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Qué hacer en caso de terremoto

Publicado el 04 septiembre 2014 por Oscar Ercilla Herrero @geologoentuvida

Entre las catástrofes naturales más impredecibles, la primera de todas son los terremotos por el simple hecho de que no se sabe nunca cuando va a actuar, pero en el momento en que nos vemos envueltos en su ondulante paso, pocos sabremos reaccionar, salvo que durante nuestra vida pasemos mucho tiempo en lugares con fuerte sismicidad.

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Tratar con un terremoto se puede dividir en tres fases diferenciadas: una previa, el terremoto y el post-terremoto.

Si vivimos o nos trasladamos a una zona donde los terremotos están a la orden del día, es necesario hacernos con una serie de accesorios básicos de supervivencia. Si vamos de vacaciones no creo que sea necesario. Normalmente hoteles, hostales y otros lugares de residencia cuentan con los implementos básicos ante estas situaciones.

El primero de los elementos que tenemos que adquirir es una linterna y no, no vale la del teléfono. La linterna puede ser a baterías, por lo que deberemos tener una reserva de estas por si se agotan las que tenemos, o bien podemos optar por las de carga manual. En ambos casos debemos tenerlas en buen estado y sabiendo que funcionan.

Lo segundo a tener en cuenta es agua potable. Lo mejor es tener una pequeña reserva de agua embotellada, que se puede guardar en cualquier lado y que nos asegurará su buen estado al encontrarse sellada. Es importante porque si la linterna nos sirve por si el suministro eléctrico falla, el agua nos permitirá subsistir frente a rotura de cañerías y el desabastecimiento de agua potable. Recordad que podemos pasar más tiempo sin comer que sin beber.

Lo tercero es tener comida enlatada y frutos secos. Esto nos permitirá

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alimentarnos durante el tiempo en el que ante una situación grave no se puede abastecer a la población. Lo ideal es que sea comida cocinada, que no necesite una preparación excesiva. Abrir y listo.

Lo cuarto es una navaja multiusos porque, como su nombre nos dice, nos sirve para un roto como para un descosido.

Todo esto se tiene que mantener y saber exactamente donde se encuentra en nuestra casa. No vale cambiarlo de sitio cada dos por tres, porque puede que en el momento en el que se necesite no lo encontremos y lo último en lo que tenéis que estar pendiente es en estar buscando estas cosas por toda la casa cuando realmente las necesitéis.

Entramos en la fase del terremoto. Llega sin avisar salvo que tengáis un sismógrafo en casa y os indique las ondas P. Os puede pillar en el sofá viendo una película, escribiendo en el ordenador, jugando a la play o en la cama durmiendo o lo que hagáis en la cama.

Lo malo que tiene también el terremoto es que sabemos el momento en el que empieza, pero no cuando acaba. Puede ser una percepción leve, como si fuese un camión cargado, pasando por la calle, o solo se note porque la lámpara colgada del techo se ha movido. Puede que sea solo un guiño de la luz. Pero en el momento en el que veamos que la cosa dura más de unos segundos, tenemos que actuar.

Unas de las acciones básicas es saber donde protegerse. El lugar ideal es bajo una mesa, donde nos colocaremos de rodillas y nos enrollaremos como un gusano, colocando nuestras manos en la cabeza o cualquier otro elemento que nos pueda proteger, como un libro.

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Si de camino podemos abrir la puerta del lugar donde estamos, mejor que mejor, porque puede que el terremoto mueva el marco de tal modo que no os deje abrirla después.

Si no hay una mesa donde guarecernos, lo mejor es bajo los marcos de puertas situados en los muros maestros, que suelen ser los de las partes centrales del edificio que habitemos, o junto a columnas, ya que estos están construidos para soportar fuertes tensiones, frente a los muros de las partes exteriores. Y nunca situarse junto a una ventana o bajo una lámpara.

Ahora solo hay que esperar a que el meneo vaya parando, que no suba en intensidad y que no nos pase nada a nadie.

La mayoría de las veces no tiene porque pasar nada después del temblor y después de tranquilizarnos podemos volver a la vida normal, revisar si algo se ha caído y volver a poner en su sitio ese jarrón tan feo que te regalaron y que sobrevive a todos los accidentes.

Si tenéis que avisar a alguien para tranquilizarlo, lo ideal es un mensaje, NO llamadas. Solo tenéis que pensar en Nochevieja cuando medio mundo a las doce de la noche trata de felicitar al otro medio mundo, provocando el colapso de las comunicaciones. Un mensaje se puede enviar y este se recibirá en cualquier momento.

Si por desgracia el terremoto ha sido fuerte tenemos que evacuar. Antes de salir de casa hay que apagar las llaves del gas, del agua y de la luz, por lo que es conveniente saber previamente donde está cada una, y recoger los implementos de seguridad que hemos recopilado antes del terremoto, añadiendo un botiquín básico.

Hay que bajar por las escaleras y evitar pasar cerca de cualquier ventanal por el que podamos caer y llegar a una zona de seguridad o una zona abierta donde ningún elemento se nos pueda caer encima en el caso de que se produzca una réplica.

Allí debemos esperar a que las autoridades (policía, bomberos, etc) nos indiquen que hacer. En el caso de heridos, si sabemos lo que hacemos, es nuestra responsabilidad moral ayudarlos en lo posible. En el caso de no saber qué hacer, y salvo que se encuentren en grave peligro, lo mejor es no hacer nada.

Tampoco hay que entrar en edificios con daños estructurales y no volver al edificio si se nos ha olvidado el gato. Lo más probable es que esté a salvo en mejor lugar que nosotros.

Estos son consejos básicos aunque claro que hay muchos más, pero no hay que ser paranoicos. Lo mejor que nos puede pasar es un leve movimiento del terreno, saber lo que es un temblor y sonreír después de unos segundos de tensión. En el peor de los casos, solo esperar que se convierta en una experiencia de la que salir lo mejor parados y siendo una fabulosa historia que contar a nuestro futuros hijos o nietos, donde poder meter a dragones y osos y hasta a algún duende despistado de por medio. Para eso es tu propia historia.


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