Revista Salud y Bienestar
Hace ya muchos días, Maitasun me pidió que hablara sobre el síndrome de Dumping... bien, pues ha llegado el día. Aprovecho para deciros a todos los que me mandáis dudas, ideas, peticiones y demás que perdonéis el retraso que llevo, pero entre examenes y demás este mes ha sido bastante caótico; lo tengo todo anotado y estoy trabajando en las entradas, así que tranquilos que antes o después lo leeréis. Si alguno tiene prisa, podéis contactar conmigo y lo pondré arriba de la lista (y lo mismo va para todos los que queráis mandarme cosas).
¿Qué es?
El síndrome de Dumping o post-gastrectomía es en realidad una complicación relativamente frecuente de la cirugía gástrica, sobre todo la de tipo bariátrica (cirugía para reducción de peso en obesidad); consiste en una serie de molestias y problemas gastrointestinales secundarias a la cirugía que, normalmente, responden a un vaciado gástrico rápido por la disminución del tamaño estomacal. La aparición de síndrome de Dumping es excepcional sin el antecedente previo de cirugía.
Fisiopatología:
La resección quirúrgica reduce el reservorio gástrico, debilitando la capacidad de acomodación a los alimentos, y paralelamente la vagotomía asociada a estas cirugías (resección del nervio vago) incrementa el tono gástrico disminuyendo nuevamente la capacidad de adaptación. Toda operación sobre la zona pilórica (exéresis, by-pass o destrucción) conlleva un incremento del vaciado gástrico. A pesar de que el mecanismo exacto del síndrome de Dumping se desconoce, la fisiopatología propuesta para este síndrome se expone en la figura.
Incidencia:
La incidencia de síndrome de Dumping depende del tipo de cirugía empleada y de la rapidez con la que aparecen los síntomas. Se estima que un 25%-50% de los pacientes sometidos a cirugía gástrica presentan síntomas de Dumping, pero tan sólo un 1%-5% de los pacientes tienen síntomas discapacitantes. La incidencia de síndrome de Dumping tras vagotomía troncular y drenaje se estima en un 6%-14%, en los pacientes con gastrectomía parcial la incidencia es del 14%-20%27, y en la vagotomía gástrica proximal es menor del 2%, ya que no se efectúan procedimientos de drenaje.
Clínica:
Los síntomas gastrointestinales incluyen la sensación de plenitud, retortijones, náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea explosiva. Los síntomas generales incluyen sudación, inquietud, debilidad, cansancio, hipoglucemias, palpitaciones y un intenso deseo de estirarse. Las manifestaciones varían de un sujeto a otro, no obstante es frecuente la presencia simultánea de ambos síntomas, gastrointestinales y vasomotores. La presencia de esta sintomatología conlleva al paciente a disminuir voluntariamente su ingesta, y como consecuencia de ello el paciente se desnutre y pierde peso.
El síndrome de Dumping se ha clasificado en precoz o tardío en función del tiempo transcurrido desde la ingesta al inicio de los síntomas. En los pacientes con síndrome de Dumping precoz (75% de los casos), los síntomas aparecen a los 30 minutos, y suele tratarse de una mezcla de síntomas gastrointestinales y vasomotores. Por el contrario, los pacientes con síndrome de Dumping tardío (25% restante) tienen manifestaciones fundamentalmente de tipo motor a las dos o tres horas de la ingesta.
Diagnóstico:
El diagnóstico de la enfermedad de Dumping es basante sencillo, y se establece en función de la historia clínica, con la constatación clara del antecedente quirúrgico. Aún así, es frencuente la práctica de una endoscopia digestiva alta, sobre todo para descartar otras complicaciones quirúrgicas más graves.
Tratamiento y evolución:
El mejor tratamiento para el síndrome de Dumping es su prevención; esto incluye intentar no tratar directamente con cirugía a algunos pacientes que podrían responder bien a un tratamiento médico y, en el caso de optar por esta vía, escoger el tipo de intervención más adecuada.
Cuando el síndrome ya está establecido, debe tenerse en consideración que la mayoría de pacientes presentan síntomas mínimos que mejoran con el tiempo, por tanto las modificaciones dietéticas son fundamentales: comer pequeñas cantidades de comida frecuentemente, ingerir comidas hidratadas, beber agua 30 minutos antes de la ingesta, rechazar azúcares simples (por ejemplo, dulces), añadir fibra a la dieta, incrementar los carbohidratos complejos, incrementar la dieta proteica, y aumentar discretamente la ingesta grasa para garantizar un aporte calórico adecuado. Si a pesar de estas maniobras persiste la sintomatología clínica, debe iniciarse tratamiento farmacológico (octeotride o acarbosa) o quirúrgico, en los casos más graves o rebeldes.
Fuentes: Mayo Clinic, eMedicine y Dumping.com