Revista Psicología

Qué hacer ante las rabietas de los más pequeños

Por Centro Psiconet

Hay muchas formas positivas de guiar el comportamiento de un niño, pero es posible que el método más importante sea el darnos cuenta del ejemplo que nosotros damos. Recuerda que en la relación con nuestros hijos, nosotros somos el espejo de su conducta.

A corto plazo como padres queremos que nos hagan caso, pero a la larga lo que queremos es educar a nuestros hijos para que sean capaces de controlar su comportamiento y pensar con independencia.

Imaginemos esta escena: el hijo quiere un helado y el padre o la madre se lo prohíbe. Cuando el pequeño se rebela el adulto va enumerando una serie de límites: no te bajes de la silla, no abras la puerta, no te atrevas a tocar la caja de los helados, pero lo único que consigue es ver cómo el niño se los salta uno tras otro. Al final, todo estalla, el niño acaba llorando en su habitación y el progenitor gritando.

En los niños, las oposiciones y el desafío son respuestas normales que los niños tienen cuando buscan su independencia.

En la mayoría de los casos los conflictos aparecen por una frustración, en la que el niño o los padres no han conseguido lo que querían. Muchos de estos niños generan una enorme frustración en los padres, por lo cual estos gritan y castigan más, estos niños están tan centrados en sus objetivos, que responden muy mal a las obligaciones y órdenes. No piensan en las consecuencias, por eso los castigos no funcionan. El primer paso para reducir los conflictos en disminuir esa frustración. Los padres deben establecer límites y enseñar un comportamiento adecuado.

Lo primero es identificar los factores que causaron la rabieta, en muchos casos no son predecibles, por ejemplo el niño puede que quiera algo, o que quiera tomar sus propias decisiones.

Es importante mantenernos al margen y no intervenir demasiado cuando exista una rabieta, aunque en otros momentos hay que sacar al niño de la situación, no siempre es posible evitar una rabieta, pero una buena planificación puede reducirlas:

  • Preocuparnos de los puntos básicos. Evitemos que el niño se canse en exceso e intentemos que el niño siga una rutina.
  • Avisar con tiempo antes de los cambios, ya que un cambio abrupto puede generarle una rabieta.
  • Ofrecer alternativas.
  • Explicar nuestras expectativas por adelantado.

La mayoría de los niños que están muy enfadados se suelen calmar rápidamente si los padres reconocen la situación “veo que estas realmente enfadado”. Cuando el niño se calme, el padre o la madre debe aconsejarle sobre mejores formas de expresar sus sentimientos.

Cuando el niño tenga una rabieta es importante que no cedamos a sus caprichos, ya que sino enseñamos que esa es la forma de conseguir lo que quiere.

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