Revista Opinión

¿Qué es el racismo?

Publicado el 13 enero 2023 por Liberal

Hoy hablaremos sobre el racismo y asuntos relacionados. He estado pensando mucho en estos temas durante los últimos tiempos precisamente porque debido a que he llevado una vida de lo más intensa, aventurera y en situaciones o mundos muy diferentes, he desarrollado una capacidad para analizar, observar y notar cosas que la persona de hoy en día, los del “montón”, ni siquiera notan. También me vino a la mente porque tuve ocasión de por fin poder leer el famoso libro del famoso señor catalán Rovira y Virgili titulada “El nacionalismo catalán”, de 1916. Es un excelente libro, y por supuesto, de una época en la que hasta la izquierda progresista sabía perfectamente que existían diferencias raciales importantes y observables incluso dentro de España. Es bastante irónico que, por ejemplo, conozco a varios latinoamericanos de origen español que me comentan como sus abuelos decían y afirmaban con total naturalidad que existía algo así como “una típica cara valenciana” o “cara gallega”. Hoy en día, debido a la mezcolanza en España que fue provocada por las trágicas migraciones internas del siglo XX, no es algo tan notable ni fácil de detectar, pero debéis hacer vosotros mismos el experimento: busca a personas de origen catalán (NO CHARNEGOS), y verás que por lo general NO se parecen a un castellano de origen ni tampoco a un extremeño típico o andaluz. Pero bueno ya sabes que si dices esto en España, poco les falta a las masas para querer sacarte los ojos. Todo el mundo sabe que, por ejemplo, en la zona de Valencia hay más frecuencia de pelo rubio, así como en Cataluña. También hasta los estudios genéticos modernos afirman lo que yo ya sabía: hay más genes norteafricanos en sitios como Salamanca y Ávila y casi nada de eso en Valencia, Cataluña, etc.

Apenas hay un tema que provoque tanta ansiedad y tensión en una persona blanca normalita hoy en día que el “racismo”. Es un tema verdaderamente incómodo para el blanquito promedio condicionado por los medios de comunicación corruptos y globalistas. Hace cincuenta o sesenta años la gente sentía una tensión parecida si se trataba el tema del sexo. Muy pocas personas podían hablar del sexo de forma honesta, abierta y cómoda. Les avergonzaba. Siempre que surgía el tema, la gente usaba todo tipo de eufemismos y evadían ciertas palabras, con intención de evitar mencionar cosas o usar palabras que los hiciera sonrojarse…era sencillamente un tema que no podían tratar directamente. En una conversación con cortesía uno ni siquiera podía usar palabras como “pierna” cuando se hablaba de una dama, por ejemplo. Era demasiado “arriesgado”, rozando lo pornográfico, por las asociaciones mentales que evocaba.  

¿Por qué fue eso? ¿Por qué hablar de sexo nos incomodaba? Bueno, por supuesto, fue porque el sexo era un tema tabú. Había muchas prohibiciones y restricciones sociales y religiosas asociadas con el sexo, y estas prohibiciones entraban en conflicto con los impulsos naturales del ser humano. El seguir esos impulsos era considerado pecaminoso, y pasarían cosas terribles si violábamos las leyes de Dios. El resultado fue que nosotros nos sentimos culpables por nuestros impulsos naturales. Para evitar el muy desagradable sentimiento de culpa, tratamos de evitar el tema del sexo. Nuestras sociedades occidentales eran mayoritariamente cristianas, además de forma explícita. No había todavía ocurrido la famosa revolución trágica de los años 60, en el que finalmente se mató a Dios y se generó la sociedad infantilizada y degenerada que tenemos en la actualidad. Sin embargo, se da la ironía de que hoy es así con el tema de la raza. Así como fuimos condicionados por las enseñanzas religiosas hace 60 años, hoy estamos condicionados, principalmente por los medios de comunicación controlados, para sentirnos culpables por nuestras inclinaciones raciales naturales. Nos han enseñado que observar diferencias raciales es el pecado más grave que puedes cometer. ¡Dios te libre mencionar algo racial en una conversación entre personas menores de 60 años! Tú inténtalo y verás como acabas. Te llamarán de todo menos guapo. Por ejemplo, a pesar de que es totalmente cierto, SIN DUDA ALGUNA, que la mayoría de delincuentes en España son NO BLANCOS, y principalmente moros uyy perdón, “magrebíes”, si dices eso, no solo te insultará una mayoría mojigata, sino que además incluso en el caso de España podrías tener problemas con la “justicia” porque allí dirían que eso es “discurso del odio”. En España no hay libertad de expresión, no tenéis la Primera Enmienda que gozamos en EEUU. Aquí, el gobierno no me puede castigar por mis ideas…de momento. Eso sí, por los cambios demográficos que sufre EEUU, quizá pronto la Constitución será algo del pasado…de hecho, ya ignoran y violan gran parte de ella, pero bueno, todavía quedan algunas cositas. Volviendo al tema, si yo en España digo eso, me tacharían de “neonazi”. Lo mismo ocurre en EEUU entre la juventud aborregada e inculta que tenemos la desgracia de sufrir. Si dices una realidad estadística, como por ejemplo que la mayoría de la violencia en EEUU la provocan delincuentes NEGROS, te dirán que eres un racista asqueroso y que debes ser miembro del Ku Klux Klan. Eso sí, los demás sí tienen barra libre para su racismo…el único racismo que es tabú es el orgullo de sentirse blanco. Eso es cierto tanto aquí en EEUU, como en Europa.

¿Y cuáles son nuestras inclinaciones raciales naturales? Podemos obtener una respuesta bastante buena observando la forma en que se comportaba, escribía y hablaba en la época anterior a que la raza se convirtiera en un tema tabú, en la época cuando todavía podíamos hablar de ello sin sentir ninguna punzada de culpa o vergüenza, allá por los primeros años del siglo XX, digamos. En ese momento aceptábamos el hecho de que las personas de una raza en particular preferían vivir, trabajar y jugar con otras personas como ellos. Ciertamente, preferimos la compañía de personas de nuestra propia raza, y eso también es cierto de otras razas. A menudo teníamos curiosidad o interés por las características raciales, el comportamiento, los estilos de vida, la cultura y las historias de otras razas. Nosotros admirábamos las espadas samurái japonesas y el arte de la cerámica china, el kayak esquimal, la mitología hindú, los templos aztecas mexicanos. Los varones de raza blanca en las Américas, NORTE Y SUR, hacían juegos de “indios y vaqueros”, y algunos chicos blancos admiraban las tradiciones interesantes de los indios americanos y trataban de emular sus magníficas habilidades como cazadores y leñadores. Nosotros no teníamos problema alguno en darle mérito (si era merecido) a otras razas. Incluso hoy, yo personalmente me asombro cuando he tenido que contratar para labores en mi casa a indios de Guatemala y otros países centroamericanos. Tienen una habilidad asombrosa en cuanto a lo físico, a pesar de ser tan pequeños de estatura y nada corpulentos. Cogen los insectos como si fueran juguetes, sin duda porque son personas que están acostumbradas a las junglas tropicales. Por cierto, antes de que se me echen encima los listillos hijos de puta que pululan leyéndome para insultarme, he tenido que contratar a gente así porque los blancos, sencillamente, YA NO TRABAJAN en nada duro. Te vienen con todo tipo de pretextos porque piensan que deben cobrar mucho más de lo que producen. Los jóvenes de la raza blanca hoy en día en general son demasiado blanditos y piensan que el mundo les debe algo. Nada que ver con sus ancestros pioneros. Lo mismo pasa en España…da vergüenza ajena ver a la juventud degenerada en botellones, drogas, sexo promiscuo, y analfabetos funcionales. Compara con sus abuelos y notarás una gran diferencia, y no a favor de los jóvenes, no.

Pero al mismo tiempo conservábamos nuestro sentimiento de separación y exclusividad, así como un sentido de orgullo en nuestra propia identidad. Sabíamos, y nos enorgullecía, que nuestros antepasados hayan construido bellas catedrales, así como conseguir grandes conquistas y hazañas en las Américas. Sabíamos que no éramos perfectos, porque nadie lo es, pero estábamos orgullosos de saber de dónde veníamos. Sabíamos que teníamos nuestras propias características raciales, nuestra propia historia, nuestra cultura. No nos pareció necesario pedir disculpas a nadie por enseñar la historia de nuestras razas en los colegios, en vez de sustituirla con historia japonesa, digamos, o historia tibetana, excepto, por supuesto, a aquellos eruditos en nuestras universidades que estudiaban culturas exóticas. Sobre todo, no sentimos la más mínima inclinación por inventar una historia negra falsa para aumentar la autoestima de los jóvenes de raza negra o de los indios mestizos, o para intentar convencer a los jóvenes blancos de que los negros eran sus iguales culturales.

¿Sentiamos que nuestra raza era superior a otras razas? En general, sí, pero no estábamos nerviosos al respecto, simplemente éramos realista. Es decir, reconocimos sin el menor sentimiento de envidia o resentimiento que otras razas podrían hacer algunas cosas mejor que nosotros: los negros, por ejemplo, podrían trabajar mejor en un ambiente cálido y húmedo. Por eso, aunque la trata de esclavos fue despreciable, los negros sobrevivieron en los campos húmedos y tropicales del sur de EEUU y Cuba, por ejemplo…un ambiente que mataría a un hombre blanco de verdad. Su peculiar estructura esquelética y muscular los hacía mejores velocistas y saltadores, en promedio, mientras que sus cráneos relativamente gruesos y sus brazos largos les dieron una gran ventaja en deportes como el boxeo, por ejemplo.

Pero sabíamos en qué éramos especialmente buenos, y tendíamos a valorar esas cosas más. Alguien que recluta para un equipo de baloncesto, por supuesto, tendría estándares diferentes y muy bien podría mirar a los negros como una raza superior. Eso no nos molestó. Teníamos confianza en nuestro papel como pioneros para todos los demás, como los preeminentes solucionadores de problemas y constructores de civilizaciones del planeta, como los mejores pensadores e inventores. Y, por supuesto, nos gustaba más nuestra poesía, nuestro arte, nuestra música y nuestra literatura. En ese sentido creíamos que teníamos una cultura superior y éramos una raza superior. Superior desde el punto de vista de nuestras normas, por supuesto. Si nos limitamos al contexto español, es un hecho que los mejores inventores, pensadores, juristas, y matemáticos han sido catalanes, vascos y gallegos. No, no lo digo porque yo tenga orígenes catalanes o gallegos, aunque claro que me enorgullece esa casualidad, y me alegro de no ser castellano, por ejemplo. Dicho de otra forma, si pudiésemos elegir al nacer qué identidad española queremos y pudiésemos elegir cualquier región, jamás optaría ni por ser andaluz, ni castellano manchego o leonés, ni extremeño, ni asturiano, ni murciano. Da la casualidad que, por esas cosas de la vida, los genes que se cruzaron para hacerme eran valencianos, catalanes y gallegos. Bendito sea Dios por haberme hecho así.

Por eso, por nuestros sentimientos acerca de nosotros mismos y nuestra preferencia por los de nuestra raza y nuestro propia cultura: todos éramos racistas según los estándares actuales, por supuesto. Todos éramos supremacistas blancos. Pero esos términos nunca se usaron entonces. El racismo nunca fue un problema. Sólo pensamos y nos comportamos de una manera natural para nosotros. Mientras otras razas no se interpusieran en nuestro camino, no sentíamos hostilidad hacia ellas. Pero si se interponían en nuestro camino, por lo general se arrepentían con bastante rapidez.

Y, por supuesto, otras razas tuvieron más o menos la misma actitud que nosotros. Juzgaban las cosas por sus estándares. Los chinos creían, de hecho todavía creen, que son superiores a cualquier diablo extranjero. ¿Nos ofendía de alguna manera? Por supuesto que no. No estábamos de acuerdo con los chinos, por supuesto, pero mientras cada uno se quedaba en su propio territorio, pudimos llevarnos razonablemente bien. La única vez que hubo conflicto entre las razas fue cuando se vieron obligados a ocupar el mismo territorio. Cuando eso sucedió siempre había conflicto y hostilidad. Y eso JAMÁS cambiará por mucho que inventen leyes cada vez más represoras. No se puede obrar contra natura. Durante décadas, por ejemplo, la URSS congeló sentimientos nacionales en sus estados satélites, pero no por congelar algo consigues matarlo del todo. Hoy en día, aunque la gran mayoría de borregos no te reconozca en la cara que prefiere tener vecinos de su raza, por sus comportamientos y lo que eligen sabes perfectamente que mienten. ¿Cuántos españoles conoces, por ejemplo, que quieren vivir cerca de los gitanos? Por eso, por la incapacidad de poder vivir juntos, durante décadas gran parte de EEUU tuve leyes no solamente a favor de la segregación, sino además contra la mezcla racial. Ojo, no es mi intención en absoluto defender esas leyes…yo no creo que tengamos una sociedad hoy en día para ello. Está todo tan mezclado que sería inviable, además de que hasta los propios blancos sabían que no era un sistema viable a largo plazo, porque es netamente injusto. Aún así, solo basta con ver cómo viven los negros actualmente, y cómo viven los blancos, y verás un mar de diferencias profundas en sus barrios, colegios, forma de vestir, hablar, y educación. No me vale la excusa de que “es por culpa del racismo americano” porque África es negra y está bastante peor incluso.

¿Qué pasó en el siglo XX que nos condujo a la situación actual? Una minoría de blancos, normalmente adinerados y con tiempo libre, empezaron a apoyar la “causa negra”. Pero lo cierto es que la gran mayoría de los blancos no se preocupaban en absoluto por los negros y ciertamente no se levantaban todos los días pensando en cómo oprimirlos ni lo intentaban. A la mayoría de blancos NO les interesaba lo que hacían los negros, siempre y cuando lo hicieran entre ellos y no molestaran la seguridad de los blancos.  Uno simplemente tenía que mirar la diferencia mucho mayor que existía entre los niveles de civilización en Europa y en el África negra para entender que la diferencia entre los niveles de la sociedad blanca y negra en Estados Unidos era simplemente un reflejo de la diferencia en la calidad racial, y que los negros en Estados Unidos vivirían en un nivel aún más bajo nivel si no fuera por los beneficios que les otorga su proximidad a la sociedad blanca.

Sin embargo, los “biempensantes” insistían en culpar a los blancos por las deficiencias de la sociedad negra, aunque a principios del siglo XX no consiguieron mucho impacto porque los blancos de aquella época no se dejaban engañar tan fácilmente y no existía tanta gente cobarde y débil de mente como ahora. Durante las décadas de 1920 y 1930, NAACP (Asociación para el avance de las personas de color) empezó a presionar para poner fin a la segregación. Curiosamente, todos los presidentes de la NAACP durante este período eran judíos, no negros, y a organización también recibió casi todo su financiamiento de judíos. Fue realmente la Segunda Guerra Mundial la que cambió las cosas. La enorme acumulación de la industria durante la guerra en Estados Unidos cambió la composición radicalmente de la fuerza laboral estadounidense. Con millones de hombres blancos en uniforme, se reclutaron mujeres y negros en la fuerza de trabajo de la fábrica en números sin precedentes. La guerra tuvo el efecto neto de mover grandes cantidades de negros de las áreas rurales a las ciudades y dándoles más dinero del que nunca habían tenido antes. Mucho más importante fue el impacto psicológico de la guerra. Después de haber matado a millones de europeos y haber perdido cientos de miles de soldados en EEUU, era mucho más fácil para los propagandistas…después de los horrores cometidos por Hitler, persuadirnos a los demás que éramos tan malos como los nazis alemanes. Así, el peor nivel socioeconómico de los negros tenía que ser nuestra culpa, sí o sí, nos dijeron en repetidas ocasiones. Si los negros eran violentos, pobres e ignorantes, era porque nosotros los habíamos hecho así. Era la segregación la que los estaba retrocediendo. El resultado de todo esto fue generar un sentimiento de culpabilidad en el blanco que empezó a notarse por primera vez y afianzarse en la conciencia blanca a partir de la década de los 50.

La televisión se convirtió en un arma nueva y poderosa en manos de los traficantes de culpabilidad antiblanca. Nos obsequiaron con espectáculos en televisión de negros inofensivos y bien vestidos sentados tranquilamente en cafés blancos, mientras camareras blancas se negaban a atenderles y los clientes blancos se burlaban de ellos. Vimos a negros siendo sacados de autobuses, golpeados con bates de béisbol por miembros del Ku Klux Klan. Se veían perros policías y policías, hombres blancos, golpeando a los negros a palos. No voy a decir que esto era “fake news”, pero tampoco era lo habitual. Lo que pasa es que la gente blanca de clase obrera, que era menos capaz de proteger sus barrios y colegios ante la avalancha de la integración forzosa de negros, a veces reaccionaba de manera destemplada e indigna, incluso violentamente. Siempre que lo hacían, las cámaras de los medios controlados estaban ahí para grabarlo, exactamente como hacen ahora. Y estas pocas escenas fueron editadas inteligentemente, colocadas en un contexto cuidadosamente seleccionado para apelar al sentido innato de la propiedad de los blancos y su sentido de la equidad, y luego transmitir las imágenes y el mensaje una y otra y otra vez. El resultado fue más sentido de culpabilidad entre los blancos, como era la intención.

El utilizar hábilmente escenas seleccionadas de resistencia blanca a la integración racial eran vergonzosas para la mayoría de los espectadores blancos, los controladores de los medios fueron gradualmente capaces de hacer la idea completa de que la resistencia a la integración racial es vergonzosa para la mayoría de los blancos. Y luego los medios le dieron un nombre a todo esto, una palabra que jamás existió antes de los años 50 o 60 del siglo XX: racismo. Y al invocar repetidamente este nombre junto con escenas, acciones e ideas que ya se habían hecho vergonzosas, el nombre mismo, la palabra en sí misma, adquirió el poder de causar punzadas de vergüenza y culpa, exactamente como el sonido de la la campana de la cena por sí sola hizo salivar a los perros de Pavlov. Los medios de comunicación habían establecido un reflejo condicionado, una reacción a la palabra racismo. La misma palabra ahora es suficiente para hacer que los más “fashion” entre vosotros empiecen a palidecer y correr a esconderse, incluso hasta los más individualistas y libres de mente se sienten bastante incómodos cuando alguien les llama racista. Todavía recuerdo una escena en un bar de Madrid, cuando le dije a una chica mezclada que ella era española de DNI nada más. Me llamó “racista de mierda”, con la intención de callarme y avergonzarme. Mi respuesta fue…¿racista yo? Realista. No acepto la palabra que ellos intentan imponer. Cuando me dicen “racista” les digo, no sé lo que significa eso, ni me interesa…es una palabreja que me suena bastante modernilla, no me interesa. Ya sabéis que el DNI de la pseudodemocracia española lo aguanta todo…hasta el género que te inventes. Por eso digo que hay españoles de DNI, pero eso no significa nada. Un papelucho que te de un estado corrupto no tiene significado para mí, porque tu jamás podrás cambiar tus orígenes por mucho que lo intentes.

Ahora bien, esta breve historia del racismo es realmente una simplificación excesiva. El proceso real fue mucho más complicado e implica muchos detalles que no tenemos tiempo suficiente para describir hoy. Los colegios, por ejemplo, fueron reclutados para este programa de acondicionamiento. El contenido de los planes de estudios escolares fue falsificado para evitar que los estudiantes blancos comprendan la razón de ser de la segregación en Estados Unidos, o más generalmente, para la separación de razas en cualquier parte del mundo. Al mismo tiempo, los cursos de historia fueron des europeizados y llenos de todo tipo de logros imaginarios de los no blancos. El objetivo de todo esto fue para que les pareciera a los estudiantes blancos que cualquier esfuerzo por mantener una sociedad blanca no era sólo irracional sino también injusto.

Lo único que ha ayudado a algunos estudiantes blancos detectar contradicciones en esta enseñanza ha sido la realidad física de tener presente a verdaderos negros en el colegio, que les dejó ver la flagrante contradicción entre la teoría de la igualdad racial y los hechos. Yo tengo alumnos negros, por ejemplo, aunque yo les instruyo mucho mejor que cualquier hombre políticamente correcto y falso. Pero aún así, precisamente porque yo conozco las diferencias raciales, las cosas se me hacen más amenas y sé cómo actuar con ellos.

Una de las consecuencias de este programa generalmente muy exitoso de condicionamiento por los medios controlados, este programa de lavado de cerebro, ha sido hacer muy difícil hablar de asuntos raciales racionalmente. Es como si hubiera estado tratando de discutir el sexo racionalmente entre los mojigatos católicos en España hace un siglo.

Las veces que he tratado el tema racial en público, he visto como algunas personas realmente se ponen histéricas, personas que sencillamente no pueden ni siquiera considerar el tema. También, por supuesto, comentarios de los “haters”, gente que ha llegado a decirme que yo debería ser asesinado por tener estos criterios raciales, gente que me grita odio y todo tipo de obscenidades por atreverme a tener opiniones libres y políticamente incorrectas sobre los no blancos. Esta gente que me grita y chilla todo tipo de barbaridades, por cierto, son BLANCOS, NO NEGROS. Son personas blancas que han sido acondicionadas a tener opiniones del sistema y han sido alentados para reaccionar de esa manera. Incluso, se ha llegado a extremos en los que hijos denuncian a sus padres o madres si piensan que son “racistas”. Esta histeria colectiva la vimos después de la muerte del drogadicto con antecedentes penales violentos, el “santo” George Floyd. Santo, para los medios de comunicación y gentuza del sistema, no para mí. George Floyd era un delincuente, y aunque yo no justifico lo que hizo ese policía impresentable, que provocó a la turba de masas maleducadas y gentuza de todo tipo, tampoco pienso que Floyd era un santo. Más bien lo contrario, pero esta sociedad vanagloria a los delincuentes, ladrones, pedófilos y demás y condena a los hombres blancos trabajadores y cristianos.

Pero la gente común solía enfadarse por el sexo hace cien años. Solían odiar, despreciar, e incluso quieren matar a personas que tenían ideas poco convencionales sobre el sexo, y no estoy hablando de pedófilos u homosexuales; Estoy hablando de heterosexuales sanos que simplemente no eran tan rígidamente convencionales en sus ideas o prácticas como el resto de la población. Margaret Sanger, la pionera de educación sobre el control de la natalidad en Estados Unidos, fue encarcelada por sus puntos de vista en 1917. Joseph Smith, el fundador de la iglesia mormona, escandalizó a los cristianos convencionales al tomar varias mujeres, y él fue linchado, asesinado, por una turba en Illinois en 1844.

Sin embargo, la raza es algo sobre lo que debemos pensar y hablar de manera racional y honesta. NUNCA te avergüences de ello. No debemos sentirnos culpables por ello. Debemos entender que querer vivir y trabajar con personas de nuestra propia clase es un sentimiento natural y saludable con el que nacemos. La naturaleza nos dio este sentimiento para que pudiéramos evolucionar como raza, para que pudiéramos desarrollar características y habilidades especiales, que nos distingue de todas las demás razas. Este sentimiento, esta preferencia por los de nuestra especie, es esencial para nuestra continua supervivencia. Lo que es antinatural, destructivo y verdaderamente odioso es el multiculturalismo forzado, como se le llama, diversidad forzada.

Voy concluyendo, tranquilo…que ya sé que tienes fútbol y pornografía esperándote y no quieres que un “pesado” como yo siga hablando…sobre todo un “racista loco” y con “pinta de asesino en serie” como unos sinvergüenzas de Nueva York me llegaron a decir ayer. Nuestro sentimiento racial no es el único que los lavadores de cerebro impulsados por los medios controlados han querido criminalizar. También han hecho lo mismo para confundir nuestra natural comprensión de las diferencias entre hombres y mujeres. Cuando suelo afirmar en público que el papel natural del hombre es el de proveedor y protector, y el papel natural de la mujer normalmente es de cuidadora, estoy sujeto al mismo tipo de ataques histéricos y llenos de odio que cuando hablo de temas raciales.

Los medios de comunicación, los igualitaristas tienen la intención de borrar todas las distinciones, toda estructura en nuestra sociedad, todos los estándares. Debemos resistir toda su campaña de Corrección Política forzada. Pero sobre todo nosotros debemos resistir su idea de condicionar nuestro pensamiento sobre la raza. Podemos sobrevivir al feminismo, no importa cómo nos puede hacer neuróticos e infelices. Podemos sobrevivir a otras formas de igualitarismo, sin importar cuán socialmente destructivas sean. Pero no podemos sobrevivir mucho más tiempo a menos que volvamos a la honestidad al tratar con la raza. Concluyo, pues, celebrando frases del famoso catalán Rovira y Virgili, comentando si procede:

Frase 1: “«Pero cuando la inmigración es copiosa se produce un fenómeno de gran importancia social y política desde el punto de vista nacional. La nacionalidad es invadida por infiltración, por así decir».

Efectivamente, uno de los retos que ha tenido Cataluña y Valencia es la población que les ha llegado de Andalucía y Castilla. Por lo general, estos individuos suelen ser más pobres, más incultos que la población autóctona. En el caso de Valencia, eran los que antiguamente llamaban “blaveros”, y en el caso de Cataluña, por lo general viven en zonas más pobres como L’Hospitalet, por poner un ejemplo.

Frase 2: “…Existe la idea corriente que Cataluña es el país más rico de España. La riqueza, relativa pero efectiva, de Cataluña, es una imagen inseparable de la visión que se forman los no catalanes. Y los extranjeros suelen ver la península ibérica como un país en conjunto pobre y atrasado, con algunas excepciones, entre las que se destaca en primer término el de Cataluña con su capital populosa y opulenta.«

Más de 100 años después, y esto sigue siendo una realidad. Los catalanes son de entre las razas más avanzadas de España y Barcelona es la ciudad más “europea”, en el sentido compatible con los países más del norte de Europa, de toda España. Los extranjeros se dan cuenta enseguida de la diferencia, y por ejemplo, ven a Madrid como una ciudad más mediocre, chabacana, y sin ninguna corriente intelectual importante. La filosofía, si es que se le puede llamar así, de un madrileño típico es ser sibarita, el ir de tapeo, socializar, pero no profundices mucho que te llaman rarito y pesado. El madrileño es amigo tuyo durante una noche de copas, pero al día siguiente ni se acuerda de ti. Eso es señal de raza frívola y una característica bastante poco blanca y europea. Los blancos más, digamos, “del norte” se tardan muchísimo en conocerte, pero la falsedad y frivolidad son cosas raras.

Frase 3: “… El catalán, sea patrón u obrero, pone su alma en el trabajo y aspira a hacer sentir su presencia concreta y distinta, a controlarlo, a dominarlo, a mantener su supremacía humana.”

Así es. Esto es muy diferente al “es lo que hay” castellano, ese conformismo rancio, africano, y totalmente ajeno a la raza blanca. “Qué será, será”…esa es la filosofía castellana, propia de Próximo Oriente.

Podría seguir, pero no insisto. Creo que mi postura ya está clara. Buen fin de semana a los lectores.


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