¿Qué fue de Melendi?

A finales de noviembre salía a la luz lo nuevo de Melendi, un disco que rompía con todo lo que había hecho anteriormente. Una nueva cara. Un nuevo Melendi. Más maduro. Más cantante. Más poeta.

Después de dos años se abre una nueva senda en su carrera. Y como no podía ser de otro modo, finalmente llueve, y como siempre no a gusto de todos. Críticas, adulaciones, y comentarios de toda índole. Nada a lo que no se exponga un artista en cada nueva entrega pero, en el caso de Melendi, la cosa cambia.

Y es que, ¿cómo puede criticarse a un artista por un cambio de estilo cuándo toda su carrera es una sucesión de giros estilísticos? Si algo define la personalidad de Melendi es que hace lo que quiere y cuando quiere y es, en parte, donde radica su éxito.

Carátula del nuevo disco “Lágrimas desordenadas”

Lo cierto es que en la discografía de Melendi se observa un cambio progresivo que le llevan a pasear sus mejores letras por estilos tan diversos como la rumba flamenca, el pop y el rock. Sin embargo, no se trata de un asunto de versatilidad, sino que se trata de una cuestión de madurez, de evolución.

Como el mismo ha dicho en numerosas ocasiones, cada disco anterior es un trabajo plagado de fallos de los que hay que aprender y, a partir de ellos mejorar. Cada álbum es un capítulo de su vida, independientemente de cuál sea el estilo en el que estén cantadas, sus letras son el reflejo vivo de su alma, de su historia.

Siempre recordaremos a Melendi como el gran canalla que enamoraba con su rumba flamenca y sus rastas. Pero lo que ha demostrado con su último disco es que ese Melendi, el niño travieso que en un cuerpo de hombre se esconde, convive ahora con un Melendi más maduro, fruto de la edad y de los golpes de la vida.

Hay quien se negará a aceptar que pasados los treinta su ídolo haya decidido dejar un poco de ser Melen para ser un poco más Ramón y decirse a sí mismo “creo que te estás pasando de cabrón”. La evolución de su carrera no es más que una consecuencia directa de su realismo a la hora de componer. Porque allí donde el resto vemos una anécdota más él ve una nueva historia que puede ser cantada.

A pesar de todos los cambios, hay algo que en él no ha cambiado: sigue siendo ese cantante humilde, normal, de barrio, para quien lo más importante es su familia y su vida. El nuevo y ordenado Melendi parece no haber roto un plato a pesar de haber destrozado más de una vajilla.

María Álvarez Escalante

Ruta 42

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