¿Un hongo? ¿Un yogurt? ¿Algo que no deja de crecer? ¿Un gremlin? ¿Qué es exactamente el kéfir? Proveniente del Cáucaso, el Kéfir es un alimento que se ha colado de lleno en la dieta mediterránea. Sus ventajas digestivas, su versatilidad y sabor, lo han colocado en nuestras estanterías.
El kéfir en sí son los granos a los que habrá que cuidar con esmero. A esos granos se les echa leche (si es entera mejor) y se deja de 2 a 3 días para que fermente (este tiempo puede variar dependiendo de si os gusta más o menos ácido). Tiene que conservarse dentro de un tarro de cristal, al que no le puede dar la luz solar. Es mejor guardarlo en un armario. No puede tocar el metal, ya que perdería sus funciones. Para ello, a la hora de separar la leche del kéfir en sí, hay que usar un colador de plástico, nunca de metal. Es un ser vivo, por lo que no parará de crecer. Una cosa curiosa es que si os cansáis, lo podéis congelar. Lo laváis bien y lo metéis en el congelador. Si lo queréis volver a comer, sólo hay que descongelarlo. Para asombro de todos, vuelve a la vida.
También se puede hacer kéfir en casa con cultivos de kéfir. De esta manera, no hay que estar pendiente constantemente y aguanta varios días en la nevera. Para esta última técnica os dejamos el siguiente vídeo. Es muy sencillo. Podréis encontrar los elementos necesarios en nuestra Tienda Cocinista.
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