso, primer exportador de gas natural del planeta- tiene como objetivo controlar el tránsito de gas hacia Europa, Asia y Medio Oriente.
La administración de Putin concretó una serie de acuerdos que le aseguran que la producción de petróleo y gas de las repúblicas centroasiáticas (Kazajastán, Uzbekistán, Turkmenistán) seguirán utilizando los oleoductos rusos para exportar su petróleo y gas hacia
Europa y en el caso de Kazajastán, el transporte de petróleo ruso hacia China a través del oleoducto Atasu-Alashankov, inaugurado en el 2006.
Los acuerdos comerciales con Teherán, el apoyo técnico al desarrollo de la industria nuclear iraní, y su condición de principal proveedor de armas a las fuerzas armadas del país islámico, convierten a la Rusia de Putin en un instrumento clave de resolución del conflicto nuclear planteado entre Irán y el lobby EEUU-Unión Europea
Irán, que tiene a Rusia como principal referente de poder frente al eje USA-Europa, es una pieza clave para el dominio y control de la estratégica y vital región del Golfo Pérsico.
La gran nación persa posee fronteras con dos de los vértices del triángulo petrolero (Mar Caspio, Golfo Pérsico, estrecho de Ormuz) y resulta ideal para el tendido de uno o más oleoductos que lleven el petróleo y gas ruso, y de otras ex Repúblicas Soviéticas del Asia Central (Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán), hasta puertos del Golfo Pérsico y desde allí hasta los mercados petroleros del Asia oriental.De ahí también, que para Putin la relación con Irán adquiere importancia geopolítica y militar clave en su tablero de construcción de poder con el petróleo como herramienta fundamental.
Por último, y no por ello menos importante, son las asociaciones estratégicas establecidas por los gobiernos ruso y venezolano para la exploración y explotación de bloques en la faja petrolífera del Orinoco y con Pdvsa gas para la posible participación de Gazprom en la construcción del Gasoducto del Sur que interconectará América del Sur a partir de Venezuela.
Pero, sin dudas, la asociación estratégica Rusia-Irán y el "efecto musulmán" son las dos cartas estratégicas fundamentales que los halcones norteamericanos e israelíes deberán evaluar antes de lanzar los misiles contra las instalaciones nucleares de Teherán.
Petróleo y "efecto musulmán": una combinación letal que podría convertir a un ataque militar a Irán en una tercera guerra mundial íntercapitalista con EEUU y Rusia como actores principales.
Zbignieb Brzezynski, ideólogo del lobby sionista USA señala en su libro El Gran Tablero de Ajedrez: Primacía Americana e Imperativos Geoestratégicos, que uno de los imperativos de dicha geoestrategia consiste en impedir que "los bárbaros se unan".
La estrategia de Putin se sitúa en las antípodas del ideólogo sionista: Rusia, con el petróleo como arma estratégica de poder, junta a los bárbaros del "eje del mal" contra el Imperio hegemónico USA-Unión Europea.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica
Fuente: El Espía Digital

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