Revista Opinión

¡Qué error!

Publicado el 20 noviembre 2014 por Vigilis @vigilis
A estas alturas ya es de público conocimiento lo que muchos intuíamos. Upeidé y Ciudadanos rompen sus negociaciones (por lo menos hubo tres reuniones de sus directivas, que se sepa) y no irán juntos a las elecciones del próximo año. Qué error, qué inmenso error, como diría Ricardo de la Cierva del primer gobierno Suárez o como diría el presidente Rajoy cuando comprueba que Viri pidió las pizzas con champiñones. Hala, la sesión loca de "Águila Roja" arruinada para el presidente. Muy mal, Viri, muy mal.
¡Qué error!
Todos aquellos que esperamos la solidificación de una alternativa política que si bien no levanta pasiones al menos no haga falta votar con pinzas de titanio en la nariz, vemos nuestro gozo en un pozo. La frustración que provoca la desaparición de una alternativa "regeneradora" —horrorosa palabra que ni quiere decir nada ni resulta estéticamente agradable, pero que sin embargo es usada hasta la saciedad y yo la uso porque quiero hacerme entender— que no insulte demasiado la inteligencia del votante es algo que al final pagaremos todos.
Pues no se trata aquí de un mero juego aritmético. En política no existe el 1+1=2. La concurrencia por separado de las dos formaciones actuará en contra de los intereses políticos de las dos. Sabemos cómo funciona la Ley D'Hondt, por eso ya damos por descartados los resultados de una tercera vía entre el turnismo y el nacionalchavismo en todas aquellas circunscripciones de baja densidad de población.
¡Qué error!
Pero más aún, si hoy una de las cosas que están en cuestión es el asunto territorial, quizás ese discurso de las dos formaciones de defender lo que dice la Constitución y la igualdad de todos los españoles ante la ley, pudiera ser bienvenido en la próxima legislatura. Y un discurso es escuchado en función de la fuerza que lo sostiene, en este caso la fuerza electoral. Presentarse divididos cuando en el sedicioso Borde Exterior la defensa de la ley brilla por su ausencia es negarse a ver una realidad: no sólo ese discurso es inexistente en el Borde Exterior sino que la presencia de esos partidos es una leyenda urbana.
Cuando más necesario es escuchar ese discurso menos lo escucharemos. Mirad las encuestas desde marzo de 2014. Upeidé, de moverse por el 10% ahora vuelve a su tradicional 5% y a Ciudadanos le dan un 3 o 4%. Con eso, los dos se van a comer una buena boñiga. Juntos sin embargo, sabiendo que D'Hondt calcula los escaños por los divisores a partir del más votado, cada rastrojo de voto "regeneracionista " (ugh) sumaría para lograr una cosa rarísima que es tener escaños. Lo diré de otra manera: la suma del todo es mayor que la suma de las partes. Punto. Es matemáticas. Aquí no hay discusión.
¡Qué error!
Alguien podría decir que la coalición significaría el abandono de militantes y por tanto la resta en el resultado final. Oh, sí, puede que haya militantes de los dos partidos a los que la unión no les guste, pero —y esto que quede entre nosotros— son cuatro y el de la flauta. El número de posibles votantes recogidos simplemente por llevar candidaturas unitarias supera ampliamente la posible pérdida de apoyos.
Trastos y cabezas
Ahora andan los dos partidos —y si no ellos de forma oficial sí sus militantes de forma oficiosa— viendo cómo culpar al otro. Saludo ese homenaje al comportamiento ibérico. Si no estás conmigo estás contra mí. Villarriba contra Villabajo, etc. Lamentable, un espectáculo lamentable.
¡Qué error!
Sé que debería explicar los argumentos utilizados para rechazar el acuerdo, pero cuando los motivos son excusas, el ejercicio del razonamiento se convierte en una especie de oración hiniduista, con un "Om" muy prolongado.
UPyD por ejemplo, suele pavonearse con su transparencia y sus primarias, o en otras palabras, con su centralismo democrático de carácter leninista. Por su parte Ciudadanos parece que le sigue detrás, también asumiendo esas cosas de organización interna que dice Upeidé, por ejemplo, en lo de la elección de candidatos por primarias (por cierto: qué manía con votar tanto). El problema de esto, que queda muy bien en un tuit o en una nota de prensa hecha de forma muy cutre en un formato estándar del Word, es que hablamos de partidos que a pie de calle son cuatro gatos. Algunos de los candidatos a las locales de Ciudadanos, por ejemplo, fueron "elegidos" en un proceso de primarias en el que no había quorum y por tanto designados de forma automática sin que votara nadie (en su descargo hay que decir que para ser precandidato hacen falta avales de militantes, o sea que algún apoyo sí pueden recibir aunque nadie vote). UPyD, por su parte, no tiene tanto este problema, simplemente no se presenta donde no existe (que es en más lugares de los que están dispuestos a admitir).

¡Qué error!

Afiliados UPyD según El País (agosto 2014).

La irrelevancia de estos dos partidos fuera de Coruscant, Cataluña, tal vez la Comunidad Valenciana y algunas ciudades desperdigadas es precisamente origen de uno de los asuntos que separa sus posiciones. En Ciudadanos decidieron en su día atajar la carencia de estructura fuera de Cataluña y fagocitar a minipartidos (en Coruña, lo de meter a un tipo que de mayor quiere ser político, me parece un error, hablo de un señor que después de presentarse por el Partido Galeguista (r), montó su marca política personal y me sugiere la misma confianza que un andamio de bambú).
Es evidente que esta fagocitación tiene problemas que en su día Lenin evitó con el partido bolchevique: no te puedes fiar de lo que hagan otros usando tu marca. Para UPyD ésta es una de las líneas rojas que no está dispuesta a ceder. La insistencia del partido rosa en presentarse con su marca en toda España está hasta cierto punto justificada. La paradoja es que en este momento UPyD no puede presentarse con su marca limpia en toda España simplemente por la tozuda razón de que no existe en toda España. Asunto que Ciudadanos vendría a arreglar. Mientras que UPyD en Cataluña es un mito, Ciudadanos con el mismo discurso es una fuerza de cierta importancia. Aquí hay algo que no cuadra. Puede que el problema no sea el discurso, sino la estética. Tal vez a la gente no le guste ver a una señora enfadada en la tele echándole la bronca. No sé. Igual es cosa mía.
¡Qué error!

Sin duda las estrategias de expansión (o aparición) son importantes. Sin duda existen riesgos cuando incorporas a gente con pasado en tu partido. Pero más allá de estas razones de carácter interno y organizativo está la cuestión de la imagen que se da y los resultados que se esperan.
Hace unos días Rosa Díez interpelaba a los lectores de El País en una columna. Echándoles la bronca y a un tris de dejarles sin recreo se preguntaba qué hacían los demás para salvar a España del Armageddon. Que era una vergüenza dejarla sola a ella con Toni Cantó para defender a España de los hunos. Claro, mi supersentido arácnido-galaico me sugiere responder a su pregunta con otra pregunta: ¿y qué estás haciendo tú para salvar a España del Día del Juicio? ¿Presentar querellas contra los Hutts sediciosos del Borde Exterior? Maravilloso.
¡Qué error!

Dejar pasar la oportunidad de sumar fuerza electoral mediante el método de hurgar rastrojos en los divisores de la Ley de D'Hondt es lo mismo que vender armas a los sediciosos y servir daiquiris a los chavistas. Yo quiero pensar que lo primero que se hace en una reunión de una agrupación de un partido es asegurar que todo el mundo entienda la ley electoral (es como asegurarte que los jugadores de fútbol de tu equipo conozcan lo que es un fuera de juego). Lo que importa a la hora de presentarte a unas elecciones es sacar el máximo resultado de acuerdo a los medios disponibles y sabiendo que sólo una parte de los electores piensa en apoyarte. Para las cuestiones disciplinarias internas ya existen comités de garantías en los partidos.
Ahora, gracias a la genialidad de estos dos partidos, los veremos competir por casi el mismo electorado y limitarse a sumar lo que sus propios divisores les den. Lo grave de este caso de bizquería política es que no se trata de diferencias ideológicas extremas sino de cuestiones internas que a los electores les importan menos que nada.
Más:

 

Volver a la Portada de Logo Paperblog