La llamada «cámara de aislamiento sensorial» es una bañera que permite conseguir un profundo estado de relajación quese aprovecha para combatir el estrés y sus consecuencias de una forma muy placentera.
La cámara es una caja rectangular de unos 2,5 m de largo por 1,6 m de ancho que contiene 600 litros de agua y 300 kilos de sales de Epsom (sulfato de magnesio) que hacen que el cuerpo flote como si estuviera en el mismo Mar Muerto. El sulfato de magnesio, presente en ciertas aguas termales, aumenta la densidad del agua y también suaviza la piel. Para proporcionar mayor confort la temperatura del agua es de 36ºC como la del cuerpo. Dentro de la bañera la persona flota y no recibe ningún estímulo del exterior, con lo que se eliminan el 90% de las señales enviadas del sistema nervioso al cerebro. En estas condiciones la mente se relaja profundamente al igual que el cuerpo. Se suele perder toda noción del tiempo y, si uno no se duerme, se entra en una estado de meditación e imaginación intensas. Así disminuye la segregación de adrenalina, baja el ritmo cardiaco, la presión arterial y la segregación de lactato sanguíneo (sustancia producida por el metabolismo de la musculatura) que se relaciona con los ataques de pánico.El caso de Cristina
Cristina tiene 20 años y es estudiante de psicología. Hace un año, en épocas de exámenes, empezó a sufrir algún ataque de ansiedad a causa de los nervios y la presión. Conocía la bañera de aislamiento sensorial y sus efectos antiestrés y optó por realizar varias sesiones para reducir su ansiedad.«A mí ya me gustaba mucho la bañera de aislamiento a la que acudía por mero placer. Pero cuando sufrí los ataques opté por hacer dos o tres sesiones a la semana y me fue muy bien tanto para sacar tensión como para estudiar con más concentración. Después de estar una hora aislado de cualquier estímulo te sientes más receptivo a todo lo que te rodea y asimilas mejor cada nuevo concepto. No he vuelto a tener más ataques de ansiedad y cada vez que me siento nerviosa o estresada hago una sesión y me va muy bien», cuenta Cristina.
La bañera de aislamiento sensorial está indicada para cualquier tipo de enfermedad o molestia derivada del estrés. Mejora el insomnio, la depresión, la ansiedad, el dolor premenstrual, el jet-lag, la fatiga, dolores crónicos como la migrañas, dolores de espalda, artritis... También se recomienda para aliviar enfermedades psicosomáticas como el asma y la hipertensión. Ayuda a combatir la obesidad a menudo derivada de la ansiedad. Aumenta la circulación sanguínea y linfática, la capacidad de aprendizaje y concentración y estimula la creatividad y la imaginación. Refuerza el sistema inmunitario, la confianza en uno mismo y ofrece una gran sensación de bienestar.