Revista Toros

“Que le sea leve, señor, no le alabo el gusto”

Por Malagatoro

“Que le sea leve, señor, no le alabo el gusto”

Imagen lamentable la de un toro derrengado en el ruedo, ayudado a levantarse por dos banderilleros


Ficha del festejo:

Málaga ,11 Agosto 2012. Plaza de la Malagueta. Tercera de feria. Corrida de toros. Media plaza.

Seis toros de “El Torero”, el sexto corrido como sobrero. Muy desigualmente presentados. Cuarto y el sobrero sexto unas birrias.  Flojos, descastados, lisiados, amuermados. La antítesis del toro de lidia.

JUAN JOSÉ PADILLA. Estocada caída. Aplausos y saludos. Pinchazo bajo. (Oreja).

RIVERA ORDÓNEZ “PAQUIRRI”. Estocada caída, trasera y atravesada.(Silencio). Pinchazo y casi entera tendida y trasera. (Silencio).

EL “FANDI”. Pinchazo y estocada trasera y tendida. (Aplausos). Cuatro pinchazos, media estocada tendida y tres descabellos. (Silencio).


Andaba ya en mi localidad del tendido, con la dureza de la piedra en las posaderas que no consigue mitigar ni la más mullida almohadilla y bajo un calor de justicia, cuando en la fila delante de la que ocupo se sientan dos matrimonios malagueños muy jóvenes. Me interesa mucho conocer las razones que hacen que los jóvenes acudan a una plaza de toros y comienzo a dialogar con ellos. Les pregunto que por qué vienen a los toros. Una de las señoras dice que a ver a Rivera, que era la segunda vez que lo hacía, porque es muy guapo y además más “fino” que su hermano Cayetano. La otra, al Fandi, porque le gusta mucho poniendo banderillas. ¡Claro! Y pregunto ¿Y a Padilla? Uno de los caballeros me responde, “mire usted, la verdad es que creo que a Padilla mucha gente viene a verlo por eso tan español del morbo, pues de otro modo dudo que vinieran a verlo”. Transcurrió el “espectáculo” del más puro destoreo moderno ante una colección de animales descastados, mansos, inválidos y enfermizos. Al finalizar tamaño castigo para el cuerpo y el espíritu, pregunté a la seguidora de Rivera: ¿va a volver a los toros? Su respuesta fue rotunda, ¡no, hombre, no! “Después de este aburrimiento y de estar incómoda sobre esta piedra, con la espalda doblada y pasando tanto calor, a menos que me inviten, no me gasto más el dinero en los toros, y además son caros”. ¿Y usted vuelve? Le respondo: pues me temo que sí. “Claro es que usted está abonado”. Pues si, por suerte, o creo ya que más bien por desgracia, uno es aficionado. “Pues que le sea leve, señor, no le alabo el gusto”. Si en este tipo de festejos que traen a la juventud a la plaza, la emoción se cambia por el tedio y por el más sublime de los aburrimientos; si no se da espectáculo, la fiesta, al menos la que me transmitieron mis ancestros, la de dominar a un toro para luego poder crear belleza, está herida de muerte. El resultado será, a más corto plazo del pensado, el que los tendidos seguirán despoblándose de veteranos aficionados y no habrá repuesto generacional. Crisis económica, por supuesto, pero también de bravura, de toreo y de verdad en el ruedo.

De la corrida, una auténtica “castaña”, nada que valga la pena destacar. Por los chiqueros de la Malagueta salió una corrida, vieja, sospechosa de pitones, muy desigualmente presentada, con dos ejemplares, cuarto y sobrero sexto, más  felinos que bóvidos, totalmente impresentables. Nos recordó a las corridas de saldo que nos propinaba la anterior empresa. ¡Y quedan por venir Juli y Cía.! ¡Dios nos asista! Sucedáneos de toro, flojos, inválidos, descastados, tullidos. Ante tal colección de inmundicias con cuernos y la actitud de la terna que sabía que venía a una plaza facilona y pueblerina, el plato estaba servido.

Padilla puso empeño y voluntad con el capote y banderillas. Con la muleta nada ante su parado, flojo y desrazado primero. En su segundo un galleo por chicuelinas, banderilleó con soltura, y con la franela puso todas las ganas por agradar y agradecer las justificadas muestras de cariño del público, basando su toreo en porfiar dando muchos pases y en los desplantes. A pesar de la tarde de ayer, Padilla es todo un ejemplo de superación, de honradez y profesionalidad, pero eso no quita que lo queramos ver ante toros y no ante las birrias que pisaron ayer el albero de la Malagueta.

Rivera “Paquirri”, como gusta que le llamen, dio un petardo antológico. Desastroso con los garapullos, con el capote por el estilo y la culminación a tan magna obra vino con la pañosa. Toreo de “pico y pala”, fuera de cacho, con la muleta a media altura, dando medios pases, sin temple, sin esforzarse, sin nada digno de alguien que se viste de luces y tiene como profesión la de matador de toros. Una monumental obra para la enciclopedia del destoreo moderno.

Fandi ya no llena las plazas. Y lo que ya no va siendo noticia, ¡no cortó ni una oreja! Con las banderillas, a su estilo de esquiador, con esas carreras para delante y para atrás, para clavar a toro pasado. Eso sí enardecieron al “Mundo Feliz” que andaba ansioso por aplaudir algo en la soporífera tarde. Con la pañosa pues ya saben el dicho, “estás más perdido que el Fandi con la muleta”. Al sexto, que era el que se desplazó algo más, le enjaretó una faena a base de tirones, desconfiado, despegado, ayuno de temple. Decía uno en el tendido que “se movía más que un garbanzo en la boca de un viejo”. Con su fuerte, la espada, estuvo desastroso.

Vinieron los mediáticos y el toro brilló por su ausencia. Ni veterinarios, ni autoridad, ni empresa estuvieron ayer a la altura de lo que se espera en una plaza que se supone es de primera categoría. Aunque, tristemente, la realidad es muy distinta.

Paz y salud


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