Acumular libros es un placer y, a veces, hasta una pasión. Aunque ya no se estile aquello de "hacer biblioteca", cualquier persona más o menos lectora -y no digamos ya si su bibliomanía alcanza cotas altas- va añadiendo libros a su colección y se encuentra antes o después con un número de ellos considerable. En ocasiones tan considerable que amenaza con trastornar la paz doméstica. ¿Qué hacer? Si su afición a la acumulación libresca no ha llegado más allá de llenar las estanterías inicialmente previstas al efecto en su hogar, felicidades. Este post no le concierne. Si, en cambio, forma parte de ese grupo en cuyas casas parece haber más libros que paredes que potencialmente pudieran albergarlos, si sus sufridas librerías exhiben volúmenes en doble y hasta en triple fila, ocupando todos los resquicios posibles, si sobre cada superficie plana se amontonan pilas de libros, quizá aquí encuentre alguna solución.Sé por propia experiencia lo enormemente difícil que es tomar la decisión de deshacerse de unos cuantos libros (y si han de ser varios cientos en lugar de una decena, aún peor). Pero de esto no vamos a tratar aquí. Supongamos -ya es mucho suponer- que tras largas y dolorosas deliberaciones hemos llegado a ese punto en que tenemos un número más o menos apreciable de libros de los que nos queremos desprender. ¿Está solucionado el problema? Ni mucho menos. En ese momento es cuando uno se enfrenta a una amarga realidad: es dificilísimo deshacerse de libros. No, oiga, al contenedor de papel usado no se pueden tirar. Tampoco a la basura, por supuesto. Vamos a intentar mantenernos dentro de los límites de una conducta cívica y responsable. Buscando una salida a tan arduo problema, he logrado dar con algunas posibilidades que, si no lo solventan del todo, al menos pueden aliviarlo: -La Biblioteca municipal: No todas, pero algunas bibliotecas aceptan donaciones de particulares, aunque para ser aceptados los libros deben cumplir determinadas condiciones. Por ejemplo, en las bibliotecas de Barcelona, los libros donados han de estar relacionados con la temática de la colección local o su fondo especializado. Además, si son más de diez ejemplares (y digo yo que por menos de diez uno casi ni se molesta en llevarlos), hay que hacer una lista detallada. Vale la pena comprobar si se poseen obras que cumplan estos requisitos, porque al menos se tiene la seguridad de que les damos un buen uso a esos libros descartados. 
Biblioteca Jaume Fuster (foto J. Casañas)
-El Punto verde del barrio: En mi ciudad, al menos, en la mayoría de Puntos verdes hay un carrito donde se exponen los libros entregados por los usuarios, para que el que lo desea los aproveche. Algo parecido existe asimismo en algún mercado, como el de la Abaceria Central, donde se ha reservado un puesto que había quedado libre a la donación de libros. Todo el que quiera puede dejar allí libros, pero para llevárselos se pide un donativo de 1 euro por ejemplar, que se destina a obras benéficas.-La librería de viejo: También está la opción de vender -siempre a precios irrisorios, pero no estamos buscando hacernos ricos, ¿verdad?- los libros sobrantes a una librería especializada. Además de las tradicionales, que en Barcelona se concentran los domingos por la mañana en el siempre pintoresco mercadillo de Sant Antoni, han surgido últimamente algunas iniciativas más adaptadas a los tiempos, como la librería Re-read, que ante el éxito acaba de abrir también un local en Madrid, o (sólo para libros en inglés) la Hibernian Books, que practica el intercambio (te descuentan la cantidad en que ellos valoran los libros que les has llevado de la próxima compra de libros que les hagas).

