Revista Opinión

Qué hacer con Gibraltar

Publicado el 25 mayo 2012 por Vigilis @vigilis
Que el aeropuerto de Gibraltar esté en territorio que no pertenece al Reino Unido es solo una de las cosas que se dan por sabidas. Que la colonia británica sea un pozo sin fondo de actividades de blanqueo de capitales, es otro secreto a voces. Que el Reino Unido carezca de soberanía sobre las aguas que rodean a la roca y se le permita tan siquiera tener lanchas guardacostas, otro más. Que los buques limpien sentinas en esas aguas, tan frecuentadas por pescadores gaditanos, también se permite ahí pero no a cien metros.
Supongo que en diplomacia, la cautela, prudencia y previsibilidad son pilares básicos. No podemos actuar como una república bananera, ni siquiera cuando un quinto de nuestra economía está sumergida, ni cuando todos debatimos con fruición sobre unos pitos a la bandera, o cuando todas nuestras administraciones mienten como canallas. Y algunas, hereditarias.

Qué hacer con Gibraltar

Qué raro, un guiri que no está poniéndose trompa con un cubo de kalimotxo.

Ir más allá del titular de agencia de prensa y profundizar en las causas últimas de nuestra desgracia es un ejercicio sano y doloroso. Desinfectar una herida duele, afortunadamente la mayor parte de pequeñas heridas pueden pasar sin desinfección, bastando un lavado de manos. En esas estamos.

Qué hacer con Gibraltar

Si no puedes poner tetas en la portada, existen otras formas de elevar la testosterona.

Que sí, que existen razones económicas, ecológicas y judiciales para defender una posición que nos aproxime a la extinción de la última colonia en territorio europeo. También existen razones de propaganda política para desviar la atención. Sobre todas estas razones que a mi me dan más o menos igual, está la situación del que padece in situ. Los pescadores que van a ganarse cuatro duros mal contados y ven pasar barcos piratas, con bandera llanita, a toda potencia por su borda, escorándolos.
Un puñado de barquitos de pesca, en aguas españolas, tienen que aguantar continuas agresiones (pues en el mar estas cosas son agresiones directas, concepto que probablemente se le escape al funcionario de meseta), y la cautela diplomática prevalece. Bien. Las cosas de palacio van despacio.
Dos ideas locas
Quizás, tan solo quizás, en un contexto en el que cada vez más gente identifica a la autoridad como a su enemigo, no estaría de más alguna medida que enviara un mensaje claro a la población. Algo extremo y loco como pedirle a barcos de una armada extranjera que abandonen nuestras aguas. Algo osado y desafiante como otorgar la misma consideración a los guardacostas llanitos que a las pateras magrebíes. Detener esas embarcaciones, coger a esa gente, llevarla a un puesto de la Cruz Roja, efectuarles análisis médicos, darles un bocadillo (la humillación psicológica es gratuita) y a continuación, ponerlos en un avión con pasaje a Londres.

Qué hacer con Gibraltar

¡Campeooones, campeooones, oeoeoeeeee!

Otra opción podría ser aprobar una ley por la que cualquier llanito en territorio o aguas españolas, adquiera la ciudadanía española. Algo parecido a lo que pasa con los cubanos que tocan tierra en Estados Unidos. En el momento de observar un barco agrediendo a otro, la Guardia Civil debe abordar al agresor y llevar a su tripulación al cuartelillo. Tomarles declaración y ponerlos delante de un juez.
Hechos consumados

Qué hacer con Gibraltar

Gibraltar es esto.


Estas son solo ideas un poco locas. Estoy seguro que nuestro gobierno sabe muy bien cómo actuar. Estoy seguro que seguir actuando con cautela, poniendo los intereses del país por encima de los intereses de los pescadores es lo mejor para todos. El mar es muy grande, que vayan a pescar a otra parte. Ya de paso, les ofrecemos toda la provincia de Cadiz. Puestos a tener amos, mejor los ingleses. Dicen que en Inglaterra, con su flema y sus bombines, el gobierno sí se preocupa por defender los intereses de sus ciudadanos y de su país. Puede que a los gaditanos les vaya mejor con otro gobierno, ya que el nuestro no deja de cagarles encima. De paso, estaría muy bien copiar las leyes llanitas y aplicarlas a toda la provincia de Cádiz. Imaginaos: una provincia entera como la cueva de ladrones oficial de occidente. Con su clima privilegiado, pronto el ruso sería una asignatura obligatoria en los colegios ortodoxos. Toma mestizaje basado en la mafia y el oprobio. Aprende, Zapatero, cómo se crean alianzas de civilizaciones. Y si un carguero quiere limpiar sus depósitos en esas aguas, no importaría qué pasaría con la pesca: los pescadores podrían encontrar trabajo descargando droga. Eso ya sucede de forma pública, diurna y notoria. En España tenemos know how en esta materia. Es más, podríamos incorporar a nuestras universidades el grado de traficante de drogas. Al fin y al cabo, ya tenemos títulos universitarios oficiales chisporroteantemente absurdos.
Sin solución a la vista
En fin. No sé. Mantener el statu quo o recomendar a los pescadores que no pesquen ahí no me parecen buenas soluciones. Gibraltar es un tema que preocupa no por capricho, sino porque ahí se define hasta qué punto está dispuesto el gobierno a mirar por los ciudadanos.
Puede que sean muchas cosas al mismo tiempo, puede que los expertos en diplomacia sepan cosas que los ciudadanos no sabemos. Puede que los 7.000 empleos directos de españoles en Gibraltar no haya forma de conseguirlos en La Línea porque los españoles somos medio tontos. Puede que todos tengamos la razón en cuanto a Gibraltar pero no sepamos cómo llevar a cabo lo que es necesario llevar a cabo. Puede que el Reino Unido nos esté dando lecciones de cómo proteger los intereses de sus ciudadanos. Pueden ser tantas cosas al mismo tiempo que ya no estemos seguros de qué es lo correcto y qué no. Esta última idea es terrible y define nuestra época.

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