Revista Cultura y Ocio

¿qué demonios quiere el espectador? (ii): españa

Publicado el 02 junio 2012 por Fhrodri
Como decíamos en el anterior post, no parece que el marketing en torno al audiovisual haya resuelto la cuestión que trae de cabeza a programadores (cuando se trata de televisión) y a productores (cuando se trata de cine). En verdad, hay que reconocerle a los estadounidenses los avances en este sentido, y, sin embargo, todos los años hay obras procedentes de su país que no triunfan. De hecho, hacen lo opuesto: fracasan. Los últimos casos: John Carter o Green Lantern. Por tanto, pareciera que esta supuesta ciencia, el marketing, despliega tantos agujeros en su teoría como la de una hermana suya: la economía. Vayámonos de paseo por el cine español, ampliando lo que se trataba en este post de Guionistas VLC. Ya se habló en su momento en las redes sociales y en otros lugares: ¿por qué una película de Nacho Vigalondo, con una masa suficiente de seguidores, luego no recibe el apoyo en salas y taquilla? ¿Quiere decir que Twitter no significa, como muchos apuntan, apenas sino una pequeña porción de población? Tal vez. Aquí les dejo con un artículo muy relevante en torno a ello, de un periodista de La Opinión de Málaga. Lo mismo se podría decir de la última cinta de Álex de la Iglesia. Tras comentarios, alabanzas, coros (a ratos un tanto exagerados) a su persona por sus declaraciones sobre la Ley Sinde… su película sólo la ha visto una audiencia limitada. O bien la gente es hipócrita, o bien los que apoyan ciertas actitudes en la Red luego no van al cine. El hecho es que la última obra de Icíar Bollaín ha tenido más éxito en taquilla, cuando esta directora había sido denostada en casi cualquier rincón de Internet. Comparación entre recaudación de La Chispa de la Vida y Katmandú. Posibilidad: no tenemos ni idea de qué ha sucedido. No tenemos ni idea de por qué una película funciona en taquilla (o en cualquier otro actual modo de consumo). Red Lights sí ha ido a verla la gente. ¿Una cuestión de marketing? En este caso, es probable. Puede que un cartel que indique “Robert de Niro” y Siguourney Weaver” ya espanta esa etiqueta tan peliaguda de “cine español”. ¿Pero y en el caso de la película de Benito Zambrano? Una historia nada menos que ambientada tras la guerra civil. Muchos apuntan a la reiteración de temas en el cine español, pero luego el hecho es que estas obras tienen un público suficiente. No espectacular; pero sí suficiente. Ahí tenemos el caso de Las Trece Rosas, hace unos años, con una cantidad de espectadores respetable. ¿Y entonces? ¿Cómo espera ese público que quiere un cambio en los temas y los géneros que los productores escuchen, si luego este deseo no se refleja en la taquilla? Resultados de taquilla de La Voz Dormida en su primera fin de semana. Todos los datos, de la página, Box Office Mojo.   Las Trece Rosas, una de las películas españolas con más éxito en taquilla, en 2007. Visto así, se tiene la impresión de que los que (tan fácilmente, sin mucha reflexión/conocimiento del tema) proponen y hasta gritan (por su tono) en infinidad de blogs y foros que ellos sí saben qué necesita el cine español olvidan un detalle. A todos nos sucede. Todos tenemos ideas, respuestas que creemos claras, y que funcionarían. El matiz estaría en creerlas definitivas... sin contrastarlas un poco con los datos objetivos. Lo que uno desea no es lo que la realidad luego refrenda. Puede que ellos deseen que el cine español use unos géneros y no otros; pero no existe una regla de tres por la que ese deseo posea un componente científico. Por otra parte, existe otra explicación plausible. La gente que anima a De la Iglesia, que denosta el cine social o "de guerra civil", que pide cine de género no acude a las salas para no seguirle el juego a la distribución y exhibición tradicional. Si fuera el caso, es coherente con esas posiciones que tan vehementemente defienden. Ahora bien; en tanto que no entran en el juego de la industria audiovisual, sería mejor que fueran conscientes de que así es imposible que ésta les preste oídos. Si no se contabilizan sus entradas, los productores seguirán haciendo caso del hecho objetivo: en su primer fin de semana igual vale una película "de género" como Xp3D, que una película "típica" del cine español. Y, en algunos casos, incluso una de estas últimas recauda, al final, más que dicho cine "de género". Detengámonos un poco más en esto del género. Otros hablan de que no se cuida en la industria audiovisual española, y piden más de ello. Incluso un nuevo lugar al que enviar guiones, Box Office Script, colgó en su twitter lo que pedía (lo extraigo del post dedicado al tema, en Guionistas VLC) Bien. La pregunta es ¿a qué se refieren exactamente con "cine de género"? Cuando esas personas lo indican como salvación del cine español y como posible respuesta a que se recaude más en taquilla... ¿a qué género exactamente se refieren? Porque ya se hacían películas de género. Comedias, por ejemplo. Todos los años. O dramas. En cuanto al terror, no es que nos falte. De hecho, sobre todo de cara al exterior, este género ya casi se ha levantado como un tópico (tal vez porque su tradición ha arrancado desde lo comercial e industrial, y no de los autores en sí) de lo que se produce aquí. Pero a veces funciona, a veces no. La trilogía Rec ha sido muy exitosa, aunque la tercera entrega se sitúa a mucha distancia. ¿Ironía para los deseosos de explicaciones de marketing? Que seguramente ha sido la que más dinero ha invertido en publicitarse. Por otra parte, parece una broma que muchos jóvenes demanden que el cine español explore otros géneros, y luego apenas nadie vea Eva, de Kike Maíllo. Aparte de que sea o no “buena” o “mala” (aquí esto es irrelevante), miren su recaudación del primer fin de semana. Ciencia ficción en una película española. Nada menos. Con efectos especiales y una calidad de producción muy cuidados. Pues tampoco. De hecho, en su primer fin de semana recaudó menos que La Voz Dormida en el suyo (que veíamos en el gráfico más arriba). Les guste o no a ciertos articulistas o blogueros o expertos en marketing el cine "de la guerra civil" ganaría en taquilla al cine "de género" (uso las comillas con intención; ya sabemos que a estas clasificaciones se oponen muchos matices). La semana que se estrenaba Eva, La Voz Dormida continuaba recaudando dinero en un buen puesto.  ¿Será que la gente, en las redes sociales, en las conversaciones en los bares, en los comentarios en las revistas y periódicos que tratan los estrenos, dicen que quieren una cosa, y luego consumen otra? Si es así, o si bien se trata de que lo consumen mediante descargas “alegales”, entonces su eterno lamento está fuera de lugar. A ratos, se similar a cuando se llora la pérdida de Público o de CNN+. Si nadie lo consume, si tú mismo, que estás quejándose en Twitter o Facebook, o en el bar, donde sea, luego no compras ese periódico o ves esa cadena… ¿de qué te quejas? Esto conduce a la misma contradicción de pedir (más bien exigir) que las series españolas sean tan “ambiciosas” (tan cuestionable esa calidad dada por sentada en este caso) como Games of Thrones, pero al tiempo se perciba como innecesario que alguien pague un presupuesto no ya igualable sino suficiente. Y que dicho pago pasa porque alguien vea esa serie “innovadora”; que la consuma, para que la cadena gane dinero, para que pague dinero a la productor, para que pague dinero desde el guionista hasta el decorador pasando por el editor. ¿Serán, pues, dirán otros, los actores, las celebridades? Tomemos el caso de Xp3D. Amaia Salamanca y otros actores populares en su casting. Género: terror, con su subgénero de tipo slasher. Un experto en marketing diría que es la fórmula perfecta. Un target definido, un género que el primer fin de semana suele funcionar, caras conocidas en su reparto. ¿Resultado? Una cantidad de euros en taquilla similares a los de los estrenos del cine español "convencional". Xp3D recaudó más o menos igual que Katmandú o que La Voz Dormida. ¿Para este viaje, tantas alforjas? Hallo que la palabra “ironía” continúa siendo la más definitoria. Lo que es probable que un productor o un experto en marketing nos planteen, en reuniones surrelistas o paternalistas, cuando presentemos un guión, se cae por su propio peso. ¿Por qué gastarse tanto dinero en supuestas primeras figuras si luego no aseguran el éxito? Mario Casas puede que haya traído espectadores a Grupo 7, como Robert De Niro y (menos) Sigourney Weaver a Red Lights. Pero a cada ejemplo de éxito que el productor o experto en marketing nos desglose como motivo por el cual  nombres conocidos (antes que buenos actores) son mejores para la taquilla podremos contraponerle ejemplos de fracasos. Es el caso de Xp3D, pero también el de Carne de Neón, que también contaba con Casas.  Nadie sabe nada nunca. Y yo diría que los expertos en marketing o bien tienen que hacer todavía muchos deberes para un análisis que sean más matemático; o bien deberían estudiar modos de comercializar los productos de la forma más apropiada. Es decir, al contrario de eso que contaba David Muñoz en este post. Se refería a una experiencia suya en la cual fueron, en parte, los expertos en marketing los que indicaron no ya el género sino incluso detalles del guión. Esto, además de una intromisión (peligrosa por cuanto ya hay bastantes intromisiones en la creación de una película con los productores), es de una inutilidad aplastante. No basta con esa vieja cantinela paternalista que antes se escuchaba de la mano de algunos productores, de “nosotros sabemos qué vende”. Porque igual de falsa es cuando sólo se utilizan datos parciales, y teorías nada científicas. Es como si los creativos publicitarios o los publicistas, en general, le dijeran a sus clientes qué productos han de producir, y, por ejemplo, a qué valores deberían asociarlos. El mundo al revés. ¿No sería el modelo de experto en marketing el que vende bien, buscando, investigando, trabajando, cualquiera que sea el producto?  Las fórmulas de suma de elementos llevan existiendo hace mucho tiempo. Asimilada por la misma crítica (llamémosla así, aunque nos referimos a revistas como Fotogramas o Cinemanía), en muchos pitchings en EEUU los high concepts de las películas se definían sumando éxitos anteriores. Aquí, esas ideas (por llamarlas de alguna forma) seguramente también funcionaban, sólo que eran las maneras peregrinas de ciertos productores. La diferencia ahora estriba en que la fórmula (que pese a su nombre confunde: no tiene nada de matemática) la proponen los expertos en marketing. Mientras tanto, el debate sigue abierto. Las preguntas son muchas, y los datos y los ejemplos indican conclusiones contradictorias. El cine malo triunfa a veces, el cine malo fracasa; a veces el cine bueno funciona en taquilla; a veces no. A veces las películas crean tendencias y no se pliegan a tendencias anteriores. David Muñoz también comentaba que en su día presentó una historia de vampiros, y se la echaron para atrás: “no estaban de moda” justo antes de Amanecer. Por el contrario, y ello produce cuando menos dudas, películas con un éxito internacional y avasallador no son asumidas por estos expertos en marketing. No se imitan; no se toma nota de las posibles enseñanzas que dichos éxitos pudieran traer. Como bien indica en este artículo Scott Mendelson, ningún gran estudio prestó atención cuando un super héroe se incluía en una historia adulta y oscura… y lograba miles de millones por todo el globo.  ¿Será que hay "fórmulas" que interesa copiar y fórmulas que no? Y si no lo hacen en Estados Unidos, me temo que aquí, por inercia, no irán los tiros por diferente camino. Confiemos en que las nuevas generaciones de expertos en marketing tengan la honestidad para saber que lo suyo no es una ciencia, y la valentía para asimilar eso que tanto nos cuesta tanto a todos (a los guionistas también).  Nadie sabe nunca nada sobre qué puede triunfar. 

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