Dos noches de tormenta intensa (incluso la anterior noche con pequeños tornados) que me alteran y me ponen muy nerviosa. El ruido de los truenos y la intensidad de la lluvia es algo que no llevo demasiado bien y que me hacen estar con los ojos como platos y dando vueltas en la cama sin parar. A eso le sumamos la situación de mi perrita recién operada y también temblorosa por el ruido de la tormenta, con lo que me he pasado las tres últimas noches levantándome de la cama para vigilar su estado.
Y para postre vengo arrastrando cansancio del palizón de mis clases de zumba.
Resultado: hoy camino como una "zombie"; las piernas me pesan y me duelen y los ojos me escuecen por el sueño atrasado.
A pesar de todo, he seguido con mi ritmo de vida, un poco más ralentizado y hoy voy a ir a mis clases de zumba como siempre, aunque me lo voy a tomar con tranquilidad y disminuiré la intensidad del ejercicio. Una pequeña siesta de media hora me ha ayudado mucho a recuperar algo de energía y me ha hecho sentirme mejor.
El ejercicio, aunque no lo parezca, ayuda a reducir el cansancio, aunque hay que ajustarlo a la situación del momento. A primera vista, el ejercicio puede representar una quema importante de reservas energéticas, pero el hecho es que nos ayuda a mejorar la circulación sanguínea y a oxigenar cada célula de nuestro cuerpo, aumentando el nivel de energía de todos los órganos.
Otro de los innumerables beneficios de practicar ejercicio es que ayuda a que el cuerpo y la mente consigan una mejor relajación, lo cual garantiza un descanso reparador.
Seguro que esta noche caigo "en redondo" en la cama... si no hay tormentón de nuevo.