Revista Psicología

Qué hace un tipo como tú en una empresa como esta

Por Joanillo @silosenovendo

Vengo dándole vueltas desde hace unos días a los miedos que atenazan a las personas y les impiden tomar decisiones "valientes", esas que podrían cambiarles la vida. En este juego de intereses necesitados empresa-empleado, quien gana es la empresa y quien pierde es el trabajador con talento, con capacidades y ganas por hacer cosas poderosas. Voy a contarles el utópico mundo empresarial que podría lograrse si las personas fueran capaces a superar esos miedos, romper la dependencia que tienen de las empresas y confiar plenamente en ellos mismos.
Una de las grandes virtudes de los tiempos que nos tocó vivir es que cualquier persona tiene a su alcance los recursos necesarios para explotar sus capacidades, y además a un coste ridículo. Estamos hablando de que cualquier profesional que se lo proponga, únicamente necesita un ordenador de quinientos euros y una buena conexión de banda ancha para ponerse por su cuenta y sacarle provecho a sus habilidades. Las redes sociales le dan la oportunidad de construir su propia marca personal y divulgarla, y herramientas como skype (por citar un ejemplo bien simple) le permiten trasladar su conocimiento al lugar del planeta desde el que se lo soliciten. ¿Hace falta algo más?
Y ahora imaginemos a ese buen profesional trabajando para terceros dentro de una empresa, en donde los límites a su desarrollo se los pone un papel llamado organigrama (que le marca hacia donde puede ir y hacia dónde hay "atasco") y un jefe que muchas veces actúa por capricho e intereses personales. Parafraseando el título de una famosa canción:
¿Qué hace un tipo como tú en una empresa como esa?
Supongamos que esas personas carecen del miedo al emprendimiento y cuentan con el coraje suficiente para dar un puñetazo encima de la mesa. Supongamos que cuentan con una alta autoestima y confían en sus capacidades. ¡¡Es lo mejor que les podría suceder!! y, por extensión, ¡¡es lo peor que le podría pasar a la empresa!! El profesional estaría ante un mundo nuevo de posibilidades, en donde el destino lo elige él y los límites también. Por contra, la empresa comenzaría a tomar conciencia que existe una gran vía de agua por la que se escapan las personas con talento, aquellas cuya valía no está suficientemente reconocida y demandan "pista libre".
Es fácil intuir como acabaría este utópico panorama que les estoy pintando, ¿verdad? Del lado de las empresas, tendrían que plantearse seriamente una revisión del contrato que mantienen con sus empleados si quieren conservar a las personas valiosas. Y no hablo del contrato formal, ese que se firma una vez y no vale para casi nada, sino al contrato "emocional"; a la relación de intereses que mantienen entre ambos, al aporte recíproco de valor: "yo te doy mi talento y tú me das desarrollo; yo te ayudo a alcanzar tus objetivos empresariales y tú me ayudas a alcanzar los míos profesionales" 
En definitiva, aumentaría considerablemente la calidad de vida en el seno de las organizaciones y eso, de rebote, tendría una repercusión en los propios resultados de la empresa: a más satisfacción del empleado, más motivación, más implicación, mayor productividad.... ¡¡ah!!, y más retención del talento.
Del lado del empleado, la sociedad podría aprovechar todas sus capacidades una vez que éste se pusiera por su cuenta y dejara de estar limitado por los caprichos de otros. La calidad de muchos servicios aumentaría considerablemente, y eso solo puede ir en provecho de los clientes y del propio profesional.
No me extiendo más; sólo me queda una duda para la que pido vuestra opinión: ¿qué podríamos hacer para que el empleado talentoso se concienciara de la importancia de apostar por sí mismo y desencadenar, así, toda esta secuencia de hechos? Ojalá encontráramos una respuesta, por el bien de ellos y de las propias empresas.
Cordialmente
Qué hace un tipo como tú en una empresa como esta
Próxima conferencia en Pontevedra

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