Hoy he leído la portada de un artículo que me ha recordado a mi primer postparto , y como fue un periodo complicado, difícil, pero sobre todo de mucha tristeza.
Suena un poco mal decir que el postparto es triste, ya que en teoría tu hijo está en el mundo, todo ha salido bien, tu hijo y tú estáis sanos y por tanto todo debería ser felicidad.
Pero se mezclan una serie de factores que a continuación intentaré detallar, que hacen que para las madres este periodo sea muy cuesta arriba, y sobre todo porque no puedes desahogarte como quisieras, no puedes sentir realmente lo que sientes, porque delante de los demás tienes que aparentar, y ya sabemos que guardar sentimientos al final lo único que hace es que se hagan mas fuertes.
Por supuesto os quiero relatar los factores desde mi punto de vista, como yo los viví y sentí, por si a alguien que aún no ha pasado por este periodo, o está inmerso en él pueda ayudarle.
Las Hormonas
Todas las que hemos pasado por un embarazo sabemos lo que significa un desajuste hormonal, porque en un momento estás eufórica al segundo después estás llorando como una magdalena.
Pero éste desajuste no se va en el momento del parto, sino que sigue después, ya sea porque tu cuerpo tiene que volver a la normalidad y eso no es cosa de dos días, y porque está de por medio la lactancia que necesita de ellas para poder llevarse a cabo.
Yo sentía que cualquier cosa que le ocurría a mi bebé por muy insignificante que fuera, para mí se convertía en un mundo. No es que yo fuera exagerada, es que yo lo sentía así, no podía evitarlo.
Los dolores y el cansancio
No es muy difícil entender que, tras una cesárea tenemos una gran herida en la parte baja del abdomen, y que aunque te den el alta en dos días del hospital, no deja de ser una cicatriz de una operación que duele mucho, que puede infectarse, y que incluso impide que puedas ponerte erguida o poner peso encima de ella.
Además del cansancio acumulado por los últimos meses de embarazo, donde no podemos dormir bien, y por supuesto el cansancio que se empieza a acumular ahora, ya que empezamos con la rutina de la lactancia que es bastante agotadora. Incluso podemos unirle los ritmos de los bebés que en teoría solo comen, hacen caca y duermen, pero eso es suficiente para que tú no tengas ni un minuto para poder descansar.
La responsabilidad te desborda
En el embarazo las mujeres o por lo menos la mayoría, nos informamos, vamos a charlas de matronas, otras madres, leemos libros, artículos para estar lo más preparadas posibles ante la nueva situación. Pero la realidad es, que nada te prepara para la enorme responsabilidad que es tener a un ser tan indefenso entre tus brazos. Aún así tu instinto te ayuda y lo superas todo, pero no puedes evitar estar invadida por un miedo casi contínuo a que le pase algo a tu hijo, porque no lo estás haciendo bien.
La falta de empatía de los que te rodean
Ya comenté un poco de este factor en mi post Padres primerizos políticamente correctos. La gente no se pone en el lugar de las madres que han tenido en mi caso una cesárea, les da igual que estén doloridas, cansadas, tristes, que no tengan ganas de nada, que como he comentado antes estén desbordadas por la nueva situación y la responsabilidad. Lo importante es que ellos tienen que ver al bebé y tú tienes que atenderles con una sonrisa.
Además se permiten el lujo de hacer apreciaciones para los más educados, y comentarios de toda índole sobre la manera que tienes de criar a tu hijo. Difícilmente escucharás, "qué bien lo estáis haciendo todo" "se ve que estáis haciendo un esfuerzo muy grande" "os apoyo en todo lo que decidáis" "sois unos campeones".
Al contrario, solo encuentras comentarios, consejos que esconden "no lo estás haciendo bien", y otra serie de lindezas que aunque vengan acompañadas de una sonrisa no son nada agradables.
La falta de empatía de algunos profesionales
Yo no puedo agradecerle su ayuda a mi primera pediatra, porque lo que encontré en ella en las primeras citas con el bebé, fue malos modos, comentarios tipo "se nota que sois primerizos" y otras cosas que no merecen que se repitan por su mal gusto.
Por supuesto, pedí el cambio de pediatra de inmediato. Quiero decirles a los profesionales que actúan de esta manera, que cuando acudo a ellos es porque no sé, no conozco, no sé hacer, y sobre todo tengo mucho miedo. No creo que a ningún padre le guste pasearse por los médicos por aburrimiento, aunque después la razón sea en su opinión una "tontería".
No quiere decir que todos sean así, hay gente fantástica, que se desvive por su trabajo y que hace que te sientas reconfortada con solo unas palabras o simplemente escuchándote, que algunas veces es lo único que necesitamos.
Pero no quiero que este post, se quede en un mal sabor de boca. Me gusta ponerle el lado positivo a todo y por supuesto, daros algunas pinceladas de las cosas que me ayudaron a mí a superar esta fase.
Sal cuánto puedas, no te encierres en casa con el bebé a pasar las horas. Vístete con algo cómodo, pon a tu pequeñín en el carro, llévate cuánto necesites, pero aprovecha los días de buen tiempo y sal, pasea, despéjate, que te dé el sol que tanta energía da, aprovecha cuando el pequeño duerma en el carro y tómate algo en algún bar, siéntete normal, sobre todo, porque en ese momento te aislas del mundo y eso no te beneficia nada.
Grupo de madres
En la actualidad, si buscamos por Internet hay muchos grupos de madres en distintas situaciones que se apoyan unas a otras, pero incluso como me pasó a mí, yo encontré un grupo de madres de pequeños con edades similares al mío, que acudían a una sesión de masajes para el bebé que organizaba mi matrona. En teoría, las clases eran para enseñar a hacerle unos masajes relajantes al bebé para favorecer el sueño con cremas, pero lo que realmente hacíamos allí, era salir de la rutina en la que entras en ese momento, conocer a otras mujeres que están pasando por tu misma situación, apoyarnos, escucharnos, no sentirnos solas.
Para mí fue muy positivo, porque podía soltar con ellas todo lo que no podía hacer con otras personas, sobre todo la tristeza, porque o no me entendían o simplemente no me escuchaban.
Delegar y pedir ayuda
Una cosa que nunca he entendido de mi forma de pensar en aquel momento, era mi miedo a delegar responsabilidades y a pedir ayuda.
Parecía que por hacer esas cosas era peor madre, o la gente iba a considerar que era débil. Además cuando lo piensas después, ¿qué tenía yo que demostrar? ¿Acaso me tenía que importar la opinión de alguien?
Por eso pide ayuda, no lo hagas todo sola, las supermadres que pueden con todo y más en ese momento no existen. Además todo lo bien que tú estés no solo te beneficia a tí, sino también a tu bebé, porque le dedicarás un tiempo más efectivo.
Delega responsabilidades, no quieras ser la que lo lleva todo hacia adelante, lo verdaderamente importante es tu bebé y es al que le tienes que dedicar tu tiempo, lo demás habrá alguien que lo pueda hacer.
Disfruta de tu bebé
Dedícate a disfrutar lo que puedas de las cosas que te aporta tu bebé, quizás una mueca, un apretón de dedo, su carita al dormir, el calor de su cuerpo contra el tuyo, los primeros sonidos y tantas cosas que pasan cada día, que si no estás atenta te puedes perder, y que son la mejor cura, la mejor motivación, y lo más importante la verdadera felicidad que te sacará de esa tristeza que se ha instaurado en tí.
Como he comentado en algún que otro post, todo son fases, malas o buenas todas pasan, nada es eterno en la crianza. Además, a medida que pasa el tiempo, vamos conociendo a nuestro bebé, estaremos más seguras de nosotras mismas y de las cosas que hacemos, y por tanto no tendremos tantos miedos y tantas inseguridades.
Por último, cultiva una cualidad que quizás antes de ser madre no necesitabas, o al menos no tanta cantidad de ella "la paciencia". Sólo ella te salvará en muchas ocasiones en este camino de la maternidad.