Todos hemos sufrido cuando alguien no se comporta como imaginamos que debería. Tenemos claras la serie de reglas y costumbres que todos deberían seguir, pero cuando no lo hacen, dukkha nos inunda.
En nuestro autoengaño, vamos un paso más allá. Sabemos cómo los demás deberían comportarse, pero esas reglas son completamente flexibles para uno mismo. Nadie debería robar, pero yo sí puedo descargar música ilícita. Nadie debería criticar a los demás, pero yo sí puedo destrozar a alguien que no viste de acuerdo a mis estándares. Si tengo prisa sí puedo (y debo) pasar de alto la luz roja, pero los demás no. Si llego tarde a una cita, está bien; pero si tú llegas tarde conmigo, entonces sufrirás mi ira.
Tenemos esta ilusión de superioridad moral que nos separa y termina por hacer miserable nuestra propia existencia. Es una condición humana que se repite en todos lados y en todos los tiempos. El ser humano siempre ha funcionado con una muy pobre mirada de cómo es la vida en realidad.
¿Qué hacer cuando alguien no sigue el guión que hemos escrito? Nada.
¡Ahora sí que estás loco, Chocobuda! ¿Cómo no voy a hacer nada si esta persona está haciendo XYZ cosa?
En esta charla en video hablo al respecto.