La investigación tradicional de nuevos medicamentos, según algunos estudios, puede conllevar entre diez y quince años, y más de mil millones de dólares por molécula. Muchas de ellas se quedan en el camino, al no demostrar eficacia o presentar problemas de toxicidad y seguridad en las pruebas con cultivos celulares, modelos animales o ensayos clínicos en humanos.
Las dificultades que existen en la I+D farmacéutica han llevado a la comunidad científica a plantear nuevas vías para abordar los problemas clásicos. Una de ellas es el reposicionamiento de fármacos, una estrategia que puede resumirse en pocas palabras: "viejos medicamentos para nuevas terapias". Entre otras ideas, la aplicación de la impresión 3D o el aprovechamiento de campos como la nanotecnología también pueden facilitar y promover el desarrollo de nuevos fármacos.
La viagra, pionera en el reposicionamiento
¿Pero es viable reutilizar medicamentos y estudiarlos en otras indicaciones terapéuticas para las que no hubieran sido autorizados o investigados? La respuesta es sí, y el primer ejemplo sucedió en la década de los noventa con el sildenafilo. La también conocida como viagra fue inicialmente estudiada como terapia contra la angina de pecho, hasta que los científicos de Pfizer descubrieron que era mucho más eficiente para tratar la impotencia sexual masculina.
La famosa "pastilla azul" no ha sido la única en mostrar el potencial del reposicionamiento de fármacos. Reciclar antiguos medicamentos puede ayudar también en el abordaje de algunas enfermedades raras. Éste es el caso del Parc Científic de Barcelona, que colabora con la compañía SOM Biotech en la reutilización de viejos medicamentos con los que tratar la amiloidosis. España se convierte así en pionera en esta estrategia farmacéutica, con la que se trata de prevenir, combatir y revertir patologías olvidadas.
Otra de las aplicaciones del reposicionamiento de fármacos se centra en abordar enfermedades complejas. Una de ellas es la del cáncer cerebral, que comprende en realidad una variedad de tumores difícilmente curables por la existencia de la conocida como barrera hematoencefálica. La gran mayoría de tumores malignos que afectan al cerebro no tienen cura, pero el reposicionamiento puede impulsar la I+D+i de nuevas terapias.
Ese ha sido el caso de una terapia estudiada por la compañía Orbus, que ha recibido recientemente financiación por valor de 32 millones de dólares. Su objetivo es, precisamente, abordar el tratamiento de un tipo de tumor cerebral -el astrocitoma anaplásico- con un medicamento ya aprobado por la FDA. La eflornitina se emplea actualmente como terapia contra el hirsutismo (enfermedad en la que se desarrolla vello de manera excesiva en las mujeres) y la tripanosomiasis africana.
Al haber sido autorizado por Estados Unidos, el medicamento debe someterse a menos pruebas de toxicidad y seguridad. Sí debe superar, sin embargo, los estudios relacionados con la eficacia, para así demostrar que puede ser factible luchar contra el cáncer o contra cualquier otra enfermedad mediante un "medicamento reciclado" pero igualmente válido. El reposicionamiento de fármacos, sin duda, llegó para quedarse y acelerar así el cuidado de nuestra salud.
Imágenes | Epsos (Flickr), Tim Reckmann (Wikimedia)