Alma preexistente
En este mundo nacemos condenados a muerte. La cuna es el anverso y el ataúd el reverso inevitable de nuestra existencia terrenal. El primer llanto del bebé no solo anuncia el momento en que el alma preexistente inicia otra existencia incorporándose al cuerpo del recién nacido, sino que simbólicamente representa el duelo de muchos a la hora de dejar este mundo, tanto de los que se van como de los que se quedan. De modo que la muerte es – irónicamente- una constante vital.
Sin embargo no puede decirse que este sea un tema popular. Qué poco se habla de la muerte en todas partes siendo algo tan natural y cotidiano, como si entre nosotros rondara un monstruo que se hace visible al nombrarlo. Ay, el miedo…Pero ¿habría que tenerlo? Veremos.
Cortesía: lailuminacion.com
Conocimiento espiritual y fe
La muerte física de la que habla Cristo en Sus enseñanzas proféticas no es otra cosa que el desprendimiento del alma del vehículo físico en que vino a encarnar y señala el fin del tiempo concedido a esa alma en este mundo para llevar a cabo los propósitos con los que vino. Como es reversible por la reencarnación, tranquiliza a los creyentes y nos da una perspectiva diferente de la vida. Nacer, morir y volver a nacer es al fin y al cabo tan simple como desprenderse de un traje material y tomar otro nuevo, mientras el traje abandonado sigue su propio proceso dentro del mundo de la materia donde se desintegra finalmente en todos sus componentes atómicos, celulares, químicos, etc. incorporándose así al mundo natural al que pertenece. No así el alma que nos habita, por ser de naturaleza espiritual. Al no pertenecer a la naturaleza física no puede quedarse en ella y tiene que buscar su lugar en el cosmos espiritual al que pertenece. Se puede decir abiertamente que como almas somos visitantes extraterrestres, porque nadie es de aquí aunque ocupe algún tiempo un cuerpo de aquí. La iglesia no está de acuerdo con Cristo porque dice que Dios crea un alma nueva para cada bebé, o que existe la resurrección de los muertos(”!!!la vuelta del traje caducado”!!!) o la condenación eterna. No es extraño que tantos tengan miedo a la muerte cuando puede salir tan mal parado.
El miedo
Muchos se identifican con su traje material y creen que es su verdadero ser, por lo que tienen miedo a dejar su cuerpo. Esta muerte no debería preocuparnos. Lo que suele darnos miedo como almas es el darnos cuenta de haber utilizado mal espiritualmente el tiempo de permanencia en la Tierra por andar oponiéndonos o negando a Dios y a Sus leyes. De no haberlo hecho correctamente, caemos en otra clase de muerte de la que se habla mucho menos todavía: La muerte espiritual. De esa hablamos ahora.
La muerte espiritual
Y ¿qué es la muerte espiritual? Es el estado del alma que vive alejada de las leyes divinas .La compararíamos a una persona que ha perdido el norte en su vida y tiene el alma en una especie de estado de coma debido a la acumulación de malas acciones y falta de reconocimiento y purificación con Cristo. Eso explica que muchos sean tan capaces de hacer daño como incapaces de reconocerlo y arrepentirse. Criminales de todas las especies civiles, eclesiásticas y militares, capaces de ocupar las portadas del horror en las Historia o en los noticiarios,-incluso Papas ha habido-pertenecen a esa categoría terrible de almas espiritualmente muertas, incapaces de sentir el mínimo amor por sus semejantes o por los animales. ¿Y qué les sucede?
Cuando los espiritualmente muertos dejan este mundo
Algunos, enseña Cristo, tardan mucho en saber que están muertos y deambulan como fantasmas entre nosotros: Son al morir almas atadas a la Tierra, que intentan seguir haciendo durante tiempo y con poca fortuna lo que hacían antes de morir, desoyendo las indicaciones de seres espirituales que les informan de su estado verdadero. Finalmente acabarán reconociendo su verdadero estado y se sentirán llamados hacia alguno de los planetas de energía que les corresponde según el estado vibratorio de su alma, pues todo está sujeto a la Ley de causa y efecto y a la Ley de semejanza por la que igual atrae a igual.
“Dios, es un Dios justo”, dice Cristo, y antes o después, y a menudo tras diversas encarnaciones o visitas al Planeta Tierra que nos sirven para expiar por el sufrimiento o purificar por el arrepentimiento y el cambio, podremos volver a los Cielos de los que un día partimos. Esto es posible gracias a la fuerza redentora de nuestro Redentor, Cristo, que nos asegura que “ningún alma se pierde” (cita textual). Él vino a este mundo para eso, para rescatarnos de nuestro yo humano inferior y conducirnos de vuelta a nuestro verdadero Hogar con Su energía. Esto es algo que ningún maestro, filósofo, escritor, profeta o iluminado puede hacer: solo Cristo. Esta era Su misión en la Tierra. ¿Y la nuestra? Eso cada uno lo decide con todas sus consecuencias positivas o negativas.
(Texto basado en el cristianismo originario)
Fuente de información: lailuminacion.com/que-es-la-muerte-y-para-que-sirve