La cera de los oídos tiene propiedades antibióticas y está diseñada para protegernos de los insectos. Esto es lo que debes hacer y lo que no tendrías que hacer nunca!
El cerumen (cera del oído) es el resultado del duro trabajo que realizan dos tipos de glándulas que se encuentran en el tercio más externo del conducto auditivo: las glándulas sebáceas, que producen sebo, y las apocrinas modificadas ceruminosas, a las que se debe la “fabricación” de la sustancia básica que forma la cera “.
Las glándulas apocrinas son similares a las glándulas mamarias, por eso cuanto más se tocan más cera producen. Este es uno de los motivos por los que no hay que limpiar los oídos. De hecho, nuestras orejas ya tienen un sistema de limpieza propio que actúa de forma algo similar a una cinta transportadora, por eso la cera sale hacia el exterior. Lo que no se sabe con claridad es qué activa este mecanismo aunque se cree que actos como hablar o comer (es decir, mover la mandíbula) dan lugar a este proceso.
En primer lugar, hay que saber que el cerumen actúa como lubricante. ¿por qué digo esto? Pues porque le confiere la propiedad de impedir la entrada de objetos extraños en su interior. Entendiéndose así que nos protege frente insectos, polvo, infecciones por hongos… De hecho es una de las mejores barreras contra las infecciones en esta zona del cuerpo, ya sean bacterianas como fúngicas. Esto debería ser un motivo suficiente para empezar a entender que la producción de cera en el oído es indicativo de un oído sano y no de una oreja sucia… La protección ante los insectos se debe a la naturaleza pegajosa de la sustancia básica del cerumen, mientras que su acción frente a posibles infecciones se debe a la lisozima, una enzima antibacteriana.
No todos producimos la misma cantidad de cera en el oído. Ni siquiera tienen la misma composición. Por ejemplo, la cera de los caucásicos y los africanos es diferente en la textura de la de los asiáticos, que también carece del olor característico que tiene. De hecho esta secreción también sirve para estudiar las migraciones de las poblaciones, y se usa para este fin. Se distinguen dos tipos de cerumen, uno seco propio de los asiáticos y otro húmedo y pegajoso del resto de población mundial, y esta diferencia se debe a un gen.
Si queremos hacerlo bien no debemos limpiar el oído. Sí podemos limpiar el pabellón y la zona externa pero no ir más allá. El canal auditivo ya se limpia solo y no le gustan los intrusos (hisótopo o más conocido como bastoncillo de orejas). Eso sí, a veces se produce tanto que se forman tapones que impiden oír bien e incluso pueden dar mareos y silbidos (tinnitus). En estos casos, no hay que intentar solucionarlo por nosotros mismos sino acudir al médico para que nos quite el tapón. Normalmente la cera se elimina por sí sola sacándola hacia el exterior, junto con la piel del conducto auditivo, en pequeñas escamas, sin la necesidad de ninguna intervención. Sin embargo, si se estanca y se convierte en un tapón, tiene que ser eliminado por un especialista, con medios mecánicos o de succión adecuados. Sin riesgo de que puedas perforarte el oído.
Habiendo quedado claro que mejor no limpiar los oídos y que en caso de tener un tapón acudamos a un especialista os voy a nombrar las distintas formas que existen para hacer limpieza de oído y que son las que se suelen usar, aunque insisto, no deberíamos hacerlo.
1. Los bastoncillos de algodón:
La verdad es que son muy útiles para limpiar pero en el conducto auditivo son peligrosos porque la mayoría de veces lo que hacen es empujar el cerumen hacia el interior. Es uno de los métodos que hace que cada vez se produzca más cera. Recordad que contra más se toca más cera de genera porque se incrementa la actividad de las glándulas apocrinas.
2. Lavado auricular:
El lavado auricular se practica con una jeringa o pera, y aunque se trate de una forma tradicional de limpieza auditiva puede dar lugar a complicaciones tales como tinnitus, ruptura del tímpano y laceración del conducto. Según un estudio escocés reciente, se dan alguno de estos problemas en un caso entre mil (que es mucho).
3. Velas en el oído:
Esta es una práctica de la medicina alternativa que utiliza una vela hecha como un tubo hueco de cera de abeja o parafina que se inserta en el oído y se quema el extremo externo de la cera. La idea es que el calor de dentro de la vela saque el cerumen del canal auditivo hacia fuera. Una teoría que no ha sido demostrada en absoluto, y eso que a mi me gustan las alternativas naturales pero en este caso no hay ninguna base científica que lo apoye.
4. Micro-aspiración:
Este es el método más utilizado (y con éxito) por los especialistas. La micro-aspiración se realiza en el interior del conducto auditivo mientras se observa con un utoscopio o un microscopio.
5. Irrigación
Siempre hecha por un especialista para no dañar el oído. Se necesita agua a la que se le podría añadir un antiséptico para evitar infecciones. Debe estar a 37 grados y es necesario emplear una jeringa especial que tiene la parte del final acabada en forma redondeada. Es importante que lo haga un especialista porque de lo contrario puede perforarse el tímpano.
6. Otocerum
En caso de tener un tapón es preferible acudir al especialista a que nos lo quite pero si no tenemos tiempo o por cualquier circunstancia de la vida no podemos ir siempre podemos optar por un producto tipo Otocerum®. Contiene esencia de trementina, clorobutanol, benzocaína, fenol y aceite de ricino y ayuda tanto a disolver el cerumen como a que no se infecte porque es antiséptico también, bueno, y lleva anestésico que también calma el picor… Eso sí, no debe usarse en niños que tengan menos de 2 años!.
Para aplicar las gotas pon la cabeza de lado inclinándola de forma que el oído afectado quede en dirección al techo y el otro oído hacia el suelo. Se deben aplicar 3 gotas en el oído que esté taponado dos veces al día, es decir, por la mañana cuando te levantes y por la noche antes de ir a dormir. Deja que actúe durante 30 segundos con la cabeza inclinada. Luego tapa la zona con un poco de algodón. Tienes que repetirlo 4 días.
Debo decir que en muchas ocasiones no acaba de funcionar y pasados estos 4 días hay que acudir a un especialista así que vosotros mismos sabréis si queréis probar o ir directos al médico.
7. Sprays
Existen sprays tipo Audimer® (agua isotónica) o Audispray® (agua de mar filtrada y microbiológicamente controlada) que sirven para hacer limpieza de oídos y contienen agua isotónica. La verdad es que no están mal para usar de forma esporádica, por ejemplo para limpiar el exceso de cera o para quitar los restos de cera que se forman cuando te sacan un tapón. Lo ideal es usarlo como mucho dos o tres veces a la semana.
Curiosidades a saber…
- En el pasado la cera de los oídos por sus propiedades lubricantes se usaba en la preparación de bálsamos labiales y productos contra las picaduras de insectos.
- En el curso de la vida cambia la cantidad. Los ancianos producen más cera, y lo mismo ocurre en el curso de ciertas enfermedades.
- También varía con las estaciones del año. Por sus propiedades higroscópicas, generamos más durante el verano.
- Por último y según una investigación reciente, podría ser un indicativo de una acumulación de contaminantes en el cuerpo, como en el caso de la presencia de metales pesados en el medio ambiente y que su olor podría utilizarse para diagnosticar ciertas enfermedades genéticas.
- El descubrimiento científico más notable de los últimos tiempos en relación con la cera es la de un tapón de cera de 24 centímetros de una ballena azul. A diferencia de los humanos, que eliminamos la cera hacia el exterior, las ballenas la retienen y la acumulan. Y esto sirve como registro de ciertas características de la vida del animal al igual que lo hacen los anillos de lor árboles que nos revelan la alternancia entre estaciones secas y húmedas. este cerumen de la ballena se analizó por Sascha Usenko, científico ambiental en la Universidad de Baylor en Waco, Texas. Él y su equipo descubrieron que durante los 12 años de vida de la ballena había estado en contacto con 16 tipos diferentes de contaminantes como los pesticidas. La cera también había registrado altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, que correspondía a la etapa de madurez sexual del animal cuando el ejemplar (macho) había tenido que “competir” por una hembra.