Llegas a la fiesta que ha organizado un amigo en su casa. Conoces a la mayoría pero, de pronto, alguien toca la puerta. Es Lucía, una amiga de una amiga. Introducen a la nueva invitada al grupo y a mitad de la noche coincidís en un rincón del salón y comenzáis a charlar. La conversación es fluida y fácil porque Lucía parece ser extrovertida y muy animada. Te cuenta acerca de su fascinación por la música clásica y las ganas que tiene de ir a un concierto el mes que viene. Cuando le preguntas sobre su profesión, no tiene reparos en decir que odia su trabajo como informática en una oficina del centro y cuánto se arrepiente de haber estudiado esa carrera. Una vez en confianza, Lucía también te habla de sus inquietudes espirituales y reconoce que, aunque proviene de un contexto católico, en estos momentos se considera agnóstica.
De repente, la mujer te comenta que debe ir al lavabo y, al volver nuevamente al salón, Lucía parece otra. Apenas habla y se mantiene muy reservada, con el semblante serio. A tu amiga no parece llamarle la atención la actitud de Lucía pero tú comienzas a preocuparte. Logras conversar en privado con tu amiga sobre lo que observas en la invitada que acabas de conocer y ella te responde sin preocupaciones que Lucía siempre ha sido de humor cambiante y que pronto lo comprobarás. Y efectivamente, tras unos minutos, Lucía vuelve a ser la misma muchacha dicharachera que habías conocido hacía unos instantes.
¿Qué has conocido de Lucía esta noche? Sabes que en realidad no es tan impredecible como creíste en un momento dado y que los cambios de humor pueden ser una constante en ella. Por otra parte, también sabes que puede ser una chica reflexiva y segura de sí misma a la hora de reconocer ciertos aspectos negativos de su vida. Sus anécdotas te dan pistas acerca de su trayectoria espiritual y laboral… En definitiva, esta noche has vislumbrado la personalidad de Lucía.
En este hilarante diálogo de “Pulp Fiction” (1994) comprobamos uno de los muchos significados y connotaciones que la palabra “personalidad” tiene en nuestro lenguaje.La máscara
Personalidad proviene del latín persona que a su vez tiene sus raíces en el griego, prósopon: máscara o disfraz de un personaje teatral. Como bien apunta Theodore Millon, dicha trayectoria etimológica es interesante porque permite descubrir cómo el significado del término ha pasado de ser una ilusión de lo externo a referirse a una realidad externa y, finalmente, a rasgos internos; la máscara de Lucía no sólo refleja algo aparente, sino también parte de su mundo real interno. Pero, ¿qué es la personalidad? ¿Cómo podríamos definir un término tan difuso en nuestro contexto
Hay quien confunde personalidad con carácter (características adquiridas durante nuestro desarrollo, con cierto grado de conformidad con las normas sociales) o con temperamento (disposición biológica básica hacia ciertos comportamientos) que aunque son aspectos clave de la personalidad, delimitan demasiado su significado: la personalidad es un patrón de características que configura la constelación completa de la persona (Millon, 2006). Una definición demasiado sublime.
En su magnífico The Person: An Introduction to the Science of Personality Psychology (2009), P. McAdams nos explica, en términos más específicos, qué queremos decir los psicólogos cuando hablamos de personalidad. Por un lado, Lucía nos parece extrovertida y con humor cambiante, estos nos daría pistas sobre sus rasgos: aquellas disposiciones generales, internas y comparativas que atribuimos a las personas en un esfuerzo inicial por detectar consistencia y predecir su comportamiento (McAdams, 2009).
Además de esto, también hemos descubierto las inquietudes espirituales de Lucía y cómo se comporta con desconocidos, aspectos que nos hablarían de sus roles característicos: facetas contextualizadas que hablarían de los intereses motivacionales, cognitivos y de desarrollo del individuo (McCrae y Costa, 1996). Lo más curioso es que todos estos datos acerca de Lucía no los hemos conocido a través de una encuesta, sino por medio de una conversación plagada de historias o relatos de vida: narrativas del yo internalizadas y en desarrollo que integran el pasado, el presente percibido y el futuro anticipado, para dar sentido, unidad y propósito a la vida (Bruner, 1990; Singer, 2005). Personalidad. Rasgos, roles e historias de vida. La constelación.
¿Puede estudiarse empíricamente la constelación completa de la persona?
Gordon Willard Allport (11 de Noviembre, 1897 – 9 de Octubre, 1967).Los árboles y el bosque
En cierta ocasión recordábamos cómo William Stern se mofó de Hermann Rorscharch por intentar captar la personalidad humana con un test que él mismo plagiaría años más tarde. Puede que en aquel momento al psiquiatra suizo le viniese bien el apoyo de Gordon Allport (1897-1967), psicólogo estadounidense que también desafiaría a la psicología institucional con su libro Personality: A Psychological Interpretation, publicado en 1937.
Por aquel entonces todos hablaban de programas de reforzamiento, palomas o divanes y una sociedad hundida por instintos desenfrenados. Allport sentó las bases de la Psicología de la Personalidad presentándola como una alternativa humanista ante el conductismo y el psicoanálisis. A partir de entonces, la psicología de la personalidad se ha definido como el estudio científico de la persona como un todo (McAdams, 2009); la ciencia que estudia las características psicológicas que identifican a un individuo o un colectivo, su génesis, estructura y funcionalidad, desde
su origen hasta su desaparición (Pelechano, 1999).
Tras décadas de investigación, esta vertiente de la Psicología nos ha permitido comprender a la persona como un todo y definir de manera sistemática y minuciosa conceptos tan relevantes como los famosos Big Five, esas cinco categorías que permiten englobar todo el espectro de rasgos, de modo que podamos deshacernos de esas 18.000 palabras que Allport y Odbert se encontraron en 1936 cuando intentaron definir por primera vez los dispositional traits.
Dichas categorías nos han ayudado a comprender aún mejor los llamados Trastornos de personalidad y ver estos cuadros clínicos como parte de un continuo que va desde la adaptación, hasta la alteración grave; la diferencia entre una persona que dice “Tengo que estar orgulloso de lo que hago” y otra cuyo axioma es “Nada está nunca suficientemente bien, así que nunca termino nada“, radica en un aspecto gradual, cuantitativo y no cualitativo, a pesar de que en la práctica etiquetemos el cuadro como Personalidad obsesivo-compulsiva. Esta pequeña aportación de la Psicología de la persona tiene una repercusión significativa en la calidad de vida de miles de individuos que padecen de trastornos de personalidad alrededor del mundo.
En medio de todo el rompecabezas humano, la Psicología de la Personalidad es la pieza central de la psicología que nos susurra continuamente: “no dejes que los árboles te impidan ver el bosque“.
Referencias bibliográficas más relevantes
Báguena, M.; García, L.; Miguel, A.; Pelechano, V. (1999). Psicología de la personalidad: 1. Teorías. (2ª Ed.). Barcelona, España: Ariel.
McAdams, P. (2009). The Person: An Introduction to the Science of Personality Psychology. (5ª Ed.). United States of America: Wiley.
Millon, T.; Grossman, S.; Millon, C.; Meagher, S.; Ramnath, R. (2006). Trastornos de la personalidad en la vida moderna. (2ª Ed.). Barcelona, España: Elsevier Masson.