Revista Cine

Que Facebook y lo otro

Publicado el 05 noviembre 2010 por Elchapa
Que tengo una tara (ya la voy a resolver), que debería haber estudiado más para el examen de Historia (hice la comedia musical el finde –fotos abajo-, pero no es excusa y me preocupa la nota que pueda sacarme), que hoy tuve una charla copada con un futuro colega que es de General Roca y sentí la necesidad de escribir varias cosas al llegar a casa (por esta razón también sé que el título de arriba es tan poco ‘atractivo’ para el buscador de Google como el del post anterior –y el que vino antes- aunque tenga la palabra Facebook), que no sé si Kevin Johansen sea tan bueno (lo escuché hablar y tocar el otro día en una radio; siempre digo que es mucho lo que se descubre de los artistas al escucharlos hablando aunque en su arte generalmente se encuentre todo lo que necesitamos saber…el punto es que no conozco tanto de Kevin pero de momento no me dan ganas de conocer mucho más), que fui a ver nuevamente “The Town” (la vuelvo a recomendar, porque es uno de los films del año y me dejó pensando otra vez, no tanto sobre su historia, sino sobre el lugar que ocupa en el cine de hoy y en su género…me generó la necesidad de ponerme a revisar muchas cosas), que por algunos sucesos de la semana me dieron ganas de ver “Titanic” (¿alguien la analizó ‘semióticamente’ alguna vez?) y “Rescatando al soldado Ryan” (¿es posible que todavía no haya visto la película?), que el objetivo de todo este sinsentido es llegar a dar una opinión un poquito más completa de “Red Social” (que es, más allá de cualquier cosa, una de las producciones del año). Después de “lo otro”, Facebook.
“Red Social”
Que Facebook y lo otroDavid Fincher nos tiene acostumbrados a los juegos visuales: la cuasi creación y destrucción alucinatoria de mundos en “El club de pelea”; el engaño y la sorpresa constante en “The Game”; el romántico paso del tiempo en “Benjamin Button” (aquí mi crítica); la reconstrucción pesadillesca de crímenes en “Seven” y en “Zodiac” (aquí mi crítica). Si bien cada una de estas películas tiene sus puntos a favor y en contra y sus diversas aristas de análisis, son películas que perduran en gran parte a fuerza de imágenes memorables. En el primer aspecto (el de los puntos diversos de análisis), “Red Social” se lleva un nuevo premio; pero hay que reconocer que visualmente no es para nada poderosa. No creo que tenga más de dos o tres imágenes memorables, que dado el caso también valen más por lo que dicen que por cómo lo dicen –hay un momento de una carrera de canotaje que combina ambas cosas, no puedo dejar de destacarlo-.
Hay que ver también que esta falta de impacto visual puede ser también una decisión del director. Debe serlo, en principio cuando la película gira alrededor de un fenómeno cuyo impacto nunca fue gráfico o artístico sino, ante todo, social. Me parece que en este aspecto es lógico que Fincher haya tratado de reducir todos los elementos del film a una escala humana. Es decir, Fincher nunca renegó de la “humanidad” de los personajes en sus películas, pero siempre que pudo los rodeó de cualidades que, desde algún lugar más o menos obvio, rozaran lo sobrenatural (o lo sobrehumano, si se prefiere). “Red Social” comienza con una conversación: una mesa, dos personas y dos cervezas. Los planos se dividen entre una general de la mesa y dos planos medios de los personajes que de a ratos se convierten en primeros planos. Mark Zuckerberg habla con su novia y en cuestión de minutos la charla se vuelve una discusión, y la discusión se cristaliza en la terminación de la relación. Es una de las aperturas más avasallantes del año: por la dinámica natural de la conversación, una imparable confrontación en la que cada personaje está anticipándose al otro; por cómo Fincher lo acompaña con cambios de plano constantes (gran trabajo de edición, y una operación que se repite bastante en la película) y porque nos presenta de forma poco alentadora y sumamente humana a su protagonista. Queda bien claro desde el comienzo: Mark Zuckerberg es un genio, pero no es de otro mundo. Está completamente atravesado por este mundo, tal es así que su lugar en el mundo -a la vez como superdotado y como integrante de la sociedad- resulta en, bueno, Facebook.
Mark es el tipo que silencia un cuarto. Su inteligencia y sus palabras son sus únicas armas. También sus mejores. No necesita ningún arma más. Es admirable que una película mayor de Hollywood gire alrededor de un personaje con el que es muy difícil empatizar; es también sorprendente que el desarrollo de la historia esté tan bien delineado (construido a través de una no sencilla interacción de tiempos, lugares y personajes, y guiado por los relatos que se dan a conocer a lo largo del curso de dos demandas legales que tienen que ver con Facebook e involucran a Mark), que incluya giros y momentos climáticos de suma intensidad y aún así el protagonista no sufra cambio alguno. No lo vemos cambiar de actitud, no lo oímos levantando la voz, y Fincher lo pasea por diferentes mundos (cámara lenta exagerada mediante) y lo confronta con diferentes personajes que no consiguen corromper su esencia. En este aspecto es clave Sean Parker, el hombre que creó Napster (como Facebook, un antes y un después) y el personaje más atractivo del film, interpretado por Justin Timberlake. Si la Academia se pone un poco loca como en los últimos años y se anima, la nominación como actor de reparto para el cantante no parece tan lejana.
“Red Social” es una película adecuada para el Oscar, seguramente pensada para el premio. Sin embargo, a diferencia del anterior opus de Fincher, no está construida para ello (hecho siempre más favorable que su opuesto, más aún en estos años). La película tiene en su centro una historia de amistad muy fuerte, más humana y cálida que cualquier escena de aquel curioso caso. La música, poco efectista, de a ratos ruidosa, siempre sutilmente perturbadora, acompaña los mejores y peores momentos de Mark y su mejor amigo Eduardo (co-fundador de Facebook), y del resto de los involucrados, todos participantes de un caso legal agobiante.
Pero no son Jesse Eisenberg en el papel de su vida y con su mirada superadora, ni Andrew Garfield con su irresistible rectitud, los que se roban el show. La estrella indiscutida de la película es el guión. Pocas veces se dice que el guión es la estrella de un film, pero Aaron Sorkin logró un trabajo que lo marca para siempre en la historia (ahora) cinematográfica. “Red Social” avanza a base de conversaciones, siempre intensas, extensas, tramposas, llenas de profundas expectativas y de comentarios sobre las personas y el mundo que las (nos) rodea –no puedo dejar de hacer mención al acertado comentario de Xavier Vidal en su crítica, que resalta el hecho de que este es un film pensado y escrito más que nada para nuestra generación; mucha gente mayor en muchas partes sencillamente se pierde-. Es inevitable, con Soorkin siempre nos estamos perdiendo de algo, y si dan ganas de volver a ver la película no es para comprender detalles particulares de una trama que, a grandes rasgos, siempre se comprende (como sucedía en la inferior “Inception” –aquí mi análisis-); sino para deleitarse nuevamente ante los diálogos (repletos de líneas memorables que hacen a todo clásico de Hollywood –y que en películas verdaderamente buenas dan gusto-) y poder recuperar aquello que seguramente perdimos.
Volviendo al comienzo, creo que con un guión como este, a Fincher se le puede perdonar el poco atractivo visual. Se le puede reconocer y agradecer a la vez un respeto por ese guión, en un film que en ningún momento toma por estúpido al espectador, mareándolo con planos alternantes que ilustran las interminables conversaciones que, así de largas y todo, dan ganas de más. Fincher también nos ha malacostumbrado a películas muy largas. “Red Social”, corta y todo, nos hace transitar varios lugares junto a una extensa cantidad de personas. Es un viaje atrapante, en el que en un punto nos involucramos tanto que nos olvidamos que todo ya sucedió…que la historia la vive Mark, que es su punto de vista y que aunque como espectadores queramos saber bien en detalle qué pasó con todos, nos quedarán únicamente pedacitos.
En la red social que conocemos como Facebook podrán existir, para cada uno de nosotros, miles, millones de amigos. Pero en la red social de Mark Zuckerberg hay sólo un nombre. Los demás son perdedores, o directamente desaparecen del mapa.
---8/10
PD: Aquí un par de fotos de la comedia musical estrenada el fin de semana pasado. Salió todo muy lindo, por suerte.
Que Facebook y lo otro
Que Facebook y lo otro
Que Facebook y lo otro

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